nada fuera de Dios (Eckhart)

Porque posee únicamente a Dios y pone sus miras sólo en Dios, y todas las cosas se le convierten en puro Dios. Semejante hombre lleva consigo a Dios en todas sus obras y en todos los lugares, y todas las obras de este hombre las opera sólo Dios; pues, la obra pertenece más propia y verdaderamente a quien es causa de ella que a quien la ejecuta. Si concentramos, pues, nuestra vista pura y exclusivamente en Dios, Él, en verdad, habrá de hacer nuestras obras y nadie, ni la muchedumbre ni el lugar, son capaces de detenerlo en sus obras. Resulta, pues, que a tal hombre nadie lo puede estorbar porque no ambiciona ni busca ni le gusta nada fuera de Dios; porque Él se une con el hombre en todas sus aspiraciones. Y así como ninguna multiplicidad lo puede distraer a Dios, así nada puede distraer ni diversificar a este hombre ya que es uno solo en lo Uno, donde toda multiplicidad es una sola cosa y una no-multiplicidad. ECKHART: TRATADOS PLÁTICAS INSTRUCTIVAS 6.

Dan motivo para lamentarse ciertas personas que se imaginan haber llegado a un punto muy alto y estar muy unidos con Dios y, sin embargo, todavía no se han desasido en absoluto y aún se aferran a nonadas en (el) amor y en (la) pena. Están muy alejados de lo que se imaginan (ser). Ambicionan muchas cosas y pretenden otro tanto. Alguna vez dije yo: Quien busca (la) nada ¿a quién puede quejarse por haber encontrado (la) nada? Si encontró lo que buscaba. Quien busca o ambiciona una cosa cualquiera, busca y ambiciona (la) nada, y quien pide una cosa cualquiera recibe (la) nada. Pero quien no busca ni ambiciona nada fuera de Dios solo, a éste Dios le descubre y da todo cuanto tiene escondido en su corazón divino para que le sea tan propio como es propiedad de Dios, ni más ni menos, con tal de que tienda inmediatamente hacia Dios solo. El que el enfermo no saboree la comida y el vino ¿es de sorprender? Pues, él no percibe el sabor peculiar del vino y de la comida. La lengua tiene una saburra y una capa con las cuales percibe, y éstas son amargas según el carácter enfermizo de la dolencia. (La comida y la bebida) todavía no han llegado hacia donde se las debía saborear; al enfermo le parecen amargas y él tiene razón, porque han de ser amargas debido a la saburra y la capa. Si no se quita esta capa, nada tiene su sabor propio. Mientras no se nos haya quitado la «capa», nunca saborearemos a Dios en su peculiaridad, y nuestra vida a menudo nos resultará penosa y amarga. ECKHART: SERMONES: SERMÓN XI 3

Dice San Pablo: «Un solo Dios». Uno solo es una cosa más pura que (la) bondad y (la) verdad. (La) bondad y (la) verdad no añaden nada, (si bien) añaden (algo) en el pensamiento; cuando se piensa algo, se añade. Uno solo, en cambio, no añade nada allí donde Él es en sí mismo antes de derramarse en el Hijo y en el Espíritu Santo. Por eso dijo: «Amigo, asciende más». Dice un maestro: Uno solo es la negación de la negación. Si digo: Dios es bueno, se le añade algo (a Dios). Uno solo, (en cambio), es una negación de la negación y una contradicción de la contradicción. ¿Qué es lo que quiere decir: «Uno solo»? Uno solo significa aquello a lo cual no se ha añadido nada. El alma toma a la divinidad tal como es en sí, en su purificación donde no se le (añade) nada, donde no se le agrega nada en el pensamiento. Uno solo es una negación de la negación. Todas las criaturas llevan en sí una negación; una niega ser otra. Un ángel niega ser otro (ángel). En Dios, empero, hay una negación de la negación; es uno solo y niega todo lo demás, porque no hay nada fuera de Dios. Todas las criaturas existen en Dios y son su propia divinidad, y esto significa plenitud, según dije antes. Él es un Padre de toda la divinidad. Yo hablo de una sola divinidad porque allí aún no emana nada y no se toca ni se piensa nada. Al negar yo que haya alguna cosa en Dios – (por ejemplo), si niego que haya bondad en Dios, aun cuando, en verdad, no puedo negar nada que hay en Dios – al negar (pues), que haya algo en Dios, aprehendo algo que Él no es; justamente esto debe quitarse. Dios es uno solo, es una negación de la negación. ECKHART: SERMONES: SERMÓN XXI 3

Dice pues: «Bienaventurado es el varón». He afirmado varias veces que en el alma existen dos potencias: una es el varón y la otra es la mujer. Ahora bien, él dice: «Bienaventurado es el varón». La potencia inherente al alma que se llama el varón, es la potencia más elevada del alma, en la cual Dios resplandece en su desnudez; porque en esta potencia no entra nada fuera de Dios y ella se halla todo el tiempo en Dios. Y luego: si el hombre tomara todas las cosas en esta potencia, no las tomaría en cuanto cosas, sino de acuerdo con lo que son en Dios. Y por eso, el hombre debería, en cada momento, morar en esta potencia, porque en ella todas las cosas son iguales. Y de tal manera, el hombre moraría de igual modo en todas las cosas, tomándolas, por lo tanto, según el hecho de que todas ellas son iguales en Dios, y semejante hombre poseería allí todas las cosas; él les quitaría a las cosas lo más burdo y las tomaría en cuanto son placenteras y apetecibles. De este modo las posee allí, porque Dios, de acuerdo con su propia naturaleza, no puede sino darte allí todo cuanto ha creado jamás, y a sí mismo. Y por eso es bienaventurado el varón que, en todo momento, mora en esta potencia, porque en todo momento mora en Dios. ECKHART: SERMONES: SERMÓN XL 3

Ahora bien, os gusta decir: «¿Qué sé yo si es la voluntad de Dios?» Yo contesto: Aunque por un solo instante no fuera la voluntad de Dios, tampoco sería; ha de ser siempre su voluntad. Entonces, si te gustara la voluntad de Dios, te hallarías exactamente como en el reino de los cielos con lo que te sucediera o no sucediera; y quienes quieren otra cosa que no sea la voluntad de Dios, tienen su merecido porque viven siempre con lamentaciones e infelicidad; siempre se les vuelve a hacer fuerza e injusticia, y por doquier tienen penas. Y es justo que sea así, porque hacen como si vendieran a Dios, tal como lo vendió Judas. Aman a Dios por una cosa cualquiera que no es Dios. Y luego, si reciben lo que aman, no piensan en Dios. Ya sea devoción o placer o cualquier cosa que te venga bien, todo lo creado no es Dios. Dice un Escrito: (la Escritura): «El mundo está hecho por Él y lo que ha sido hecho, no lo conoció» (Cfr. Juan 1, 10). Quien se imaginara que, agregando mil mundos a Dios, se poseería en algún modo más que a Dios solo, no conocería a Dios ni sabría en lo más mínimo lo que es Dios, y sería un palurdo. Por ello, el hombre no debe fijarse en nada fuera de Dios. Quien busca alguna cosa en Dios, no sabe qué es lo que busca, según he dicho varias veces. ECKHART: SERMONES: SERMÓN XLI 3

El hombre ¿cómo puede llegar a ser un único hijo del Padre? ¡Observad lo siguiente! El Verbo eterno no asumió (la naturaleza de) este hombre o aquél, sino que asumió una naturaleza humana libre (e) indivisa que era pura sin rasgo (individual): porque la forma simple de la humanidad carece de rasgos (individuales). Y a causa de esto, porque en la asunción la naturaleza humana fue asumida por el Verbo eterno, simplemente, sin rasgos (individuales), la imagen del Padre, que es el Hijo eterno, se convirtió en imagen de la naturaleza humana. Pues, así como es verdad que Dios se hizo hombre, también es verdad que el hombre se hizo Dios. Y, por consiguiente, la natura humana está transformada, en cuanto se ha convertido en la imagen divina, que es (la) imagen del Padre. Entonces: si habéis de ser un único hijo, debéis desasiros y separaros de todo cuanto provoca diferenciación en vosotros. Porque el hombre (individual) es un accidente de la naturaleza (humana), y por lo tanto separaos de todo cuanto es accidente en vosotros, y consideraos de acuerdo con la naturaleza humana libre (e) indivisa. Y luego, por cuanto la misma naturaleza – según la cual os consideráis – se ha convertido en Hijo del Padre eterno, gracias a la asunción por el Verbo divino, llegaréis (cada uno) a ser hijo del Padre eterno junto con Cristo ya que os consideráis de acuerdo con la misma naturaleza que allí (= en Cristo) se hizo Dios. Por eso, cuidaos de (no) consideraros como sois acaso ese hombre o aquél, sino concebíos de acuerdo con la naturaleza humana libre (e) indivisa. En consecuencia: si queréis ser un solo hijo, separaos de cualquier «no», porque el «no» produce diferenciación. ¿Cómo? ¡Fijaos! Por el hecho de que no seas aquel hombre, el «no» produce una diferenciación entre tú y aquel hombre. Y por consiguiente: si queréis carecer de diferenciación, libraos del «no». Porque en el alma hay una potencia separada del «no», ya que no tiene nada en común con cosa alguna; porque en esta potencia no hay nada fuera de Dios solo: Él arroja, desnudo, su luz en esta potencia. ECKHART: SERMONES: SERMÓN XLVI 3

Por eso digo: Cuando el hombre da la espalda a sí mismo y a todas las cosas creadas,… en la medida en que procedas así, serás unido y hecho feliz en la chispa del alma que nunca jamás tocó ni (al) tiempo ni (al) espacio. Esta chispa renuncia a todas las criaturas y no quiere nada fuera de Dios desnudo, tal como Él es en sí mismo. No se contenta ni con el Padre ni con el Hijo ni con el Espíritu Santo ni con las tres personas (juntas) en cuanto cada una subsiste en su peculiaridad. Digo por cierto que esa luz tampoco se contenta con la uniformidad de la índole fructífera de la naturaleza divina. Diré algo más todavía que suena más sorprendente aún: Digo por la verdad buena y eterna y perpetua que esa misma luz no se contenta con la esencia divina simple (e) inmóvil, que ni da ni recibe, más aún: ella quiere saber de dónde proviene esa esencia; quiere (penetrar) en el fondo simple, en el desierto silencioso adonde nunca echó mirada alguna la diferencia, ni (el) Padre ni (el) Hijo ni (el) Espíritu; en lo más íntimo que no es hogar para nadie. Allí esa luz se pone contenta y allí reside más entrañablemente que en sí misma, porque ese fondo constituye un silencio simple que es inmóvil en sí mismo; y esa inmovilidad mueve todas las cosas y (de ella) se reciben todas las vidas que viven (como) racionales en sí mismas. ECKHART: SERMONES: SERMÓN XLVIII 3

María buscaba únicamente a Dios; por eso lo encontró, y no anhelaba nada fuera de Dios. Al alma que ha de buscar a Dios, todas las criaturas la deben atormentar. A ella la atormentaba ver a los ángeles. De la misma manera, todas las cosas han de ser como nada para el alma destinada a buscar a Dios. Si el alma ha de encontrar a Dios, debe tener seis actitudes. Primero, aquello que antes le resultaba dulce, habrá de serle amargo. Segundo, el alma se le tiene que hacer demasiado estrecha de modo que no puede permanecer dentro de sí misma. Tercero, no ha de desear nada que no sea Dios. Cuarto, que nadie pueda consolarla fuera de Dios. Quinto, que no sea capaz de volver a las cosas perecederas. Sexto, que no tenga descanso interior hasta que (Dios) vuelva a ser suyo. ECKHART: SERMONES: SERMÓN LVI 3