Nicoll Arrependimento

Maurice Nicoll — METANOIA
La palabra que en el Antiguo Testamento se ha traducido como arrepentirse, es la hebrea shub, que significa volverse, regresar, cambiar de dirección, darse vuelta y mirar al otro lado. En el Corán, arrepentirse se traduce por dos palabras: nadam = remordimiento, y tawbah = regresar, volverse hacia Dios.

“La palabra latina es retrospectiva. Connota mirar el pasado con una revulsión del sentimiento por lo que uno ha hecho; la palabra griega es expectativa y connota una renovación moral con el fin de que se produzca una transformación en todo el hombre.” (Hastings)

“La traducimos (metanoia) por ‘arrepentimiento’, en el sentido de lamentar nuestros pecados; y la traducimos mal. De la metanoia, en la forma en que Jesús emplea la palabra, lamentar los propios pecados es sólo una pequeña parte: lo principal era algo mucho más activo e iba más lejos; era el poner en marcha un nuevo e inmenso movimiento interior para obtener el gobierno de la vida. Conforme a esto, la metanoia es un cambio del hombre interior.” (Matthew Arnold: Literature and Dogma). Maurice Nicoll — The Mark (La flecha en el blanco, em espanhol)


¿Cómo hemos de entender la palabra arrepentimiento’!

Ya nos es posible discernir su significado.

Es una palabra muy equívoca, debido a que no traduce en forma alguna el original en griego. Su significado comienza a vislumbrarse en su contextura, en la forma como la emplea Jesús para aclarar a los discípulos, para indicarles cuan errados van al tomar las cosas del mundo como la voluntad de Dios. Tienen que aprender a verla de una manera distinta. Hay otra manera de enfocar la vida, y esto es lo más importante que puede uno entender. Jesucristo dice que a menos que el hombre se arrepienta es un ser del todo inútil y sufrirá una suerte común. Es decir, la misma suerte que aguarda a todo el que no ha llegado a la etapa de entendimiento que se llama arrepentirse.

Ver la voluntad de Dios en todas las cosas que suceden en la tierra es no entender lo que quiere decir esta palabra tan interesante: arrepentimiento. Únicamente por medio de lo que tan equívocamente se llama “arrepentirse” es como la persona puede corregir semejante actitud ante las cosas de la vida. Y en tanto no se arrepienta sufrirá un destino común con todos los demás, los buenos y los malos, los morales y los inmorales, los píos y los impíos.

De un modo u otro, todos toman la vida erradamente, y a menos que este error inicial se corrija, todos sufrirán el mismo destino. Sin arrepentimiento, tan fracaso es la buena como la mala moral. Jesús dice: “Aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre de Siloé, y los mató, ¿pensáis que ellos fueron más deudores que todos los hombres que habitan en Jerusalén? No, os digo: antes, si no os arrepintiereis, todos pereceréis asimismo.” En aquella época vivían en Jerusalén muchos hombres de buena y de mala moral, justos e injustos, buenos y malos ciudadanos, tales como los hay actualmente en cualquier ciudad del mundo: Londres, París, Berlín, etc. Pero, a menos que se arrepientan, todos perecerán de la misma manera. “… Antes, si no os arrepintiereis, todos pereceréis asimismo.”