Epigramas I 221-230

O PEREGRINO QUERUBÍNICO — LIVRO I

EPIGRAMAS 221-230

I, 221: La fe.
LA fe, grande como un grano de mostaza, lleva la montaña al mar:
¡pensad lo que podría hacer, si fuera calabaza!

I, 222: La esperanza.
LA esperanza es una cuerda: si pudiera tenerla un condenado,
Dios lo sacaría del pantano en que se ahoga.

I, 223: La certeza.
LA certeza es buena, y la confianza hermosa:
mas si no eres justo, te llevará al suplicio.

I, 224: Lo que Dios para mí, soy yo para Él.
DIOS es para mí Dios y hombre; yo soy para Él hombre y Dios:
yo apago su sed, y Él me vale en la miseria.

I, 225: El Anticristo.
POR qué miras asombrado, hombre?, el Anticristo y la bestia,
(si tú no estás en Dios), están ambos en ti.

I, 226: La Babel.
TÚ mismo eres Babel: si no sales de ti,
seguirás siendo el burdel del diablo eternamente.

I, 227: La sed de venganza.
LA sed de venganza es una rueda que nunca se detiene:
cuanto más gira, empero, más se evade de sí.

I, 228: Lo abominable de la maldad.
HOMBRE, si dieras en ver en ti las sabandijas,
tendrías horror de ti, como del diablo.

I, 229: La ira.
LA ira es fuego infernal, cuando se enciende en ti,
le es profanado al Santo Espíritu, el tierno lecho en que reposa.

I, 230: La beatitud es fácil de alcanzar.
ME parece más fácil lanzarse al cielo,
que penetrar el abismo a fuerza de pecados.