Ahora tratemos de hallar algún significado en la segunda parábola. Tomemos nota de que las imágenes son diferentes. Aquí no se usa al hombre ni la simiente ni la tierra. Se usa a la mujer, la levadura y la harina. La mujer toma la levadura y la esconde. No la toma y la siembra. ¿Por qué habría de ocultarla? En otra parte Cristo habla acerca de la levadura de los fariseos. Advierte a sus discípulos contra esta levadura, diciendo: “Guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos”. No le pueden entender y creen que está hablando literalmente de la levadura corriente. Cristo les reprende por hacer esto y por pensar que está hablando acerca del pan. “Entonces entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura de pan, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos” (Mat. XVI, 12). ¿Por qué era mala esta levadura? ¿Ocultaban algo los fariseos? Todo lo contrario: para ellos la religión consistía íntegramente de ostentación y desprecio. Era “para ser vistos de los hombres”. Todo era mérito externo, virtud, respetabilidad. A esto es a lo que Cristo llamó adulterio, o sea la mezcla de lo verdadero y lo falso. La mujer escondió la enseñanza del reino en su corazón y trabajó en secreto. No necesitaba disponer de un público. Ella vio el Bien de la enseñanza, de modo que toda ella quedó afectada. En el sentido interior, el número tres denota una totalidad, una integridad. Por eso en la parábola se dice que la mujer escondió la levadura en tres medidas de harina, hasta que todo quedó leudo. Tres y todo son la misma cosa. Si una persona obra por su propia volición, desde su voluntad, todo en ella queda afectado. La mujer ocultó la levadura porque al tomarla demostró que la valorizaba como algo sumamente precioso. Uno habla de lo que le es más precioso. Pero en ella el crecimiento no fue intelectual. La enseñanza obró en ella por medio de su valorización emocional, por medio de sentimientos; así, actuó de un modo oculto. El reino de los cielos obró sobre ella por medio del significado que ella le dio, y por la correspondiente valorización que hizo que la ocultase. La recibió en su corazón como algo bueno. El trabajo del corazón es una tarea oculta. Obró sobre su voluntad, sobre su querer y no sobre su mente como fue el caso con el hombre de la otra parábola. Ella tomó el Bien de la enseñanza, no tomó la-Verdad como hizo el hombre. En estas dos parábolas se mencionan dos maneras de tomar la enseñanza como ejemplo: la del grano de mostaza y la de la levadura. En el primer caso, el hombre tomó la enseñanza como Verdad en la mente; en el segundo, la mujer la recibió en su corazón como Bien. Fuera de la representación de hombre y mujer, estas dos parábolas simbolizan dos medios diferentes de recibir la enseñanza del reino de los cielos; uno es sobre todo a través del pensamiento y el otro es de un modo principal a través del sentimiento. Viniendo como vienen después de las dos grandes parábolas, estas dos parábolas menores relativas a cómo tomar la enseñanza tienen un significado importante. Puede ahora entenderse que estas cuatro parábolas forman, por así decirlo, un cuadro completo del significado del reino de los cielos con relación al hombre en la Tierra.