Jeremías

Ahora digo yo: En vista de que al hombre le es dado en préstamo todo cuanto es bueno o consolador o temporal, ¿con qué derecho se queja cuando Aquel que se lo prestó lo quiere recuperar? Debe dar las gracias a Dios por habérselo prestado durante tanto tiempo. Tiene que agradecerle también que no le haya quitado íntegramente cuanto le había prestado; y si el hombre se enoja porque le haya quitado una parte de lo que nunca le perteneció y cuyo amo no fue jamás, sólo será justo que Dios le quite todo cuanto le había prestado. Y por ello el profeta JEREMÍAS dijo con toda razón en medio de grandes sufrimientos y lamentaciones: «¡Son múltiples las misericordias de Dios para que no perezcamos del todo!» (Lamentac 3,22). Si alguien me hubiera prestado su chaqueta, su jubón de piel y su sobretodo, y me quitara otra vez su sobretodo dejándome, para las heladas, la chaqueta y el jubón de piel, yo debería agradecérselo con mucha razón y sentir alegría. Y así debo comprender en especial la gran equivocación que cometo, cuando me enojo y me quejo tan pronto como pierdo alguna cosa; pues, si pretendo que lo bueno que tengo me sea dado como propio y no (sólo) prestado, quiero ser Señor e Hijo de Dios por naturaleza y en sentido absoluto, mientras ni siquiera he llegado a ser hijo de Dios por obra de la gracia; porque la cualidad del Hijo de Dios y del Espíritu Santo consiste en observar igual conducta frente a todas las cosas. 294 ECKHART: TRATADOS EL LIBRO DE LA CONSOLACIÓN DIVINA 2

Ahora bien, San Agustín afirma lo siguiente: Cuando la luz del alma, en la cual las criaturas reciben su ser, alumbra a las criaturas, él habla de una mañana. Cuando la luz del ángel alumbra y encierra en sí la luz del alma, dice que es de media mañana. Expresa David: «El sendero del hombre justo crece y asciende hasta el pleno mediodía» (Prov 4, 18). El sendero es hermoso y agradable y placentero e íntimo. Además, cuando la luz divina alumbra la luz del ángel, y la luz del alma y la luz del ángel se recogen en la luz divina, esto lo llama mediodía. Entonces el día ha llegado a su punto más alto y más largo y más perfecto, cuando el sol se halla en el cenit y vierte su resplandor sobre las estrellas y las estrellas vierten su brillo sobre la luna de modo que todo se subordina al sol. Del mismo modo, la luz divina ha recogido en sí la luz del ángel y la luz del alma, de manera que todo se halla ordenado y enderezado, y en ese instante todo junto da loa a Dios. Ya no hay nada que no alabe a Dios y todo se yergue semejante a Dios, cuanto más semejante tanto más lleno de Dios, y todo junto alaba a Dios. Nuestro Señor dijo: «Moraré con vosotros en vuestra casa» (JEREMÍAS 7, 3 a 7). Suplicamos a Dios, Nuestro querido Señor, que more aquí con nosotros para que nosotros moremos eternamente con Él; que Dios nos ayude a (lograr)lo. Amén. 756 ECKHART: SERMONES: SERMÓN XIX 3

«El Señor extendió su mano y tocó mi boca y me habló» (JEREMÍAS 1, 9 ss). 1321 ECKHART: SERMONES: SERMÓN LIII 3

El profeta dice: «El Señor ha extendido su mano» (Jerem 1, 9), y (con ello) se refiere al Espíritu Santo. También dice: «Ha tocado mi boca» y luego: «Me ha hablado» (JEREMÍAS 1, 9). La boca del alma es la parte suprema del alma, a este hecho se refiere (el alma) y dice: «Ha puesto su palabra en mi boca» (JEREMÍAS 1, 9)… éste es el beso del alma: ahí se encuentran boca con boca, ahí el Padre engendra a su Hijo en el alma y ahí se le «habla» a ella. Ahora dice: «Observa que hoy te he elegido y te he colocado sobre (el) pueblo y (los) reinos» (JEREMÍAS 1, 10). Dios promete elegirnos «hoy», allí donde no hay nada y donde, sin embargo, existe el «hoy» en la eternidad. «Y te he colocado sobre (el) pueblo»… esto quiere decir sobre todo el mundo; de él debes estar libre… «y sobre (los) reinos»… esto quiere decir: Lo que es más de uno, es demasiado porque debes morir para todas las cosas y ser in-formado otra vez en lo alto donde moraremos en el Espíritu Santo. 1326 ECKHART: SERMONES: SERMÓN LIII 3