Antonio Orbe — Parábolas Evangélicas em São Irineu
Sin embargo, a vueltas de arbitrariedades, hay en la gnosis heterodoxa premisas de claridad bastante para denunciar el substrato primerísimo sobre que asientan el método parabólico.
No hay escritura que demuestre ni revele con claridad sus misterios característicos. El Salvador instituyó, para legitimarlos, una parádosis secreta, revelándosela a individuos cualificados («per argumenta et aenigmata et parabolas»). Sólo muy pocos fueron (y son) capaces (físicamente) de entender el alcance de las parábolas relativas a las doctrinas (característicamente) gnósticas; y las entienden, no merced a un estudio paciente y religioso de las «parábolas», sino por pura tradición secreta gnóstica, que inicia con su interpretación auténtica. El Salvador se las declaró directamente a unos pocos apóstoles, discípulos, mujeres: y su exégesis pasaría a los cabezas de serie gnósticos.
[citação em latim] Acerca de la teoría de quienes opinan cosas contrarias al Padre nada dice la Escritura, ni en forma abierta, ni con sus palabras, ni en forma incontrovertida. Los mismos herejes dan testimonio de ello, cuando afirman que el Salvador las enseñó en secreto, no a todos sino a algunos discípulos capaces de entenderlo (Mt 19,11-12) y de interpretar su significado por medio de argumentos, enigmas y parábolas. Llegan incluso a decir que uno es el Dios del que se predica, y otro el Padre al que se refieren las parábolas y enigmas. (Contra Heresias II 27,2)
Desde el punto de vista valentiniano es fácilmente justificable su doctrina. Aun en el AT se enunciaron parábolas, dejando su solución al misterio:
«Daniel significa lo mismo al preguntar al ángel las soluciones de las parábolas, como quien las ignoraba. El propio ángel, ocultándole el gran misterio del Bythos, le dijo (Dan 12,9s): ‘Corre, Daniel. Porque estos oráculos están sellados hasta que los entendidos (oi synientes) entiendan y los blancos se enjalbeguen’. Se glorían ellos (los valentinianos) de ser los blancos y los entendidos». (Contra Heresias I 19,2)
Los valentinianos sabían escoger oráculos sugestivos. Este de Daniel lo era, a juzgar por las consideraciones que evocaba un escritor tan ajeno a místicas como Hipólito.
Quedaba abierto el paréntesis que cerraría el Salvador con la exposición de las antiguas parábolas sobre el Padre (Bythos). Si constara del carácter valentiniano de la Epistula Iacobi Apocrypha, sabríamos, por testimonio explícito del Salvador, que demoró su existencia (gloriosa) «a causa de las parábolas», esto es, para descubrir a sus íntimos el misterio oculto en ellas.
«Me habéis obligado (ananke), en efecto, a quedar aún entre vosotros dieciocho días, a causa de las parábolas. Ya estaba bien para hombres. Oyeron la enseñanza y comprendieron (noein) «los pastores» y «la semilla», «la casa edificada», «las lámparas de las vírgenes», «el salario de los trabajadores» (ergates), «las dracmas y la mujer». Allegaos al Logos».
El autor alude, entre las parábolas, al buen pastor (y los mercenarios) de lo 10,1-16 57; el sembrador de Mt 13,3 — 9 (cf. Mc 4,26-30; Mt 13,31-33 par. y 13,24-31); la casa edificada sobre la piedra (Mt 7, 24-27; Lc 6,48-49); las diez vírgenes (Mt 25,1-14); los obreros de la viña (Mt 20,1-16); la dracma perdida (Lc 15,8-11).
Todas versaban sobre «el logos del reino» mencionado en Mt 13, 19; y con arreglo a la exégesis auténtica del Salvador redivivo, descubrían el misterio asequible a solos gnósticos.
Como quiera, las parábolas llegadas a nosotros han de leerse espiritual y psíquicamente, susceptibles como son de dos exégesis: espiritual o gnóstica, animal o eclesiástica.
La exégesis gnóstica de las parábolas:
a) es auténtica: proviene siempre del Salvador;
b) del Salvador pasó a discípulos (resp. apóstoles) privilegiados;
c) por su contenido espiritual se deja captar de individuos físicamente (= espiritualmente) capaces;
d) se destina a solos gnósticos (= pneumáticos);
e) es inescrutable por mero estudio personal;
f) hay de ella atisbos en la Escritura;
g) tales atisbos adquieren luz, supuesta la parádosis de la exposición auténtica.
Las incriminaciones de Ireneo impresionarían poco a los valentinianos. Ninguno creyó poseer el sentido íntimo de las parábolas por vías normales de exégesis; y mucho menos, yendo de lo indudable y firme a lo incierto, ambiguo y discutible. Las normas de exégesis formuladas por el santo orientaban hacia el sentido eclesiástico (resp. psíquico) de las parábolas de Jesús. Jamás lo negaron, bien conscientes de que:
a) las parábolas — además de la exégesis auténtica, revelada — ofrecen, a nivel psíquico, un significado asequible a los más (resp. a los animales), por vías de interpretación normales;
b) se ha de inquirir tal significado, la doctrina (psíquica) del Salvador.
Negaron sólo, como buenos gnósticos, que el «cuerpo de verdad» así obtenido fuera el único; ni siquiera el más divino e íntimo.