HETH ×—
Khet, Kheth, Chet, Cheth
Cabala
Mario Satz: Senderos en el jardín del corazón
“El que vive, el que vive, éste te dará alabanza como yo hoy”, escribe Isaías 38.20. El hoy, como el ahora, alude a la presencia continua, en nosotros, del Dios vivo, ELOHIM JAÍM. Por eso, conociendo esta fuente e indicando el camino hacia ella, Hillel el Sabio se atrevió a decir: “No digas que estudiarás cuando te halles desocupado; quizá no te hallarás desocupado.” Cada instante es digno de alabanza y estudio desde la perspectiva de la JET, ×—, puesto que a la muerte le sucede la resurrección, y a la resurrección, la vida entera. Es, entonces, desde la ocupación, en medio la acción diaria que puede observarse y cumplirse el fenómeno de la alabanza que el profeta establece como YODEJA, vocablo que porta la YOD, é, décima letra que “no será cambiada”. Desde lo cotidiano, a partir del hoy en el que estamos y somos, puede alcanzarse la vida entera trascendiendo el anillo o eslabón individual para descubrir cómo cada especie depende de otra y todas, a su vez, del cielo y de la tierra. Si estudiar es cambiar, y ambas operaciones generan una mutación espiritual, el ser humano se renueva a través de frecuentes inmersiones en sus propias fuentes abismales. “Bebe el agua de tu misma cisterna” (Proverbios 5.15). Al respecto, es maravilloso constatar que JAÍM, vida, significa JAI o viviente, mar, YAM. De ahí que nuestra tenue consciencia sea una ola en el insondable mar de la inconciencia y exista una identidad casi formal entre las dendritas de nuestras neuronas y las antiguas algas rojas de los océanos.
Heth
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