En cuanto a este noble hombre interior en el cual están impresas y sembradas la semilla y la imagen de Dios — (es decir), cómo esta semilla y esta imagen de la naturaleza y esencia divinas, (o sea) el Hijo de Dios, salen a luz y uno las percibe, pero cómo de vez en cuando se hallan también escondidas — a esto se refiere el gran maestro Orígenes con un símil, diciendo que la imagen de Dios, (o sea) el Hijo de Dios, existe en el fondo del alma cual fuente vívida. Pero cuando alguien le echa encima tierra, es decir, apetitos terrestres, la estorba y encubre de modo que nada se conoce o percibe de ella; sin embargo, permanece viva en sí misma y cuando se le quita la tierra, que desde fuera le fue arrojada encima, (la fuente) resurge y se la percibe. Y (Orígenes) dice que se alude a esta verdad en el primer libro de Moisés donde está escrito que Abraham había excavado en su campo varios POZOS de agua viva y que unos malhechores los llenaron de tierra; pero luego, una vez sacada la tierra, las fuentes resurgieron vivas (Génesis 26, 14 ss).
pozos
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