Tradições – O SECULAR
Esta laicización o secularización apunta hacia algo más profundo que la separación o no separación del «poder temporal» y el «poder espiritual»; es más bien esa situación la que hace que la cuestión se plantee y persista, cualquiera que sea la solución adoptada, pues el hecho mismo de asociar las ideas de «poder» y «espíritu» implica ya una secularización inicial. En este sentido, el triunfo transitorio del ismaelismo con los fatímidas fue sin duda un éxito desde el punto de vista de la historia política, pero desde la perspectiva de una religión iniciática no podía constituir sino una paradoja. El esoterismo shiíta apela a la idea de una jerarquía mística invisible; el concepto de ocultación (ghayba) o ausencia del Imam es característicamente suyo. La idea de una jerarquía puramente mística en la doctrina de Ibn Arabi, y en el sufismo en general, lleva probablemente la marca original del shiísmo y está perfectamente viva en nuestros días, en Irán, en el shaykhismo. Basta establecer una comparación con el Averroísmo y su evolución hacia un averroísmo político, tal como lo representa, por ejemplo, herder:Marsilio de Padua (siglo XIV), para apreciar las diferencias. Pero para que la secularización radical que se anuncia en la obra de Marsilio fuese posible, hacía falta que éste tuviese ante sí algo secularizable: esa realidad del poder que el sacerdocio reivindica — y que finalmente le sería negada —, con el riesgo de trasponer la ficción al dominio sobrenatural. Otro aspecto de esta ambigüedad ya señalada, sorprendente y comprensible a la vez, es el hecho de que el averroísmo pudiese ser tanto refugio de los pensadores racionalistas, cuanto alimento de la escolástica tardía, en la escuela de Padua, hasta el siglo XVII. No obstante, unos y otros habrían sido incapaces de comprender tanto la espiritualidad de un Ibn Arabi como la imamología, la walaya o sacerdocio espiritual del Imam y los suyos, que inicia al sentido esotérico, a la gnosis de las revelaciones.
Decir que la secularización comienza con la eliminación de la gnosis supone referirse al fenómeno de la desacralización esencial, una decadencia metafísica de lo sagrado que no compensa ni codifica ningún derecho canónico. Esta desacralización comienza por el individuo, al que golpea en lo más profundo de sí. El averroísmo niega toda posible eternización al individuo humano como tal. Santo Tomás, cortando radicalmente el problema de los intelectos, le atribuye un «intelecto agente», pero no un intelecto separado; no es ya una Inteligencia trascendente ni celestial. Lo que subyace bajo la apariencia técnica de la solución es la abolición de la dimensión trascendente del individuo como tal, es decir, de su relación inmediata y personal con el Ángel del Conocimiento y la Revelación. Aunque, en realidad, si esta abolición se imponía era porque la relación del individuo con el mundo divino dependía del magisterio, es decir, de la iglesia como mediadora de la Revelación. No hay paradoja más que en apariencia si lo que parece asegurar la autonomía noética de la persona individual va a la par con la socialización. Alienación ineluctable, porque el problema de la autonomía que se planteaba bajo la aparente aridez técnica del sintomático problema de los intelectos, demandaba una solución que no fuera ni la Inteligencia única del averroísmo, ni el intelecto agente simplemente inmanente en el individuo, sino algo que intuían muy bien los1 en su sofiología, cuando designaban la Inteligencia agente separada, específica de cada individualidad espiritual, su Espíritu Santo, su Señor personal, lo que la vincula al Pleroma sin ninguna otra mediación. Esta misma figura puede identificarse bajo nombres muy diversos, y tras ella van los espirituales en una búsqueda por itinerarios no menos variados. Más adelante señalaremos sus recurrencias en Abü’l Barakát, en Sohravardí, en Ibn Arabi. Lo lamentable es que, una vez socializada la norma religiosa, una vez «encarnada» en la realidad eclesial, las insurrecciones del espíritu y del alma se dirigirán fatalmente contra ella. Por el contrario, preservada como norma interior personal, se identifica con el libre albedrío individual. Es posible discernir en la oposición que produjo la caída del avicenismo latino, concomitante con el fracaso de otros movimientos religiosos de los siglos XII y XIII, las mismas razones que en los primeros siglos habían informado los esfuerzos de la gran Iglesia para eliminar la gnosis. Pero esta eliminación aseguraba por adelantado la victoria del averroísmo con todas sus implicaciones. (HCIbnArabi)
PÁGINAS:
Fiéis do Amor|Fedeli d’amore ↩