Ahora digo yo: Si el hombre bueno y justo sufre un daño exterior y permanece inmutable con ecuanimidad y paz en el corazón, entonces es verdad lo que acabo de decir, (a saber), que al justo no lo entristece nada de todo cuanto le sucede. Si él, en cambio, se entristece a causa del daño exterior, de cierto, es sólo equitativo y justo que Dios haya permitido que se dañara a este hombre que pretendía ser justo y se imaginaba serlo mientras tales nonadas todavía podían afligirlo. Si se trata, pues, de la justicia divina, de veras, él no ha de afligirse, sino, al contrario, sentir una alegría mucho mayor de (la que le produce) su propia vida la que da mucha más alegría a todo hombre y que le resulta más valiosa que todo este mundo; pues ¿para qué le serviría al hombre todo este mundo si él no existiera? La tercera palabra que se puede y debe conocer, es ésta según la cual sólo Dios, de acuerdo con la verdad natural, es el único manantial y la vena fontal de toda bondad, de la verdad esencial y del consuelo, y todo cuanto no es Dios tiene de suyo una amargura natural y desconsuelo y pena, y no agrega nada a la bondad que proviene de Dios y es Dios, sino que ella (la amargura) mengua y encubre y esconde la dulzura, el deleite y el consuelo que da Dios. 259 ECKHART: TRATADOS EL LIBRO DE LA CONSOLACIÓN DIVINA 1
Sin embargo, según he escrito arriba: Si un hombre fuera capaz de aceptar este hecho de acuerdo con la voluntad de Dios, en cuanto sea la voluntad divina de que la naturaleza humana tenga este defecto justamente por divina justicia a causa del pecado del primer hombre, y si él, por otra parte, si las cosas no fueran así, quisiera prescindir gustoso de este (defecto) según la voluntad divina, entonces andaría del todo bien y seguramente recibiría consuelo en su sufrimiento. Se piensa en esto cuando San Juan dice que la verdadera «luz resplandece en las tinieblas» (Juan 1,5) y cuando San Pablo afirma que «la virtud se realiza en la flaqueza» (2 Cor 12,9). Si el ladrón fuera capaz de sufrir la muerte verdadera, completa, pura, gustosa, voluntaria y alegremente por amor de la justicia divina en la cual y de acuerdo con la cual Dios y su justicia quieren que el malhechor sea muerto, sin duda sería salvado y bienaventurado. 279 ECKHART: TRATADOS EL LIBRO DE LA CONSOLACIÓN DIVINA 2
Sócrates, un maestro pagano, dice que las virtudes hacen posibles las cosas imposibles y además (las convierten en) fáciles y dulces. Tampoco quiero olvidar a esa mujer piadosa de la cual nos habla El Libro de los Macabeos, que ella un buen día vio con sus propios ojos el tormento extraordinario y también, sólo para escucharlo, inhumano y horrible, que daban y aplicaban a sus siete hijos, y ella miraba serenamente y lo aguantaba amonestándolos a uno tras otro que no se asustaran y entregaran voluntariamente el cuerpo y el alma a causa de la justicia divina (2 Mac 7). Que el libro termine con este (hecho). Pero quiero agregar dos palabras más. 336 ECKHART: TRATADOS EL LIBRO DE LA CONSOLACIÓN DIVINA 3