Debes saber que para el hombre recto el impulso de faltar a la virtud nunca carece de gran bendición y utilidad. ¡Ahora, escucha! Ahí hay dos hombres: (supongamos) que uno tiene un carácter tal que no lo tiente ninguna debilidad o que esto sólo suceda en poca medida; el otro, empero, tiene una naturaleza tal que sufre tentaciones. Su hombre exterior es excitado por la presencia exterior de las cosas, sea por ejemplo, que (lo inciten) a la ira o a la vana codicia de honores o quizá a la sensualidad, según sea lo que le sucede. Pero él en sus potencias superiores se mantiene completamente firme, inmóvil, y no quiere cometer la falta, ya sea enojándose, ya sea pecando de cualquier forma, y entonces lucha fuertemente contra la flaqueza; pues puede tratarse de una debilidad (enraizada) en la naturaleza, así como algunas personas son iracundas o soberbias o cualquier otra cosa por naturaleza y, sin embargo, no quieren cometer ese pecado. Semejante (hombre) debe elogiarse mucho más, y su recompensa es mucho mayor y su virtud más noble que (la) del primero, porque la perfección de la virtud proviene sólo de la lucha, según dice San Pablo: «La virtud se realiza en la flaqueza» (2 Cor. 12, 9). 75 ECKHART: TRATADOS PLÁTICAS INSTRUCTIVAS 9.
Al hombre recto, que tiene la voluntad completamente buena, ningún tiempo le puede resultar demasiado breve. Pues, donde la voluntad tiene la calidad de querer (hacer) cabalmente todo cuanto puede – no sólo ahora sino que querría hacer todo cuanto pudiera en el caso de que le fuera dado vivir mil años – semejante voluntad rinde tanto como se pudiera lograr con las obras durante mil años: ante Dios lo ha hecho todo. 213 ECKHART: TRATADOS PLÁTICAS INSTRUCTIVAS 21.