Santíssima Trindade

DIVINODEUSSANTÍSSIMA TRINDADE

VIDE: PAI; FILHO; ESPÍRITO SANTO; PAI-FILHO; PAI-MÃE-FILHO; TRINDADE E ENERGIAS DIVINAS; TRINDADE — PESSOAS — ENERGIAS; TRINDADE E CRIATURA; TRINDADE E SHEKINAH; MISTÉRIO DA SANTÍSSIMA TRINDADE


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Agostinho de Hipona
Quem entende a Trindade toda-poderosa? E quem não fala dela, se é que é dela de quem o faz? É rara a alma que enquanto fala dela sabe o que diz. E questionam e disputam, e ninguém vê essa visão, sem paz. Quisera que os homens pensassem em si mesmos estas três coisas. São muito diversas estas. três coisas daquela Trindade. Porém quero dizer onde se exercitem, e comprovem, e sintam quão diversas o são. Digo estas três coisas: ser, conhecer, querer. Pois sou, e conheço, e quero. Sou sapiente, e volente; e sei que sou e quero; e quero ser e saber. Nestas três coisas, portanto, veja, quem puder, que vida inseparável existe, e uma vida, e uma mente, e uma essência, e, por último, que diversidade inseparável, e no entanto diversidade. Certamente é visível: atente para si mesmo, e veja, e diga-me. (Confessiones, XIII, 11.)
Pois disse Deus: Façamos o homem a nossa imagem e semelhança. Mas pouco depois se diz: E Deus fez o homem a imagem de Deus. Certamente não se diria de um modo correto “nossa” se o homem fosse feito a imagem de uma só pessoa, do Pai, do Filho, ou do Espírito Santo. Mas porque foi feito à imagem da Trindade, se disse: a nossa imagem. Porém, para que não pensássemos que na Trindade se deve crer três deuses, visto que a mesma Trindade é um só Deus, diz: E Deus fez o homem a imagem de Deus, como se dissesse: a sua imagem. (De Trinitate, XII, 6.)

Erígena: DA DIVISÃO DA NATUREZA —

Johannes Tauler: Tauler, segundo Giuseppe Faggin
Como Eckhart, também Tauler vê na Trindade o paradigma absoluto do processo dialético da alma humana: o Pai, por sua virtude pessoal, dirige a si mesmo seu pensamento, perscruta a si mesmo e o abismo de sua essência eterna;por esta compreensão de si mesmo se expressa inteiramente e o Filho é a palavra que ele gera na eternidade; por unidade essencial permanece em si mesmo e sai de si por diferenciação pessoal, mas para retornar a si em perfeita complacência por si mesmo. A complacência se torna em amor que é o Espírito Santo; assim o Pai permanece em si próprio, em seguida sai e mais tarde volta a si. Por conseguinte,cada saída acontece pela possibilidade de um retorno e o homem é a criatura mais perfeita e mais nobre porque pode voltar às origens e fechar em si o círculo da Vida universal, pois só quem sai de si e de sua própria individualidade pode ser gerador espiritual do nascimento divino. Porém enquanto em Deus os três momentos do único ritmo interior não perturbam de modo algum a unidade e a estabilidade do Absoluto em si mesmo, no homem a vida interior não é imediatismo senão renovada conquista, visto que supera a dispersão no tempo e nas coisas temporais na qual consiste sua condição de criatura.

Isidoro de Sevilha Sobre la Trinidad (Etimologias — Obra completa em latim)
Escolhemos também para uma primeira apresentação de tema tão sutil e fundamental, ao mesmo tempo, a entrada constante do livro de S. Isidoro de Sevilha, Etimologias. Pretendemos adicionar mais “esclarecimentos” progressivamente.

Vladimir Lossky: Teologia Mística da Igreja do Oriente
Insistiendo en la monarquía del Padre, fuente única de divinidad y principio de la unidad de los tres, los orientales defendían un concepto de la Trinidad que estimaban más concreto, más personal. Cabe preguntarse, sin embargo, si esa triadología no cae en el exceso contrario a aquel que los griegos reprochaban a los latinos, si no hace pasar las personas antes de la naturaleza. Eso ocurriría, por ejemplo, si la naturaleza recibiese el carácter de revelación común de las personas, como sucede en la sofiología del padre Boulgakof, teólogo ruso moderno cuya doctrina, al igual que la de Orígenes, muestra los peligros del pensamiento oriental o, más bien, los escollos propios del pensamiento ruso. Pero la tradición ortodoxa está tan lejos de ese exceso oriental como de su antítesis occidental. En efecto, tal como hemos visto, si las personas existen, es precisamente porque tienen la naturaleza; su procesión misma consiste en recibir del Padre la naturaleza. Otra objeción puede parecer más fundada: ¿No será esa monarquía del Padre una expresión del subordinacionismo? El Padre, fuente única, ¿no recibe en esta concepción el carácter de la persona divina por excelencia? San Gregorio Nacianceno había previsto esa dificultad: «Me hubiese gustado — dice — exaltar al Padre como el más grande, de quien proviene la igualdad y el ser de sus iguales… temo sin embargo hacer del Principio un principio de los inferiores y ofenderlo así queriendo exaltarlo, pues la gloria del Principio no consiste en el descenso de los que de él proceden». «Divinidad… sin escalón superior que eleve ni escalón inferior que descienda, de todas maneras igual, de todos modos la misma, como en el cielo belleza y grandeza no son sino una. Es la infinita connaturalidad de tres infinitos. Cada uno considerado en sí mismo es Dios por completo, tanto el Hijo como el Padre, tanto el Espíritu Santo como el Hijo, conservando cada uno, sin embargo, su carácter personal; Dios los Tres considerados juntos. Cada uno es Dios a causa de la consubs-tancialidad; los Tres son Dios a causa de la monarquía».

Así, el pensamiento apofático de los padres, al formular el dogma de la Trinidad, supo guardar en la distinción entre la naturaleza y las hipóstasis su equivalencia misteriosa. Dios es «idénticamente mónada y tríada» conforme a las palabras de san Máximo. Es el fin de la vía que no tiene fin, el término de la elevación sin término: lo incognoscible se revela precisamente porque es incognoscible, por que su incognoscibilidad reside en que Dios no es tan sólo naturaleza sino tres personas, porque la esencia incognoscible es tal en la medida en que es esencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Dios incognoscible por ser Trinidad, pero también que se revela como Trinidad. Éste es el fin del apofatismo: la revelación de la Santísima Trinidad como hecho inicial, realidad absoluta, dato primero que no puede ser deducido, explicado o hallado a partir de otra verdad, porque nada hay que le sea anterior. El pensamiento apofático, que renuncia a todo apoyo, encuentra un apoyo en Dios, cuya incognoscibilidad aparece como Trinidad. Aquí adquiere el pensamiento una estabilidad inconmovible, la teología encuentra su fundamento, la ignorancia se convierte en conocimiento. Para la Iglesia de Oriente, si se habla de Dios, es siempre el concreto, «Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, Dios de Jesucristo», es siempre la Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Por el contrario, cuando la naturaleza común pasa al primer plano en el concepto del dogma trinitario, es inevitable que la realidad religiosa de Dios-Trinidad, se eclipse en cierta medida, dando lugar a una cierta filosofía de la esencia. La idea misma de la beatitud recibirá en Occidente un acento un tanto intelectual, presentándose como una visión de la esencia de Dios. La relación personal del hombre con Dios vivo ya no se dirigirá a la Trinidad, sino que tendrá más bien por objeto la persona de Cristo que nos revela la esencia divina. El pensamiento y la vida cristiana se volverán cristocéntricos, ligándose sobre todo a la humanidad del Verbo encarnado y se puede decir que eso será su ancla de salvación. En efecto, en las condiciones doctrinales propias del Occidente, cualquier especulación propiamente teocéntrica correría el riesgo de tender a la esencia antes que a las personas y de tornarse una mística del «abismo divino» (cf. la Gottheit del maestro Eckhart), un apofatismo impersonal de la divinidad-nada, anterior a la Trinidad. Se volverá así, por un paradójico rodeo, a través del cristianismo hacia la mística neoplatónica.

Gregório do Sinai: TRINDADE


Theosophia
Paracelso: TRINDADE


Perenialistas: SANTÍSSIMA TRINDADE