Hay una (razón) más porque dice que ella odia. La palabra que nombra al alma, se refiere al alma en cuanto se halla en la cárcel del cuerpo, y por ello opina (San Juan) que el alma, al ser capaz de CONVERTIR aún (en objeto) de su pensamiento aquello que ella es en sí misma, se halla todavía en su cárcel. Allí donde presta aún atención a esas cosas bajas y donde recoge algo en su interior por intermedio de los sentidos, allí se estrecha en seguida; pues (las) palabras no son capaces de dar ningún nombre a naturaleza alguna que se encuentre por encima de ellas. SERMONES: SERMÓN XVII 3
Anoche pensé que hay multitud de cielos. Ahora resulta que hay algunas personas incrédulas que no creen que el pan sobre este altar pueda ser transformado de manera tal que llegue a ser el Cuerpo de Nuestro Señor, (o sea) que Dios sea capaz de hacerlo… ¡Oh, qué gente mala, porque son incapaces de creer que Dios pueda hacer tal cosa! Mas, si Dios le otorgó a la naturaleza la capacidad de llegar a ser todas las cosas, ¡mucho más factible le resulta a Dios que este pan sobre el altar se convierta en su Cuerpo! Y si (hasta) la naturaleza débil consigue hacer un hombre de una hierbecilla, tanto más posible le resulta a Dios CONVERTIR el pan en su Cuerpo. ¿Quién «honra» (pues) a Dios?… Aquel que en todas las cosas persigue la honra de Dios. Esta interpretación es todavía más evidente, aun cuando la primera es mejor. SERMONES: SERMÓN LI 3