Esses seis círculos concêntricos que compõem a segunda estrutura estão divididos em três setores: um setor ígneo, um setor etéreo, um setor aéreo. A zona de fogo é dupla: um fogo brilhante e um fogo negro, o fogo do amor e o fogo do julgamento. A zona aérea, separada da zona ígnea pelo éter puro, é tripla: ar aquoso, ar denso, ar sutil, nossa atmosfera. O famoso sonho de Daniel permite a animação das duas estruturas. [Bernard Gorceix]
Por que estos seis circulos se unen entre si sin intervalos; y a que se quiere aludir por medio de tal conexión
[I, 2, 9] Estos seis círculos estaban unidos entre si sin intersticio alguno, pues si Dios no hubiese dispuesto que estuviesen así soldados, el firmamento se habría quebrado y no habría podido tener consistencia. Tales círculos muestran que las virtudes perfectas en el hombre de fe, aliadas y enlazadas por inspiration del Espíritu Santo, quedan así reforzadas ademas para realizar concordes toda obra buena luchando contra los vicios diabólicos.
El primer circulo inflama los demás con su fuego; el cuarto los atempera con su lux; que significado se esconde en tales figuras
[I, 2, 10] El circulo supremo atraviesa casi con su fuego los restantes cielos; a continuation, el circulo acuoso riega casi todos los demás con su humedad, pues el elemento superior que es el fuego refuerza los restantes elementos con su potencia y su luminoso ardor: el elemento acuoso, luego, con su humedad infunde en los demás verdor, del mismo modo que también la potencia de Dios, con las maravillas de su gracia, santifica a los fieles, mientras que la obra de estos, con verdadera y humilde santidad, alaba la piadosa santidad del Creador,
La linea que aparece trazada sobre la descrita rueda desde la primera salida del sol, hasta casi la punta extrema donde se pone: cual es su significado místico
[I, 2, 11] Casi desde el principio de la parte oriental de la rueda, hasta el termino de su parte occidental, se extiende una linea en el firmamento hacia su parte septentrional, la cual distingue la zona septentrional de las restantes regiones. La razón es que de la primera salida de oriente, es decir, de donde el Sol comienza a salir cuando los dias comienzan a alargarse, hasta la extrema puesta en occidente, es decir, hasta donde el Sol no va mas alia, la linea, el camino del Sol, valga la expresión, rehuyendo la parte septentrional, se vuelve hacia atrás, pues el Sol no se sumerge en las mismas
partes donde el antiguo seductor decidió poner su morad a, sino que las tiene casi en descuido: esa es la razón por la que Dios le privo de la llegada del Sol. Igualmente, desde el principio de las buenas obras existentes en el divino poder, hasta su perfection final, el hombre de fe opone a la iniquidad la recta justicia distinguiendo las artes diabólicas de las obras buenas y santas, ya que quien quiera adherirse fielmente a Dios procurara evitar todo lo que ofenda a su alma, para que esta escuche las Sagradas Escrituras.
Testimonio sacado del «Apocalipsis»; y como se debe en tender para expresar lo que tiene el mismo significado antedicho
[I, 2, 11] «Al vencedor le dare mana escondido; y le dare también una piedrecita blanca, y, grabado sobre la piedrecita, un nombre nuevo que na-die conoce, sino el que lo recibe» (Ap 2,17). Este texto se debe entender, evidentemente, así: quien evita la parte siniestra debe combatir contra la tortuosa serpiente, que intenta siempre arrastrarlo consigo a la parte siniestra. Si aquel persevera en tal batalla y pone en fuga a Satanas no consintiendo en su sugestión, yo que tengo la plenitud del ser le dare el pan vivo que baja del cielo, el cual estaba escondido a todo engano de la antigua serpiente, y le dare ademas la participation de Aquel que siendo piedra angular luminosa y blanca es Dios y hombre a un tiempo. El es el Cristo, del cual proceden los cristianos. Ninguno comprende bien este nombre, pues se encuentra en esta vida caduca del tiempo, sino aquel que consigue la vida de la eterna felicidad en la recompensa de los premios celestes.
La mole de la Tierra, a guisa de globo, esta establecida inamoviblemente entre los siete círculos mencionados, a igual distancia de los cinco círculos superiores y en mitad del sexto, el del aire sutil: que significado se debe extraer de ello
[I, 2, 13] Pero también el globo terrestre tiene su distintivo en el centra del antedicho circulo del aire sutil: en todos los puntos de su orbita dista igualmente del circulo del aire impetuoso, blanco y luminoso; ello indica que la Tierra esta en el centro de los restantes elementos en cuanto extrae su temperamento de todos. Por eso, liberada en igual medida de ellos y unida, no obstante, a ellos, recibe continuamente de dichos elementos verdor, frescura y fuerza de apoyo. Igualmente la vida activa — que es como el signo de la tierra —, habitando, por decirlo así, en el centro de los justos deseos y transcurriendo por doquier, se conserva con la justa medida de piedad en relación con la virtud de la discreción. En efecto, ella atiende, ora a las necesidades del cuerpo, ora a los deberes del espíritu. Y todo eso lo hace con templanza… pues quienes aman la discreción dirigen todas sus obras a la voluntad de Dios. La anchura transversal es igual a la profundidad espacial comenzando desde el ápice del círculo supremo hasta las extremidades de las nubes, y desde éstas hasta el ápice del globo. La Tierra fue así plasmada en forma de esfera y reforzada por el Creador supremo, para que no pueda ser disgregada, ni por el estrépito de los elementos superiores, ni por la fuerza de los vientos, ni por inundaciones de aguas. En verdad, todos los fieles, con corazón abierto, consideran por una parte la grandeza de la divina potencia, por otra la inconstancia de la mente humana y la flaqueza de la carne: así obran con templanza, para no faltar saliéndose de la justa medida, en las causas superiores e inferiores, según las exhortaciones de Pablo…
[14] «Hacedlo todo sin murmuraciones ni vacilaciones, para no ser censurados, con la sencillez de los hijos de Dios, para ser irreprochables en medio de gente malvada y perversa, entre la cual resplandecéis como luminarias, conservando en el mundo la palabra de la vida» (Flp 2,14-16). Este texto se debe entender así: el hombre está como en una encrucijada, de manera que, si pide a Dios salvación en la luz, la obtendrá; y por eso el hombre debe soportar su naturaleza humana y todas sus obras sin lamentarse ni murmurar, es decir, sin la giba de los pecados y sin perplejidad ni duda, es decir, conservando una fe firme y perfecta, de manera que, si ama el bien y odia el mal, no caiga en la duda de no ser librado por Dios, en su futuro juicio final, y no ser separado de los condenados que se apartaron del bien, abrazando en cambio el mal. Quienes así obran sin ofender a nadie no serán sometidos a censura, viviendo en la sencillez de las buenas obras como hijos de Dios y permaneciendo irreprensibles de todo engaño ilusorio contra la jactancia de los malvados que se glorían de ser fuertes en sus acciones perversas. Los buenos, en su fe perfecta, resplandecen entre los malos como estrellas a las que el Creador encomendó la tarea de iluminar el mundo: ellos, con su doctrina moral, es decir, concerniente a la vida, convierten a muchísimos malos, del mismo modo que el Hijo de Dios resplandecía para todos, en el mundo, sin pecado. Dios, en efecto, puso dos luminarias en el firmamento, el Sol y la Luna, que designan en el hombre la ciencia del bien y del mal; pues, lo mismo que el firmamento está reforzado por el Sol y la Luna, así también el hombre habita aquí y allá con la ciencia del bien y del mal. Pero, lo mismo que el Sol realiza su recorrido, sin reducir su giro orbital, así la ciencia del bien hace su recorrido no deseando el mal, sino reprimiendo y reprendiendo la ciencia del mal; puesto que no hay en ésta utilidad alguna, se llama «infernal». En efecto, la ciencia del mal lleva a término sus anhelos y malos deseos, y crece y mengua como la luna; así también la ciencia mala desprecia la ciencia del bien, la trata de necia y la nene en nada. Sin embargo la conoce, igual que el diablo conoce a Dios aun oponiéndose a El.
La imagen en forma de hombre en el centro de la antedicha rueda: el hombre aparece en la punta con pies y manos extendidas, casi tocando el círculo del aire fuerte, blanco y luminoso; qué significa tal imagen en sí y en su posición
[I, 2, 15] En el centro de esta rueda aparece la figura del hombre, cuya cabeza está arriba y cuyas extremidades tocan, por debajo, el antedicho círculo del aire fuerte, blanco y luminoso; al lado derecho, la extremidad de los dedos de la mano derecha, y al lado izquierdo la extremidad de los dedos de la mano izquierda, están tendidos hacia delante hasta el borde de la circunferencia por una parte y por otra, pues la misma imagen tenía extendidos así los brazos. Tal figura quiere significar que, casi en el centro de la estructura del mundo, está el hombre, pues es más poderoso que todas las criaturas que habitan en ella; el hombre, digo, pequeño, sí, en estatura, pero grande en poder y virtud de ánimo: él, quiero decir, endereza a lo alto la cabeza, los pies abajo, y así se mueve hacia los elementos superiores e inferiores, y así también, en la parte derecha y en la izquierda, penetra en los elementos con las obras de sus manos, pues entre las fuerzas íntimas del hombre se encuentra tal poder operativo. En efecto, del mismo modo que el cuerpo del hombre supera en grandeza a su propio corazón, así también las fuerzas del ánimo superan en poder al cuerpo del hombre; y lo mismo que el corazón del hombre está escondido en su cuerpo, así el cuerpo humano está ceñido por las fuerzas del alma, pues éstas se extienden por todo el orbe terrestre. Pero el hombre de fe también tiene su existencia edificada sobre la ciencia de Dios y tiende a Dios, con sus razones de orden espiritual y mundano; y aspira a El mismo, tanto en la prosperidad, como en la adversidad, pues en ellas abre sin tregua su piedad hacia ÉL En efecto, lo mismo que el hombre ve con los ojos del cuerpo a toda criatura por doquier, así con los ojos de la fe ve por doquier al Señor y lo reconoce a través de las criaturas, pues comprende que El es su Creador.
Las cuatro cabezas de fieras que aparecen en las cuatro partes de la misma rueda: cuál es su significado en el mundo y en el hombre
[I, 2, 16] Sin embargo, también hacia las mismas partes aparecen cuatro cabezas: de leopardo, de lobo, de león y de oso, pues en las cuatro partes del mundo cuatro son los vientos principales. No existen así en sus propias especies, sino que son una imitación, en cuanto a fuerza, de la naturaleza de las fieras que acabamos de mencionar. También el hombre, parado en el cuadrivio de los cuidados mundanos, se ve asaltado por muchísimas tentaciones, en las cuales se encuentra violentamente sacudido como un leopardo… o como un lobo, con el recuerdo de las penas infernales, o como un león… y un oso, en las diversas tribulaciones… y en las angustias.
Por qué el viento principal de oriente se ve como una cabeza de leopardo encima de la imagen del hombre en el círculo del puro éter; por qué los dos vientos colaterales se muestran, uno con aspecto de cabeza del Cangrejo, el otro con aspecto de cabeza de ciervo
[I, 2, 17] En el ápice de la antedicha imagen, en el signo del círculo del puro éter, verás como una cabeza de leopardo que espira aliento de su boca: designa el principal viento de oriente, hecho de puro éter, que corre como un leopardo. No queremos decir que este viento en su especie formal sea propiamente un leopardo. Queremos decir que, como el leopardo, tiene la ferocidad del león sin tener conciencia de ello, y que, así como el leopardo es más ligero y débil que el león, este viento se levanta feroz y después empieza inmediatamente a languidecer hasta que deja de soplar. En efecto, del oscuro fuego superior saca la ferocidad, y del puro éter, en el que se encuentra, la dulzura.