Esaú e Jacó

Roberto Pla: Evangelho de Tomé – Logion 71

La larga convivência enemistada de víctima y victimario, fue explicada en brillante alegoria por el narrador de Gn 3,15, como el choque de dos linajes que buscan la heredad del conocimiento. El linaje de la mujer, el de la luz del alma, para hallar el lugar de la justicia, que es el lugar de la unión con el espíritu, y el de la serpiente antigua, para encontrar el goce del mundo. Ambos son dos linajes de dirección opuesta y aunque unidos en el conocimiento, están trabados por el calcanar que los emplaza en postura inversa: uno, el mayor, el que nace primero, para goce de lo imperfecto, y el otro, para deseo de perfección. Tal vez sea eso lo que quiso decir el Oráculo que repetia el profeta: Amé a Jacob y odié a Esaú.

  • Cf. Ml 1, 3 (Rm 9, 13). Por su deseo de perfección, obtuvo Jacob, vivificado por el ruah tras su lucha con Dios, la transfiguración en Israel, es decir, el Filho do Homem – Hijo del hombre. Esaú, el gemelo mayor, es vivificado por médio de la nefes, el principio instintivo y vital del hombre.