João da Cruz: subida

6. Esto tambien es lo que se denotaba cuando mandaba Dios a Moises (Ex. 34, 3) que subiese al monte a hablar con el. Le mandó que no solamente subiese el solo, dejando abajo a los hijos de Israel, pero que ni aún las bestias paciesen de contra del monte. Dando por esto a entender que el alma que hubiere de subir a este monte de perfección a comunicar con Dios, no sólo ha de renunciar todas las cosas y dejarlas abajo, mas tambien los apetitos, que son las bestias, no las ha de dejar apacentar de contra de este monte, esto es, en otras cosas que no son Dios puramente, en el cual todo apetito cesa, esto es, en estado de la perfección. Y así es menester que el camino y subida para Dios sea un ordinario cuidado de hacer cesar y mortificar los apetitos; y tanto más presto llegará el alma, cuanto más priesa en esto se diere. Mas hasta que cesen, no hay llegar, aunque más virtudes ejercite, porque le falta el conseguirlas en perfección, la cual consiste en tener el alma vacía y desnuda y purificada de todo apetito. De lo cual tambien tenemos figura muy al vivo en el Genesis (35, 2), donde se lee que, queriendo el patriarca Jacob subir al monte Betel a edificar allí a Dios un altar, en que le ofreció sacrificio, primero mandó a toda su gente tres cosas: la una, que arrojasen de sí todos los dioses extraños; la segunda, que se purificasen; la tercera, que mudasen vestiduras. LA SUBIDA DEL MONTE CARMELO LIBRO PRIMERO CAPÍTULO 5

7. Y no acabaríamos a este paso de traer autoridades y razones para probar y manifestar cómo no hay escalera con que el entendimiento pueda llegar a este alto Señor entre todas las cosas criadas y que pueden caer en entendimiento; antes es necesario saber que, si el entendimiento se quisiese aprovechar de todas estas cosas, o de algunas de ellas por medio próximo para la tal unión, no sólo le serían impedimento, pero aun le serían ocasión de hartos errores y engaños en la subida de este monte. LA SUBIDA DEL MONTE CARMELO LIBRO SEGUNDO CAPÍTULO 8

5. De donde los que imaginan a Dios debajo de algunas figuras de estas, o como un gran fuego o resplandor, u otras cualesquier formas, y piensan que algo de aquello será semejante a el, harto lejos van de el. Porque, aunque a los principiantes son necesarias estas consideraciones y formas y modos de meditaciones para ir enamorando y cebando el alma por el sentido, como despues diremos, y así le sirven de medios remotos para unirse con Dios (por los cuales ordinariamente han de pasar las almas para llegar al termino y estancia del reposo espiritual) pero ha de ser de manera que pasen por ellos y no se esten siempre en ellos, porque de esa manera nunca llegarían al termino, el cual no es como los medios remotos, ni tiene que ver con ellos, así como las gradas de la escalera no tienen que ver con el termino y estancia de la subida, para lo cual son medios. Y, si el que sube no fuese dejando atrás las gradas hasta que no dejase ninguna y se quisiese estar en alguna de ellas, nunca llegaría ni subiría a la llana y apacible estancia del termino. Por lo cual, el alma que hubiere de llegar en esta vida a la unión de aquel sumo descanso y bien por todos los grados de consideraciones, formas y noticias, ha de pasar y acabar con ellas, pues ninguna semejanza ni proporción tienen con el termino a que encaminan, que es Dios. De donde en los Actos de los Apóstoles (17, 29) dice san Pablo: Non debemus aestimare auro vel argento, aut lapidi sculturae artis, et cogitationis hominis divinum esse simile; que quiere decir: No debemos estimar ni tener por semejante lo divino al oro ni a la plata, o a la piedra figurada por el arte, y a lo que el hombre puede fabricar con la imaginación. LA SUBIDA DEL MONTE CARMELO LIBRO SEGUNDO CAPÍTULO 12

13. Esto baste ahora para entender cómo le conviene al alma estar empleada en esta noticia para haber de dejar la vía del discurso espiritual y para asegurarse que, aunque no le parezca que hace nada el alma, está bien empleada, si se ve con las dichas señales, y para que tambien se entienda, por la comparación que habemos dicho, cómo, no porque esta luz se represente al entendimiento más comprehensible y palpable, como hace el rayo del sol al ojo cuando está lleno de átomos, por eso la ha de tener el alma por más pura, subida y clara; pues está claro que, según dice Aristóteles y los teólogos, cuanto más alta es la luz divina y más subida, más oscura es para nuestro entendimiento. LA SUBIDA DEL MONTE CARMELO LIBRO SEGUNDO CAPÍTULO 14

4. Que comúnmente vemos que, cuanto acá podemos juzgar, cuanto el predicador es de mejor vida, mayor es el fruto que hace por bajo que sea su estilo, y poca su retórica, y su doctrina común, porque del espíritu vivo se pega el calor; pero el otro muy poco provecho hará, aunque más subido sea su estilo y doctrina. Porque, aunque es verdad que el buen estilo y acciones y subida doctrina y buen lenguaje mueven y hacen efecto acompañado de buen espíritu; pero sin el, aunque da sabor y gusto el sermón al sentido y al entendimiento, muy poco o nada de jugo pega a la voluntad; porque comúnmente se queda tan floja y remisa como antes para obrar, aunque haya dicho maravillosas cosas maravillosamente dichas, que sólo sirven para deleitar el oído, como una música concertada o sonido de campanas; mas el espíritu, como digo, no sale de sus quicios más que antes, no teniendo la voz virtud para resucitar al muerto de su sepultura. LA SUBIDA DEL MONTE CARMELO LIBRO TERCERO CAPÍTULO 45