Helenismo

HANS JONASReligião Gnóstica
*INTRODUÇÃO: ORIENTE E OCIDENTE NO HELENISMO
**A parte do Ocidente
***Cultura grega na véspera das conquistas de Alexandre
***Cosmopolitismo e a nova colonização grega
***A helenização do Oriente
***O Helenismo tardio: a mudança da cultura de secular para religiosa
***Os quatro estágios da cultura grega
**A parte do Oriente
***O Oriente na véspera das conquistas de Alexandre
***O Oriente sob o Helenismo
***Re-emergência do Oriente


Debemos ahora enumerar resumidamente los fenómenos en los cuales el influjo oriental se manifiesta en el mundo helenístico, desde los comienzos de la era cristiana en adelante. En líneas generales, éstos son los siguientes: la expansión del judaísmo helenístico, y en especial de la filosofía judeoalejandrina; la expansión de la astrología babilonia y de la magia, coincidente con el crecimiento general del fatalismo en el mundo occidental; la expansión de distintos cultos mistéricos en el mundo helenístico romano, y su evolución hacia religiones de los misterios espirituales; el surgimiento del cristianismo; el florecimiento de los movimientos gnósticos y de sus grandes sistemas dentro y fuera del marco cristiano; y la aparición de las filosofías trascendentales del último período de la Antigüedad, que dan comienzo con el neopitagorismo y culminan con la escuela neoplatónica.

Diferentes como son, todos estos fenómenos están, a grandes rasgos, relacionados entre sí. Sus enseñanzas tienen importantes puntos en común, e incluso en sus divergencias comparten un clima de pensamiento común: la literatura de cada uno de ellos complementa nuestra comprensión de los otros. Más obvia que el reinado de la substancia espiritual resulta la recurrencia de patrones de expresión típicos, de imágenes y fórmulas específicas, que recorre la literatura de todo el grupo. En Filón de Alejandría encontramos, además de los elementos platónicos y estoicos de los que está saturado el centro medular judío, el lenguaje de los cultos mistéricos y la incipiente terminología de un nuevo misticismo. Las religiones de los misterios por su parte mantienen una estrecha relación con el complejo de ideas astral. El neoplatonismo se muestra enteramente abierto a toda la ciencia popular religiosa pagana, especialmente a la oriental, y reivindica su antigüedad, así como un halo de espiritualidad. El cristianismo, incluso en sus manifestaciones «ortodoxas», tuvo desde el principio (al menos desde san Pablo, sin duda) aspectos sincréticos, si bien sobrepasados con mucho, en este sentido, por sus vástagos heréticos: los sistemas gnósticos. Estos sistemas son un compendio de mitologías orientales, doctrinas astrológicas, teología irania, elementos de la tradición judía —bíblica, rabínica u ocultista—, escatología salvífica cristiana, o términos y conceptos platónicos. El sincretismo obtuvo en este período su mayor eficacia; dejó de estar limitado a cultos específicos y al cuidado de sus sacerdotes, para introducirse en todo el pensamiento de la época y mostrarse en todos los campos de la expresión literaria. Así, ninguno de los fenómenos que hemos enumerado pueden considerarse aislados del resto.

No obstante, el sincretismo, la combinación de ideas e imágenes dadas, es decir, de las monedas acuñadas por las distintas tradiciones, constituye sólo un hecho formal que deja abierta la cuestión del contenido mental cuyo aspecto externo determina. ¿Existe un elemento aglutinador —nos preguntamos cuando nos enfrentamos a un fenómeno formado por tantos elementos— y, de existir, en qué consiste? ¿De qué está hecha la fuerza que organiza la materia sincrética? Dijimos al principio, como afirmación preliminar, que a pesar de su exterior «sintético» el nuevo espíritu no era un eclecticismo desorientado. ¿Cuál era entonces el principio que lo movía y cuál la dirección tomada?