Primeramente, recalcaremos que decimos «esoterismo cristiano» y no «Cristianismo esotérico»; no se trata, en efecto, de una forma especial de Cristianismo, se trata del lado «interior» de la tradición cristiana; es fácil comprender que es más que un simple matiz. Por otro lado, en tanto que ha lugar para distinguir en una forma tradicional dos caras, una exotérica, y otra estética, debe quedar claro que no se refieren al mismo dominio, si bien no puede haber entre ellas conflicto u oposición alguna; en particular, dado que el exoterismo reviste el carácter específicamente religioso, como es aquí el caso, el esoterismo correspondiente, aún tomándolo como base y soporte, no tiene nada que ver con el dominio religioso y se sitúa en orden completamente diferente. Resulta inmediatamente de esto que ese esoterismo no puede en ningún caso estar representado por «Iglesias» o «sectas» cualesquiera, que por definición, son siempre religiosas, luego exotéricas; este es un punto que ya hemos tratado en otras circunstancias, y que nos basta recordar sumariamente. Algunas «sectas» han podido nacer de una confusión entre ambos dominios, y de una «exteriorización» errónea de legados esotéricos mal comprendidos y mal aplicados; pero las organizaciones iniciáticas verdaderas, manteniéndose estrictamente en su propio terreno, permanecieron forzosamente a salvo de tales desviaciones, y su «regularidad» las obliga a no reconocer más que lo que presenta un carácter de ortodoxia, ya sea éste en el orden exotérico. Por ello está asegurado que aquellos que quieren relacionar con las «sectas» lo que concierne al esoterismo o la iniciación se equivocan de camino y se desvían; no es necesario un examen más amplio para descartar cualquier hipótesis de este género; y si se encuentran en algunas «sectas» elementos que parecen ser de naturaleza esotérica hay que concluir, no que hayan tenido su origen en ellas, sino por el contrario, que han sido desprovistos de su verdadero significado. ESOTERISMO CRISTIANO: EL SANTO GRIAL