Raimundo Lulio — Filosofia Moral
De la esperanza.
La esperanza es virtud que hace esperar al hombre el fin que desea, al cual cree llegar más por el poder y bondad de Dios o de otro que por su bondad o poder, y lo mismo es de la grandeza, duración, sabiduría y voluntad. La esperanza más es por el fin que por otro principio. Con ella los hombres confían en la misericordia de Dios que les perdone sus pecados; porque tiene mayor poder para perdonar los pecados que el que ellos tienen para pecar, y mayor es su bondad en hacer bien que la malicia de los hombres en hacer mal; y la voluntad de Dios es mayor en amar las cosas buenas y piadosas, que la voluntad, de los hombres, y lo mismo es de la sabiduría y duración de Dios. Y por eso el que así espera perdón de Dios, consigue el fin que desea. L>s hombres que quieren hacer algunas cosas, por la cuales Dios sea servido y honrado, si no las pueden hacer por sí mismos, porque tienen poco poder, tomen su recurso a el divino poder, debajo de cuya esperanza guarden el socorro, porque el fin es para la honra de aquel poder, y tales hombres tienen esperanza verdadera. Pero los hombres que desean llegar a cierto fin, para que sean honrados en él, se enriquezcan, sean servidos (y por modo de hablar), para que se salven y escapen de graves peligros, y tienen estos deseos por razón de su utilidad, y no total y absolutamente por la honra de Dios; estos tales no tienen verdadera esperanza, porque ninguno, pecando, puede tener verdadera esperanza, siendo ¡así que la esperanza y el pecar son contrarios, y que la esperanza, la virtud de la justicia y la caridad tienen concordancia. De la manera que la fe prepara la materia al entendimiento, para que pueda subir y levantar su entender a las supremas inteligibilidades; así la esperanza prepara la materia a la voluntad, para que haga subir su amar a las altas amabilidades y memorabilidades. Por eso la esperanza es causa que da a los hombres gran placer y reposo; y cuanto es mayor, tanto es causa de mayor placer y quietud. Y en este pasaje se conoce que Dios permite que algunos hombres, hijos de la esperanza y profesores de ella, sean pobres y estén en grandísimos peligros, para que tengan confianza en la bondad y poder de Dios. Porque de la manera que la gran frialdad hace al hombre que se acuerde del calor en el fuego, o la gran sed hace que el hombre se acuerde de la frialdad del agua o del lugar donde está la fuente; así los trabajos que padecen en este mundo los amigo* de Dios por su amor, les hace se acuerden del gran poder y gran bondad de Dios. Y lo mismo de su gran humildad, piedad y voluntad.