Entonces digo yo: ¡Tanto más necesitas acudir a tu Dios! pues por Él serás inflamado y sentirás ardor y en Él serás santificado y vinculado y unido sólo a Él, pues, en el Sacramento, y en ninguna otra parte, encuentras con igual excelencia esta merced de que tus fuerzas CORPÓREAS se unan y concentren gracias al excelso poder de la presencia corpórea del Cuerpo de Nuestro Señor, de modo que todos los sentidos dispersos del hombre y su ánimo se concentren y unan en esta (presencia), y ellos que, dispersos entre sí, estaban demasiado inclinados hacia abajo, aquí son enderezados y presentados ordenadamente a Dios. Y este Dios que mora en el interior los acostumbra a dirigirse hacia dentro y les quita el hábito de dejarse estorbar físicamente por las cosas temporales y así se tornan hábiles para las cosas divinas, y, fortalecido por su Cuerpo, tu cuerpo es renovado. Porque nosotros hemos de ser transformados en Él y totalmente unidos con Él (Cfr 2 Cor 3, 18), de modo que lo suyo llegue a ser nuestro y todo lo nuestro suyo, nuestro corazón y el suyo, un solo corazón, nuestro cuerpo y el suyo, un solo cuerpo. Nuestros sentidos y nuestra voluntad e intención, nuestras potencias y miembros, habrán de ser trasladados en Él de manera tal que no lo sienta y perciba en todas las potencias del cuerpo y del alma. 166 ECKHART: TRATADOS PLÁTICAS INSTRUCTIVAS 20.
Existe además otro significado ¡pensadlo celosamente! Él (Santiago) dice: «Todo don». Sólo lo óptimo y lo más excelso son dones por excelencia y en sentido propio. No hay cosa alguna que Dios dé con tanto gusto como dones grandes. Una vez dije en este lugar que Dios incluso prefiere perdonar pecados grandes antes que pequeños. Y cuanto mayores son, con tanto más agrado y rapidez los perdona. Y exactamente lo mismo sucede con la gracia y el don y la virtud: cuanto más grandes sean, con tanto mayor placer los dará; pues su naturaleza pende del hecho de que otorgue cosas grandes. Y por ello, cuanto más valiosas son las cosas, tanto más hay de ellas. Las criaturas más nobles son los ángeles y ellos son puramente espirituales y no tienen corporeidad, y ellos son mayoría y hay más de ellos que la multitud de las cosas CORPÓREAS. Las cosas grandes se llaman muy propiamente «dones» y le pertenecen a Él de la manera más propia y entrañable. 459 ECKHART: SERMONES: SERMÓN IV 3
Y dijo: «Un hombre se marchó». Aristóteles planeó (escribir) un libro con el propósito de hablar de todas las cosas. Ahora prestad atención a lo dicho por Aristóteles con respecto a este hombre. «Homo» significa un hombre al que está añadida una forma y ella le da un ser y una vida comunes con todas las criaturas, las racionales y las irracionales: (vida y ser) irracionales con todas las criaturas CORPÓREAS, y racionales con los ángeles. Y él (Aristóteles) dice: Así como todas las criaturas con (sus) imágenes primigenias (ideas) y formas son aprehendidas racionalmente por los ángeles y los ángeles conocen racionalmente cada cosa en su diferenciación — lo cual le da tanto gozo al ángel que sería un milagro para quienes no lo hubieran sentido y saboreado — exactamente así conoce el hombre racionalmente la imagen y forma de cada criatura en (su) diferenciación. Esto lo atribuyó Aristóteles al hombre: que el hombre es «hombre» por el hecho de conocer todas las imágenes (primigenias) y formas; a causa de ello el hombre sería «hombre». Y esto era la suprema interpretación mediante la cual Aristóteles sabía determinar al hombre. 678 ECKHART: SERMONES: SERMÓN XV 3
Luego: «¡Permanece parado en la puerta!» Quien está parado, tiene los miembros ordenados. Él quiere decir que la parte suprema del alma se debe hallar firmemente erguida. Todo cuanto está ordenado, tiene que haberse subordinado a aquello que está por encima de ello. Todas las criaturas no le agradan a Dios cuando no las alumbra la luz natural del alma, de la cual reciben su ser, y cuando la luz del ángel no alumbra la luz del alma y la prepara y dispone para que la luz divina pueda operar en ella; porque Dios no opera en las cosas CORPÓREAS, opera (tan sólo) en (la) eternidad. Por eso el alma ha de estar recogida y elevada y tiene que ser espíritu. Allí opera Dios, allí todas las obras le agradan a Dios. No hay obra alguna que jamás le plazca a Dios a no ser que se la realice allí. 751 ECKHART: SERMONES: SERMÓN XIX 3
Una segunda enseñanza (surge) cuando dice: «Padre de todos, tú eres bendecido». Esta palabra, sí, lleva en sí un elemento de cambio. Cuando dice «Padre» nos incluye a nosotros ahora mismo. Si Él es nuestro Padre, nosotros somos sus hijos, y tanto su honra como el insulto de que lo hacen objeto, nos llegan al corazón. Cuando el hijo ve el amor que le tiene el padre, entonces sabe por qué le debe una vida pura e inocente. Por esta razón nosotros también tenemos que vivir con pureza ya que Dios mismo dice: «Bienaventurados son los limpios de corazón, porque verán a Dios» (Mateo 5, 8). ¿Qué es la limpieza del corazón? Limpieza del corazón es aquello que se halla apartado y separado de todas las cosas CORPÓREAS, y que está recogido y encerrado en sí mismo y luego, a partir de esta pureza, se arroja en Dios y allí llega a la unión. Dice David: Puras e inocentes son las obras que corren y se cumplen en la luz del alma; más inocentes, empero, (son) aquellas que permanecen adentro y en el espíritu sin salir. «Un solo Dios y Padre de todos.» 796 ECKHART: SERMONES: SERMÓN XXI 3
El mar, ¿por qué se llama «furia»? Porque se enfurece y está inquieto. «Ordenó a sus discípulos que subieran». Quien quiere escuchar al Verbo y llegar a ser discípulo de Cristo, tiene que subir y elevar su entendimiento por encima de todas las cosas CORPÓREAS, y debe cruzar la «furia» de la inconstancia (inherente) a las cosas perecederas. Mientras existe alguna volubilidad, ya sea astucia o ira o tristeza, ella tapa el entendimiento de modo que no puede escuchar al Verbo. Dice un maestro: Quien ha de entender las cosas naturales y aun las materiales, debe desnudar su conocimiento de todas las demás cosas. Yo ya he dicho varias veces (lo siguiente): Cuando el sol vierte su luz sobre las cosas CORPÓREAS, entonces transforma aquello a que puede abrazar, en (vapor) fino y lo alza consigo: si la luz del sol fuera capaz de hacerlo, lo elevaría hasta el fondo de donde ella ha emanado. Mas, cuando lo alza por el aire y (el vapor) se ha extendido en sí mismo y calentado por obra del sol y luego (cuando) sube hacia el frío, sufre un revés por el frío y se precipita en (forma de) lluvia o nieve. Así sucede con el Espíritu Santo: levanta al alma y la eleva y alza junto con Él, y si ella estuviera preparada, la levantaría hasta el fondo de donde Él ha emanado. Así acaece cuando el Espíritu Santo mora en el alma: entonces ella sube porque Él la alza junto consigo. Mas, cuando el Espíritu Santo se retira del alma, ella cae hacia abajo porque aquello que es de la tierra, cae hacia abajo; pero aquello que es de fuego, va girando hacia arriba. Por ello, el hombre debe haber pisoteado todas las cosas que son terrestres, y todo cuanto pueda encubrir el entendimiento para que no quede nada que no sea igual al conocimiento. Si (el alma) obra (sólo) en el conocimiento, es igual a éste. El alma que de tal manera ha ido más allá de todas las cosas, es elevada por el Espíritu Santo y Él la alza junto consigo hasta el fondo de donde Él emanó. Ah sí, la lleva a su imagen eterna de donde ella ha surgido, a esa imagen según la cual el Padre ha configurado todas las cosas, a esa imagen en la cual todas las cosas son uno, a la extensión y profundidad en las cuales vuelven a terminar todas las cosas. Quien quiere llegar a este (punto), escuchar al Verbo y ser discípulo de Jesús, la salvación, debe haber pisoteado todas las cosas que son desiguales (a la imagen). 831 ECKHART: SERMONES: SERMÓN XXIII 3
Esa casa significa el alma en su totalidad, y los senderos de la casa representan a las potencias del alma. Dice un viejo maestro que el alma está hecha entre uno y dos. Uno es la eternidad que se preserva siempre sola y es uniforme. Dos, (empero), es el tiempo que se transforma y multiplica. (Con eso) quiere decir que el alma, con las potencias más elevadas, toca a la eternidad, o sea, a Dios; y con las potencias inferiores toca al tiempo y por ello es sometida al cambio y se inclina hacia las cosas CORPÓREAS y, al hacerlo, pierde su nobleza. Si el alma pudiera conocer íntegramente a Dios, como (hacen) los ángeles, nunca habría entrado en el cuerpo. Si pudiera conocer a Dios sin el mundo, éste nunca habría sido creado a causa de ella. El mundo fue creado a causa de ella con la finalidad de que la vista del alma fuera ejercitada y fortalecida para que fuese capaz de soportar la luz divina. Así como la luz del sol no se proyecta sobre la tierra sin ser envuelta por el aire y desparramada sobre otras cosas, ya que de otra manera la vista humana no la podría soportar, así también la luz divina es fortísima y tan clara que la vista del alma no la podría soportar sin ser fortalecida y elevada por la materia y las parábolas, y de esta manera es conducida hasta la luz divina y aclimatada dentro de ella. 975 ECKHART: SERMONES: SERMÓN XXXII 3
«El patriarca Jacobo llegó a un lugar y al atardecer, cuando el sol se había puesto, quiso descansar» (Cfr Gén 28, 10 s). Se dice: en un lugar, sin nombrarlo. El lugar es Dios. Dios no tiene nombre propio y es un lugar y una ubicación de todas las cosas y es el lugar natural de todas las criaturas. El cielo en su (parte) más elevada y acendrada, no tiene lugar; antes bien, en su decadencia, en su efecto, es lugar y ubicación de todas las cosas CORPÓREAS que se hallan por debajo de él. Y el fuego es (el) lugar del aire y el aire es (el) lugar del agua y de la tierra. Lugar es aquello que me rodea, en cuyo medio estoy. Así el aire rodea a la tierra y al agua. Cuanto más sutil es una cosa, tanto más vigorosa es; por eso es capaz de obrar dentro de las cosas que son más toscas y se hallan por debajo de ella. La tierra (=el elemento) no es capaz de ser lugar en el sentido propio, porque es demasiado tosca y es también el más bajo de los elementos. El agua, en parte, es lugar; por ser más sutil es más vigorosa. Cuanto más vigoroso y sutil es el elemento, tanto más se presta para ser ubicación y lugar de otro. Así el cielo es (el) lugar de todas las cosas CORPÓREAS y él mismo no tiene lugar que sea físico; mas aún: su lugar y su orden y su ubicación lo constituye el ángel más bajo, y así siempre hacia arriba; cada ángel, que es más noble, se constituye en lugar y ubicación y medida de otro, y el ángel supremo se constituye en lugar y ubicación y medida de todos los demás ángeles que se encuentran por debajo de él, y él mismo no tiene lugar ni medida. Pero Dios tiene su medida (la del ángel) y es su lugar y el (ángel) es espíritu puro. (Mas) Dios no es espíritu, según las palabras de San Gregorio quien dice que todas las palabras que enunciamos sobre Dios, son un balbuceo sobre Dios. Por eso dice (la Escritura): «Llegó a un lugar». El lugar es Dios que da su ubicación y orden a todas las cosas. He dicho algunas veces: Lo mínimo de Dios llena a todas las criaturas y en ello viven y crecen y reverdecen, y lo máximo de Él no se halla en ninguna parte. Mientras el alma se encuentra en alguna parte, no está en lo máximo de Dios, que no se halla en ninguna parte. 1029 ECKHART: SERMONES: SERMÓN XXXVI b 3
Ahora bien, él dice: «quiso descansar en el lugar». Toda la riqueza y pobreza y bienaventuranza residen en la voluntad. La voluntad es tan libre y tan noble que no recibe (ningún impulso) de las cosas CORPÓREAS, sino que opera su obra por su propia libertad. (El) entendimiento, ciertamente, recibe (la influencia) de las cosas CORPÓREAS; en este aspecto la voluntad es más noble; pero sucede en cierta parte del entendimiento, en un mirar hacia abajo y en una bajada, que este conocimiento recibe la imagen de las cosas CORPÓREAS. Mas, en la (parte) suprema, el entendimiento obra sin agregado de las cosas CORPÓREAS. Dice un gran maestro: Todo cuanto es traído a los sentidos, no llega al alma ni a la potencia suprema del alma. Dice San Agustín, y también lo dice Platón, un maestro pagano, que el alma posee en sí misma, por naturaleza, todo el saber; por eso no hace falta que arrastre el saber hacia dentro, sino que mediante el estudio del saber externo, se revela el saber que, por naturaleza, se halla escondido en el alma. Es como (sucede con) un médico que, si bien me limpia el ojo y quita el obstáculo que (me) impide ver, no otorga la vista. La potencia del alma que obra en el ojo por naturaleza, sólo ella presta la vista al ojo, una vez quitado el impedimento. De la misma manera, no le da luz al alma todo cuanto como imágenes y formas es ofrecido a los sentidos, sino que únicamente prepara y purifica al alma para que, en su (parte) más elevada, pueda recoger puramente la luz del ángel, y junto con ella la luz divina. 1030 ECKHART: SERMONES: SERMÓN XXXVI b 3
Ahora prestad atención a la palabrita que dice: «Tienen hambre y sed de justicia». Nuestro Señor dice: «Quienes me coman tendrán más hambre; quienes me beban tendrán más sed» (Eclesiástico 24, 29). Esto ¿cómo hay que entenderlo? Porque no sucede lo mismo con las cosas CORPÓREAS; cuanto más se come de ellas, tanto más se sacia uno. Pero, con respecto a las cosas espirituales, no hay saciedad; pues, cuanto más se tiene de ellas, tanto más se las apetece. Por ello dice esta palabra: «Habrán de tener más sed aún quienes me beban, y más hambre quienes me coman». Esos tienen tanta hambre de (que se cumpla) la voluntad de Dios, y ella les sabe tan bien que todo cuanto Dios les inflige, los contenta y les gusta tanto que no serían capaces de querer ni de pretender otra cosa. Mientras el hombre tiene hambre, la comida le gusta; y cuanto mayor sea el hambre, tanto más placer le dará comer. Lo mismo sucede a quienes tienen hambre de (que se cumpla) la voluntad de Dios: a ésos, su voluntad (= la de Dios) les gusta tanto, y todo cuanto Él quiere y les inflige los satisface tanto, que aun si Dios les quisiera ahorrar (el infortunio), no querrían que así se hiciese; tanto les gusta esa primera voluntad de Dios. Si yo quisiera congraciarme con una persona y gustarle a ella sola, entonces preferiría a cualquier otra cosa todo cuanto fuera placentero a esa persona y con lo cual yo le resultaría agradable. Y si sucediera que yo le gustara más con un vestido sencillo que con uno de terciopelo, indudablemente preferiría el vestido sencillo a cualquier otro. Lo mismo sucede con aquel a quien le gusta la voluntad de Dios; todo cuanto le da Dios, sea enfermedad o pobreza o lo que fuera, lo prefiere a cualquier otra cosa. Justamente, porque lo quiere Dios, le resulta más sabroso que nada. 1113 ECKHART: SERMONES: SERMÓN XLI 3
«Y fijaos»: «ecce». «Ecce», esta palabrita contiene en sí todo cuanto pertenece al verbo, no se le puede añadir nada (=no tiene flexión). Verbo, esto es Dios, Dios es un Verbo, el Hijo de Dios es un Verbo. El (= el evangelista) opina que toda nuestra vida, todo nuestro anhelo deberían estar encerrados y suspendidos por completo en Dios y dispuestos hacia Él. Por eso dice Pablo: «Soy lo que soy por la gracia de Dios» (1 Cor 15, 10), y además dice: «Yo vivo, mas no yo, sino que Dios vive del todo en mí» (Gal 2, 20). ¿Qué más (tenemos)? «Homo erat». Él dice: «Fijaos, un hombre». Nosotros usamos la palabra «homo» para mujeres, y varones, pero los romanos no quieren concedérsela a las mujeres a causa de su debilidad. «Homo», significa lo mismo que «aquello que es perfecto» y «a lo cual no le falta nada». «Homo», «el hombre», tiene el sentido de «quien está hecho de tierra», y significa «humildad». La tierra es el elemento más bajo y yace en el medio y está rodeada completamente por el cielo y recibe del todo el influjo del cielo. Todo cuanto obra y vierte el cielo, es recibido en medio del fondo de la tierra. En otro aspecto «homo» significa lo mismo que «humedad» y tiene el sentido de «quien está regado con mercedes», afirmando que el hombre humilde recibe en seguida el influjo de la gracia. Por este influjo de la gracia asciende en el acto la luz del entendimiento; ahí (arriba) irradia Dios su resplandor en una luz que no sufre ser encubierta. Quien se hallara poderosamente rodeado por esa luz, sería, comparado con otra persona, tanto más noble como (lo es) un hombre vivo a otro pintado en la pared. Esa luz es tan poderosa que no sólo está privada en sí de tiempo y espacio, sino que, además, le quita a aquello sobre lo cual se derrama, el tiempo y el espacio y todas las imágenes CORPÓREAS (= representaciones) y todo cuanto (le) es ajeno. Ya he dicho varias veces: Si no hubiera ni tiempo ni espacio ni otras cosas, todo sería una sola esencia. Quien de tal manera fuera uno y se postrara en el fondo de la humildad, sería inundado allí mismo con mercedes. 1165 ECKHART: SERMONES: SERMÓN XLIV 3
Nuestro Señor dice, pues: «¡Tú eres bienaventurado!» Todo el mundo anhela (la) bienaventuranza. Resulta que dice un maestro: Todo el mundo anhela ser elogiado. Ahora bien, San Agustín dice: Un hombre bueno no anhela ser elogiado, mas sí desea ser digno de elogio. Nuestros maestros afirman, pues, que la virtud, en su fondo y peculiaridad, es tan acendrada y se halla tan sustraída y separada de todas las cosas CORPÓREAS que nada puede caer en ella sin manchar la virtud, y (así) ella se convierte en defecto. Un solo pensamiento o la búsqueda de su propio provecho: (ya) no es una virtud genuina, más aún: se convierte en defecto. Así es la virtud por naturaleza. 1178 ECKHART: SERMONES: SERMÓN XLV 3
Dice un maestro: Dios es la medida de todas las cosas, y un hombre, en cuanto alberga en su fuero íntimo una mayor parte de Dios, tanto más sabio, noble y mejor es que el otro. Tener más de Dios no es otra cosa que asemejarse más a Dios; cuanto más semejanza con Dios hay en nuestro interior, tanto más espirituales somos. Dice un maestro: Donde terminan los espíritus más bajos, allí comienzan las cosas corporales más elevadas. Todo esto quiere decir: Como Dios es espíritu, por eso es más noble la cosa más insignificante que es espíritu, que lo más elevado que es corpóreo. En consecuencia, el alma es más noble que todas las cosas CORPÓREAS por nobles que sean. El alma fue creada como en un punto entre (el) tiempo y (la) eternidad, tocando a ambos. Con las potencias más elevadas toca la eternidad, pero con las potencias inferiores, el tiempo. Mirad, de tal manera obra en el tiempo, no según el tiempo sino según la eternidad. Esto lo tiene de común con los ángeles. Dice un maestro: El espíritu es un trineo que lleva la vida a todos los miembros a causa de la gran unión que el alma tiene con el cuerpo. A pesar de que el espíritu sea racional y realice toda la obra que se efectúa en el cuerpo, no se debe decir: Mi alma conoce o hace esto o aquello, sino que hace falta expresar: Yo hago o conozco esto o aquello a causa de la gran unión que hay entre ambos; porque los dos juntos son un solo hombre. Si una piedra recogiera en sí el fuego, obraría de acuerdo con la potencia del fuego; mas, cuando el aire recoge en sí la luz del sol, no aparece ninguna luz fuera del aire (alumbrado). Ello se debe a la penetrabilidad que éste tiene para con la luz; aun cuando en una milla (de espacio) cabe más aire que en media (milla). Mirad, me atrevo a decir, y es verdad: Debido a la gran unión que tiene el alma con el cuerpo, el alma es tan perfecta en el miembro más insignificante como en todo el cuerpo. Con referencia a ello dice Agustín: Si (ya) es tan grande la unión existente entre cuerpo y alma, es mucho más grande la unión en la cual (el) espíritu se une con (el) espíritu. Mirad, por esta razón es «Señor» y «Espíritu», para que nos haga bienaventurados en la unión con Él. 1212 ECKHART: SERMONES: SERMÓN XLVII 3
Hoy, estando en camino para aquí, medité sobre cómo podría predicaros tan inteligiblemente que me comprendierais bien. Entonces se me ocurrió un símil y si lo comprendierais bien, comprenderíais el sentido en que pienso y la esencia de todos mis pensamientos sobre la cual he predicado desde siempre. Y el símil tenía que ver con mi ojo y con el madero: Cuando mi ojo se abre, es un ojo; cuando está cerrado es el mismo ojo, y a causa de la vista, el madero no gana ni pierde nada. ¡Ahora comprendedme bien! Si sucede, empero, que mi ojo es uno y simple en sí mismo y, una vez abierto, fija la vista en el madero, cada uno de ellos sigue siendo lo que es y, sin embargo, en el proceso visual ambos se hacen una sola cosa de modo que se puede decir en verdad: Ojo-madero, y el madero es mi ojo. Mas, si el madero fuera incorpóreo y puramente espiritual como la vista de mis ojos, se podría decir, con toda verdad, que en el procedimiento de mi vista el ojo y el madero se hallaban en un solo ser. Si eso es cierto con respecto a las cosas CORPÓREAS, ¡cuánto más vale para las espirituales! Debéis saber que mi ojo tiene mucha más semejanza con el ojo de una oveja que se encuentra allende el mar y a la que nunca vi, de la que tiene mi ojo con mis oídos, con los cuales comparte la unidad del ser; y esto se debe al hecho de que el ojo de la oveja tiene la misma actuación que tiene, también, mi ojo; y por ello les atribuyo más solidaridad en su actuación que a mis ojos y mis oídos, ya que estos se hallan separados en sus procedimientos. 1225 ECKHART: SERMONES: SERMÓN XLVIII 3
Dice Agustín: «Toda la Escritura es inútil. Si se dice que Dios es un Verbo, se lo enuncia; (mas) si se dice que Dios no está enunciado, entonces es inefable». Pero resulta que Él es algo; ¿quién puede enunciar este Verbo? No lo hace nadie fuera de quien es este Verbo. Dios es un Verbo que se enuncia a sí mismo. Donde se halla Dios, allí enuncia este Verbo; donde no está, no habla. Dios se ha enunciado y se halla sin enunciar. El Padre es una obra enunciativa y el Hijo es un enunciamiento operante. Lo que hay en mi fuero íntimo, sale de mí; aun cuando lo pienso solamente, mi palabra lo revela y, sin embargo, permanece dentro de mí. Igualmente, el Padre enuncia al Hijo, sin hablar, y Este, no obstante, permanece en Él. También he dicho varias veces que la salida de Dios es su entrada. En la misma medida en que yo me hallo cerca de Dios, Él se enuncia a sí mismo en mi fuero íntimo. Todas las criaturas racionales, cuanto más salen de sí mismas en sus obras, tanto más entran en sí mismas. No es así en las criaturas CORPÓREAS: cuanto más obran, tanto más salen de sí mismas. Todas las criaturas quieren enunciar a Dios en todas sus obras; hablan todas lo más aproximadamente que pueden, mas a Él no lo saben enunciar. Quiéranlo o no, gústeles o no: todas quieren enunciar a Dios y Él, sin embargo, permanece sin ser enunciado. 1323 ECKHART: SERMONES: SERMÓN LIII 3
En segundo término: «santidad» significa «aquello que ha sido tomado de la tierra». Dios es un algo y un ser puro, y el pecado es (la) nada y aleja de Dios. Dios creó a los ángeles y al alma de acuerdo con un algo, quiere decir, de acuerdo con Dios (= a su imagen). El alma fue creada como a la sombra del ángel y, sin embargo, ellos comparten una naturaleza común y todas las cosas CORPÓREAS fueron creadas de acuerdo con (la) nada y distanciadas de Dios. El alma, por el hecho de que se derrama sobre el cuerpo, es oscurecida y hace falta que, junto con el cuerpo, sea elevada nuevamente hacia Dios. Cuando el alma está libre de las cosas terrestres, entonces es «santa». Mientras Zaqueo se hallaba al nivel de la tierra, no podía ver a Nuestro Señor (Cfr Lucas 19, 2 a 4). San Agustín dice: «Si el hombre desea volverse puro, que deje las cosas terrestres». Ya he dicho varias veces que el alma no puede volverse pura si no es empujada otra vez a su pureza primigenia, tal como Dios la creó; del mismo modo, que no se puede hacer oro del cobre que se afina por el fuego dos o tres veces, a no ser que uno lo haga retroceder a su naturaleza primigenia. Porque todas las cosas que se derriten por el calor o se endurecen por el frío, tienen una naturaleza totalmente acuosa. Por lo tanto, hay que hacerlas retroceder del todo al agua, privándolas por completo de la naturaleza en que se encuentran en este momento; de tal manera, el cielo y el arte prestan auxilio para que (el cobre) sea transformado íntegramente en oro. Es cierto que (el) hierro se compara con (la) plata, y (el) cobre con (el) oro: (pero) cuanto más se lo compara (el uno con el otro), sin privarlo (de su naturaleza), tanto mayor es la equivocación. Lo mismo sucede con el alma. Es fácil señalar las virtudes o hablar de ellas; pero, para poseerlas en verdad, son muy raras. 1381 ECKHART: SERMONES: SERMÓN LVII 3
En estas palabras se pueden notar tres cosas. Una consiste en que se debe seguir y servir a Nuestro Señor por cuanto Él dice: «Quien me sirve, que me siga». Por ello, las palabras vienen a propósito para San Segundo, (cuyo nombre) dice lo mismo que «el que sigue a Dios», pues él (San Segundo) dejó (sus) bienes y vida y todo por amor de Dios. Así, todos cuantos quieren seguir a Dios, habrán de dejar cuanto puede ser un estorbo para (su trato) con Dios. Dice Crisóstomo: Estas son palabras duras para quienes se inclinan hacia este mundo y las cosas CORPÓREAS, las cuales, para ellos, son una posesión muy dulce y (les es) difícil y amargo dejarlas. En esto se puede ver lo difícil que resulta a algunas personas, que no conocen las cosas espirituales, renunciar a las materiales. Como ya he dicho varias veces: ¿Por qué no les gustan las cosas dulces a los oídos lo mismo que a la boca?… Porque no están hechos para ello. Por la misma razón, el hombre carnal no conoce las cosas espirituales, ya que no tiene la disposición correspondiente. En cambio, a un hombre conocedor que conoce las cosas espirituales, le resulta fácil dejar todas las cosas CORPÓREAS. San Dionisio dice que Dios pone en venta su reino de los cielos; y no hay cosa de tan poco valor como el reino de los cielos cuando está en venta, y nada es tan noble y su posesión hace tan feliz con tal de que se lo tenga merecido. Se dice que es de poco valor porque se le ofrece a cada cual por cuanto él sea capaz de procurar. Por ello, el hombre ha de dar todo cuanto posee a trueque del reino de los cielos: (en especial) su propia voluntad. Mientras conserva algo de su propia voluntad, no tiene merecido el reino de los cielos. A quien renuncia a sí mismo y a su propia voluntad, le resulta fácil dejar todas las cosas materiales. Como ya he narrado varias veces que un maestro le enseñó a su discípulo cómo podía llegar a conocer las cosas espirituales. Entonces dijo el discípulo: «Maestro, tu instrucción me ha enaltecido y sé que todas las cosas materiales son como un barquito que se mece en el mar, y como un pájaro que vuela por el aire». Porque todas las cosas espirituales están por encima de las materiales; cuanto más elevadas están, tanto más se extienden y van comprendiendo a las cosas materiales. Por eso, las cosas materiales son pequeñas frente a las espirituales; y cuanto más sublimes son las cosas espirituales, tanto más grandes son; y cuanto más vigorosas son en las obras, tanto más puras son en (su) esencia. Lo he dicho también varias veces y es cierto y un enunciado verdadero: Si un hombre estuviera muriendo de hambre y si se le ofreciese la mejor de las comidas, sin que hubiera en ella semejanza con Dios, él, antes de probar o gustar (la comida), se moriría de hambre. Y, si el hombre sintiera un frío mortal y se le ofreciese cualquier clase de vestimenta, sin que en ella hubiera semejanza con Dios, él no podría echarle mano ni ponérsela. Esto se refiere al primer (punto) de cómo hay que dejar todas las cosas y seguir a Dios (= Cristo). 1391 ECKHART: SERMONES: SERMÓN LVIII 3