Mediador

ANJOS — MEDIADOR

VIDE: Tribhuvana; Mundo Intermediário

René Guénon: MEDIADOR; O HOMEM E OS TRÊS MUNDOS

Por otra parte, hemos hecho alusión a una relación más particular del hombre con el «mundo intermediario», que es lo que se podría llamar una relación de «función»: colocado entre el Cielo y la Tierra, no solo en el sentido principial que tienen en la Gran Tríada, sino también en el sentido más especializado que tienen en el Tribhuvana, es decir, entre el mundo espiritual y el mundo corporal, y participando a la vez del uno y del otro por su constitución, el hombre tiene por eso mismo, al respecto del conjunto del Cosmos, un papel intermediario comparable al que tiene en el ser vivo el alma entre el espíritu y el cuerpo. Ahora bien, lo que hay que precisar particularmente a este respecto, es que, precisamente, es en el dominio intermediario cuyo conjunto se designa como alma, o también como la «forma sutil», donde se encuentra comprendido el elemento que es propiamente característico de la individualidad humana como tal, y que es la «mente» (manas), de suerte que, se podría decir, este elemento específicamente humano se sitúa en el hombre como el hombre mismo se sitúa en el Cosmos.

Desde entonces es fácil comprender que la función en relación a la cual se establece la correspondencia del hombre con el término medio del Tribhuvana, o con el alma que le representa en el ser vivo, es propiamente una función de «mediación»: el principio anímico ha sido calificado frecuentemente de «mediador» entre el espíritu y el cuerpo1; y, de igual modo, el hombre tiene verdaderamente un papel de «mediador» entre el Cielo y la Tierra, así como lo explicaremos más ampliamente después. Es en eso solo, y no en tanto que el hombre es el «Hijo del Cielo y de la Tierra», como puede establecerse una correspondencia término a término entre la Gran Tríada y el Tribhuvana, sin que esta correspondencia implique de ninguna manera una identificación de los términos de la una a los del otro; éste es el punto de vista que hemos llamado «estático», para distinguirle del que se podría decir «genético» 2, es decir, del que concierne al orden de producción de los términos, y para el que una tal concordancia no es ya posible, como se verá mejor todavía por las consideraciones siguientes.

Allard l’Olivier: L’ILLUMINATION DU COEUR

Com a queda de Lúcifer, entre Deus e o homem, doravante, um mediador era necessário; Deus, assim, depois do pecado original, não era obrigado a operar a salvação da criatura humana; em sua misericórdia infinita, o fez no entanto. O Pai enviou o Verbo no mundo para satisfazer sua Justiça, e a Virgem concebeu do Espírito Santo o Cristo-Jesus que Iblis tinha sido convidado a adorar sob a figura de Adão. Este Mediador, tendo vencido a morte por sua paixão e sua ressurreição, se tornou, em lugar e posto de Lúcifer, o Rei do Mundo, reitor da criação. Mas, aguardando que os tempos chegassem à maturidade para o advento do Redentor, YHWH-Elohim fez para Adão e sua esposa túnicas de pele, e delas os revestiu (Gen 3,21). O que entender por isso? Que Deus, em sua misericórdia, concedeu a Adão e Eva uma graça particular de natureza a lhes dar a capacidade de crer que estavam justificados no sentimento ingênuo que tinham de existir? Todo o relato bíblico é, em todo caso, simbólico. Assim como o universo não foi criado em seis dias de 24 horas (Relato dos Seis Dias), de alguma maneira que convém interpretar o hexameron, e assim também o pecado original não consistiu de modo algum em colher uma maçã e degustá-la, ainda que não saibamos muito bem a materialidade do fato que se oculta por trás disto que nos é contado, assim ainda, a vergonha que Adão sentiu de sua nudez não lhe veio do caráter infame de seus órgãos que estando nu, exibia. A nudez de Adão significa mais profundamente a miséria da «indigência» total ao qual é reduzida a criatura individual como tal quando o desvelamento a põe face de seu Deus.

Não há — não há mais — intermediário angélico ou búdico entre Deus e o homem e, por outro lado, cada alma espiritual possui, depois da queda, seu próprio intelecto agente pelo fato que toda alma oferece a Deus, como um espelho, a face interna de seu espírito. Mas se não há intermediário angélico ou búdico entre Deus e o homem, há desde o advento do Salvador — preparado por Deus — um Cristo verdadeiro Deus e verdadeiro homem — criado enquanto que Jesus, incriado enquanto Verbo — que tem nos céus angélicos o posto que originalmente ocupava Lúcifer ou Metatron e que ocupa ainda, no hinduísmo, Buddhi enquanto Trimurti. Sentado no trono de glória, este Cristo é o Pantocrator e, propriamente falando, A Shekinah do alto. E é dele, finalmente, que dependem a Clemência e o Rigor; e se ele veio entre nós, como senhor de todas as misericórdias, para curar os homens arruinados pelo pecado original, retornará no fim dos tempos, como justiceiro rigoroso que dividirá os homens, como o exige a Justiça divina, em bons e em maus.

  1. Aquí puede recordarse concretamente el «mediador plástico» de Cudworth.[]
  2. Aunque «estático» se opone habitualmente a «dinámico», preferimos no emplear aquí esta palabra «dinámico», que sin ser absolutamente impropia, no expresaría bastante claramente aquello de lo que se trata.[]