Ser

La cuarta enseñanza es la mejor de todas. Dice que «murieron». La muerte, (sin embargo), les otorga un ser. Afirma un maestro: La naturaleza nunca destruye nada a no ser que dé algo mejor. Cuando el aire se convierte en fuego, entonces es algo mejor; mas, cuando el aire se convierte en agua, es una destrucción y un error. Si (incluso) la naturaleza actúa así, cuánto más lo hace Dios: nunca destruye sin dar algo mejor. Los mártires están muertos y perdieron una vida (pero, en cambio) recibieron un ser. Dice un maestro que lo más noble son (el) ser y (la) vida y (el) conocimiento. (El) conocimiento es más sublime que (la) vida o (el) ser, pues en el hecho de conocer posee a la vez (la) vida y (el) ser. Mas luego, (la) vida es más noble que (el) ser o (el) conocer, como en el caso del árbol que vive, mientras la piedra (sólo) tiene el ser. Pero, si por otra parte, concebimos al ser como puro y acendrado, tal como es en sí mismo, entonces el ser es más sublime que (el) conocimiento o (la) vida. Han perdido una vida y encontrado un ser. Dice un maestro que nada se asemeja tanto a Dios como (el) ser; (una cosa), en cuanto tiene ser, en tanto se asemeja a Dios. Dice un maestro: (El) ser es tan puro y tan elevado que todo cuanto es Dios, es ser. Dios no reconoce nada fuera del ser, no sabe nada fuera de su ser, (el) ser es su anillo. Dios no ama nada fuera de su ser, no piensa en nada fuera de su ser. Yo digo: Todas las criaturas son un solo ser. Dice un maestro que ciertas criaturas se hallan tan cerca de Dios y poseen tanta luz divina impresa en ellas, que dan (el) ser a otras criaturas. Esto no es verdad, porque (el) ser es tan elevado y tan puro y tan afín a Dios, que nadie puede dar (el) ser sino sólo Dios en sí mismo. La esencia más propia de Dios es (el) ser. Dice un maestro: Una criatura bien puede darle vida a otra. Justamente por eso, todo cuanto es de alguna manera, está fundamentado tan sólo en (el) ser. SER es un nombre primigenio. Todo cuanto es defectuoso, es un abandono del ser. Nuestra vida entera debería ser un ser. Nuestra vida, en cuanto es un ser, en tanto está en Dios. Nuestra vida es afín a Dios en la medida en que está recogida en (el) ser. Por mezquina que sea nuestra vida, si se la aprehende en cuanto es ser, es más noble que cualquier cosa que alguna vez haya logrado vivir. Estoy seguro de que si un alma conociera lo más insignificante que tiene ser, nunca más le daría la espalda por un solo momento. Lo más pobre que se conociera dentro de Dios — aunque se conociera sólo una flor tal como tiene su ser en Dios — sería más noble que todo el mundo. Lo más insignificante que se halla en Dios, en cuanto es un ser, es mejor que un ángel si alguien lo llegara a conocer. 542 ECKHART: SERMONES: SERMÓN VIII 3