ANTONIO ORBE — ANTROPOLOGIA DE SÃO IRINEU
Un análisis escrupuloso de Epid. 11 obliga a distinguir, según Ireneo, aspectos varios en la plasis de Adán:
a) La materia ex qua del cuerpo humano
b) La mixis de la potencia divina con la tierra o materia ex qua.
c) El diseño de sus propias formas (divinas) en la carne o plasma.
d) La infusión del hálito de vida.
El orden en que tales aspectos se ofrecen no es demasiado claro. La prioridad del primero no crea obstáculos. La materia prima antecede toda obra de arte.
La oscuridad inicia con la mixis de la potencia divina. No hay paralelo que la esclarezca. Jesús en el Evangelio hizo lodo con su saliva, dando a conocer cómo tuvo lugar la plasis de Adán. Lo que la saliva del Salvador para el polvo, hubo de ser la potencia divina para la tierra de que salió el limo de Adán. ¿Pero de qué potencia se trata?
A juzgar por una página muy célebre de San Ireneo, sería la ‘superna voluntaria pluvia’ (cf. Ps 67,10), el Espíritu Santo:
Sicut enim de árido tritico massa una fieri non potest sine humore, neque unus panis: ita nec nos multi unum fieri in Christo Iesu potera — mus, sine aqua quae de cáelo est. Et sicut arida térra, si non perci — piat humorem, non fructificat: sic et nos, lignum aridum exsistentes primum, numquam fructificaremus vitam, sine superna voluntaria pluvia. Corpora enim nostra per lavacrum illam, quae est ad in — corruptionem, unitatem acceperunt; animae autem per Spiritum.
La mixis de la potencia divina con la tierra, al igual que la del agua con la harina, disponía la masa de barro con unidad cualificada.