imagen divina (Eckhart)

La característica del sexto grado consiste en que el hombre, luego de haber sido desnudado de su propia imagen, ha sido transformado en la imagen de la eternidad divina y ha logrado un olvido totalmente perfecto de la vida perecedera y temporal, y ha sido atraído por una imagen divina transformándose en ella, y (así) ha llegado a ser hijo de Dios. Más allá de esto no existe grado más sublime y allí hay tranquilidad y bienaventuranza eternas, porque la meta final del hombre interior y del hombre nuevo es: la vida eterna. 358 ECKHART: TRATADOS DEL HOMBRE NOBLE 3

Toda imagen tiene dos cualidades: una consiste en que recibe su ser en forma inmediata, espontánea, de aquello cuya imagen es, pues tiene natural salida y brota de la naturaleza como la rama del árbol. Cuando el rostro se ubica delante del espejo, tiene que ser reflejado por él, quiéralo o no. Mas, la naturaleza no se configura en la imagen del espejo; pero sí la boca y la nariz y los ojos y toda la formación del rostro, éstos sí se reflejan en el espejo. Mas Dios se ha reservado para sí solo — cualquiera que sea la cosa en la cual refleja su imagen — que allí refleje de una sola vez y espontáneamente la imagen de su naturaleza y de todo cuanto Él es y que puede realizar, porque la imagen le fija una meta a la voluntad, y la voluntad sigue a la imagen, y la imagen es la primera en emanar de la naturaleza y atrae hacia su interior todo cuanto pueden realizar la naturaleza y el ser; y la naturaleza se derrama por completo en la imagen y, sin embargo, permanece totalmente en sí misma. Porque los maestros no ubican la imagen en el Espíritu Santo sino en la persona del medio, ya que el Hijo constituye el primer efluvio violento desde la naturaleza; por eso se llama propiamente una imagen del Padre, pero no es así con el Espíritu Santo. Éste es solamente un florecimiento que parte del Padre y del Hijo y posee, sin embargo, una sola naturaleza con ambos. Y, pese a ello, la voluntad no es mediadora entre la imagen y la naturaleza; ah sí, en este aspecto ni el conocimiento ni el saber ni la sabiduría pueden ser mediadores, porque la imagen divina prorrumpe inmediatamente de la fecundidad de la naturaleza. Pero sí existe en este caso un mediador de la sabiduría, lo es la imagen misma. Por eso, el Hijo se llama en la divinidad la Sabiduría del Padre. 703 ECKHART: SERMONES: SERMÓN XVI b 3

Debéis saber que la simple imagen divina, que está impresa en el alma en lo más íntimo de la naturaleza, se recibe inmediatamente; y lo más íntimo y lo más noble que existe en la naturaleza (divina), se configura por excelencia en la imagen del alma, y allí no es mediadora ni la voluntad ni la sabiduría, como dije antes: si allí la sabiduría es mediadora, entonces es la imagen misma. Allí, Dios se halla sin mediación en la imagen, y la imagen se encuentra sin mediación en Dios. Mas, Dios se halla en la imagen mucho más noblemente de lo que la imagen se encuentra en Dios. Allí, la imagen no toma a Dios en su carácter de Creador sino en cuanto ser racional, y lo más noble de la naturaleza (divina) se configura por excelencia en la imagen. Es ésta una imagen natural de Dios que Él imprimió de modo natural en todas las almas. Ahora bien, más que esto no le puedo conceder a la imagen; si le concediera algo más tendría que ser Dios mismo, y esto no es así porque entonces Dios no sería Dios. 704 ECKHART: SERMONES: SERMÓN XVI b 3

Quien de tal modo permanece en Él, posee cinco cosas. La primera: que entre él y Dios no hay diferencia, sino que son uno. Los ángeles son muchos, sin número, porque no constituyen ningún «número individual», ya que carecen de número; esto se debe a su gran simpleza. Las tres personas en Dios son tres sin número, pero constituyen una multiplicidad. Mas, entre el hombre y Dios no sólo no existe ninguna diferencia, sino que no hay tampoco una multiplicidad; ahí no hay sino uno… La segunda (cosa) consiste en que él está obteniendo su bienaventuranza allí en la pureza donde la toma Dios mismo, y halla en ella su apoyo… La tercera (cosa) es que posee un saber junto con el saber divino y un obrar junto con el obrar divino y un conocimiento junto con el conocimiento divino… La cuarta es que Dios nace todo el tiempo en ese hombre. ¿Cómo nace Dios todo el tiempo en ese hombre? ¡Observad lo siguiente! Cuando el hombre desnuda y de-vela la imagen divina que Dios ha creado en él por naturaleza, entonces la imagen de Dios llega a revelarse en él. Pues en el nacimiento se conoce la revelación de Dios; porque el que el Hijo se llame nacido del Padre, se debe a que el Padre le revela su secreto al modo paternal. Y por eso, cuanto más y cuanto más claramente el hombre desnuda en sí la imagen de Dios, tanto más claramente nace Dios en él. Y entonces el nacimiento de Dios se debe concebir siempre de acuerdo con el hecho de que el Padre de-vela la imagen pura y resplandece en ella… La quinta (cosa) es que el hombre nace todo el tiempo en Dios. ¿Cómo nace el hombre todo el tiempo en Dios? ¡Observad lo siguiente! Por el desnudamiento de la imagen en el hombre, éste se va asemejando a Dios, porque por la imagen el hombre es semejante a la imagen divina que es Dios en su pureza de acuerdo con su esencia. Y cuanto más se desnuda el hombre, tanto más se asemeja a Dios, y cuanto más se asemeja a Dios, tanto más se une con Él. Y por ende, el nacimiento del hombre en Dios, siempre se ha de concebir en el sentido de que el hombre con su imagen está resplandeciendo en la imagen divina, que es Dios desnudo en su esencia (imagen) con la cual el hombre es uno. Por lo tanto, la unidad del hombre y de Dios se debe concebir de acuerdo con la semejanza de la imagen; porque el hombre se parece a Dios con respecto a la imagen. Y por ello: si se dice que el hombre es uno con Dios y es Dios de acuerdo con la unidad, se lo percibe según la parte de la imagen, en la cual se asemeja a Dios, y no según el hecho de que ha sido creado. Pues, si se lo toma por Dios, no se lo hace según su criaturidad; porque si se lo toma por Dios no se niega la criaturidad en el sentido de que la negación se considere como aniquilación de la criaturidad, sino que ha de considerárselo como enunciado relativo a Dios, con el cual se le quita a Él (la criaturidad). Pues Cristo que es Dios y hombre, cuando se lo percibe según la humanidad, no se toma en consideración la divinidad, mas no de modo que se niegue la divinidad, sólo que ésta no se considera en tal percepción. Y así ha de comprenderse la palabra de Agustín cuando dice: «Lo que ama el hombre, esto es el hombre. Si ama una piedra, es una piedra, si ama un hombre, es un hombre, si ama a Dios… ahora no me atrevo a continuar, pues si yo dijera que entonces sería Dios, podríais lapidarme. Pero os remito a la Escritura». Y por ello, cuando el hombre en el amor se adecua enteramente a Dios, entonces se le quita su imagen y se lo in-forma y se lo transforma en imagen dentro de la uniformidad divina, en la cual es uno con Dios. Todo esto lo posee el hombre por la permanencia dentro (de Él)4. Ahora bien, prestad atención al fruto que da el hombre en ese caso. Es el siguiente: cuando es uno con Dios, produce junto con Dios a todas las criaturas y trae la bienaventuranza a todas las criaturas en la medida en que es uno con Él. 1098 ECKHART: SERMONES: SERMÓN XL 3

El hombre ¿cómo puede llegar a ser un único hijo del Padre? ¡Observad lo siguiente! El Verbo eterno no asumió (la naturaleza de) este hombre o aquél, sino que asumió una naturaleza humana libre (e) indivisa que era pura sin rasgo (individual): porque la forma simple de la humanidad carece de rasgos (individuales). Y a causa de esto, porque en la asunción la naturaleza humana fue asumida por el Verbo eterno, simplemente, sin rasgos (individuales), la imagen del Padre, que es el Hijo eterno, se convirtió en imagen de la naturaleza humana. Pues, así como es verdad que Dios se hizo hombre, también es verdad que el hombre se hizo Dios. Y, por consiguiente, la natura humana está transformada, en cuanto se ha convertido en la imagen divina, que es (la) imagen del Padre. Entonces: si habéis de ser un único hijo, debéis desasiros y separaros de todo cuanto provoca diferenciación en vosotros. Porque el hombre (individual) es un accidente de la naturaleza (humana), y por lo tanto separaos de todo cuanto es accidente en vosotros, y consideraos de acuerdo con la naturaleza humana libre (e) indivisa. Y luego, por cuanto la misma naturaleza — según la cual os consideráis — se ha convertido en Hijo del Padre eterno, gracias a la asunción por el Verbo divino, llegaréis (cada uno) a ser hijo del Padre eterno junto con Cristo ya que os consideráis de acuerdo con la misma naturaleza que allí (= en Cristo) se hizo Dios. Por eso, cuidaos de (no) consideraros como sois acaso ese hombre o aquél, sino concebíos de acuerdo con la naturaleza humana libre (e) indivisa. En consecuencia: si queréis ser un solo hijo, separaos de cualquier «no», porque el «no» produce diferenciación. ¿Cómo? ¡Fijaos! Por el hecho de que no seas aquel hombre, el «no» produce una diferenciación entre tú y aquel hombre. Y por consiguiente: si queréis carecer de diferenciación, libraos del «no». Porque en el alma hay una potencia separada del «no», ya que no tiene nada en común con cosa alguna; porque en esta potencia no hay nada fuera de Dios solo: Él arroja, desnudo, su luz en esta potencia. 1198 ECKHART: SERMONES: SERMÓN XLVI 3