Antonio Orbe — Parábolas Evangélicas em São Irineu
CAPITULO 1.—Las parábolas
- La obduración judaica
- Respuesta de Marción
- Respuesta valentiniana
- Los judíos y las parábolas
- Acotación valentiniana
- Actitud de Ireneo
- A modo de conclusión
A seguir um excerto resumido do Capítulo 1 (Las Parábolas) do livro de Antonio Orbe.
Ireneo alude a ellas, las enumera a veces, y aun las expone; pero nunca se detiene a definir «la parábola». Tampoco escrupuliza sobre los términos, distinguiéndola de los enigmas, misterios, alegorías, tipos.
Los abusos que advierte entre sus adversarios no afectan al concepto, muy amplio, sino a sus aplicaciones aberrantes. Discurre como si toda la Escritura fuera de algún modo una magna y universal parábola.
Dentro del Evangelio revisten importancia excepcional por su contenido y también por su forma. Ireneo tropezó con ellas, con su exégesis gnóstica, y con nuevas extrañas dimensiones del género; e hizo valer categorías eclesiásticamente tradicionales. Aquí, como en otras ocasiones, más vale lo implícito que lo explícito. E interesa sobre todo reconstruir las líneas directrices, nunca formuladas y siempre subyacentes, distinguiendo la ideología ireneana de la gnóstica.
El problema, viejísimo, del intento de Jesús en las parábolas, hace su aparición en Ireneo marginalmente y con dependencia de una parádosis asiática.
Da la impresión de que muy pronto se especuló sobre la forma. El Señor, según algunos, la adoptaría por envidia (phthonon), receloso de comunicar a extraños sus misterios.
Ireneo desconoce semejante idea. En su lugar desarrolla la doctrina de un «presbítero».
La inseguridad de una línea divisoria entre el pensamiento y expresiones del senior y los del obispo de Lión está copiosamente compensada con el dominio y soltura de asimilación, característicos del santo.
[…]
[…] Siendo Cristo, como dicen los adversarios, hijo del Dios bueno, ¿por qué adoptó en el Evangelio un régimen — el de las parábolas — tan opuesto a su benigna condición ?
[….]
A juzgar por la cita evangélica, el lenguaje en parábolas iba para solos judíos («Quare in parabolis loqueris eis»). Los valentinianos harían valer tal circunstancia, como una concesión de Cristo al lenguaje, en sí corporal y psíquico, acomodado a ellos.
La parábola sería al pensamiento último de Jesús lo que el cuerpo al alma, al espíritu la psique; o lo que el lenguaje de la Escritura al de la filosofía y astronomía paganas.
En contraste con el idioma espiritual adoptado para los discípulos, encubriría adrede el misterio del reino de Dios.
Más fuerte aún que Mt 13,34s y Mc 4,33s resulta Mc 4,12: «A fin de que mirando miren y no vean; y oyendo oigan y no entiendan; no sea que se conviertan y se les perdone» (Is 6,9s).
San Ireneo hereda la exégesis del «presbítero», ofreciéndola con tanta sencillez como vigor.