Epigramas I 251-260

O PEREGRINO QUERUBÍNICO — LIVRO I

EPIGRAMAS 251-260

I, 251: El niño dilecto de Dios.
Di, ¿cómo puedo ser del Padre el niño dilecto?
—Si Él se encuentra a sí mismo y a todo, y a la deidad en ti.

I, 252: La filiación divina.
SI no participo íntimamente de la deidad de Dios,
¿cómo puedo entonces ser su niño, y Él mi padre?

I, 253: De los niños es el reino de los cielos.
CRISTIANO, si puedes de todo corazón volverte niño,
el reino de los cielos es ya tuyo aquí en la tierra.

I, 254: La niñez y la divinidad.
PUESTO que la divinidad se me ha manifestado en la niñez,
estoy a la niñez y a la divinidad igualmente inclinado.

I, 255: Niño y Dios.
NIÑO o Dios, da igual: si me has llamado niño,
has reconocido a Dios en mí, y a mí en Dios.

I, 256: La filiación y la paternidad recíprocas.
SOY niño e hijo de Dios, Él a su vez es mi niño:
¡qué sucede, que somos ambos ambas cosas!

I, 257: La Trinidad en la naturaleza.
QUE Dios es trino y uno, te lo muestra cada hierba,
donde azufre, sal y mercurio, se ven en uno.

I, 258: La tintura.
CONTEMPLA la tintura, y verás nítidamente
cómo es tu redención, y cómo la deificación.

I, 259: La deidad y la humanidad.
LA eterna deidad está con la humanidad tan obligada,
que sin ella carece aun de corazón, de coraje y de sentido.

I, 260: Hoy es el día de la salud.
¡ARRIBA, esposa, el esposo llega! No se entra con él,
si no se logra estar lista al instante.