Epigramas I 131-140

O PEREGRINO QUERUBÍNICO — LIVRO I

EPIGRAMAS 131-140

I, 131: El Paraíso en el tormento.
HOMBRE, si eres fiel a Dios, y lo quieres sólo a Él,
será la mayor miseria un paraíso para ti.

I, 132: Hay que probarse.
HOMBRE, no se va al Paraíso sin estar probado:
si quieres entrar en él, debes pasar por el fuego y por la espada.

I, 133: Dios es un eterno Ahora.
SI Dios es un eterno Ahora, ¿qué impide entonces
que pueda ser ya en mí todo en todo?

I, 134: La muerte imperfecta.
SI aún te mueve y aflige esto y aquello,
no estás aún con Dios metido en la tumba por completo.

I, 135: Junto a Dios sólo está su Hijo.
HOMBRE, ¡nace de Dios!: junto al trono de su divinidad,
no hay nadie más, que el Hijo unigénito.

I, 136: ¿Cómo reposa Dios en mí?
DEBES ser enteramente puro, y estar en un ahora,
si Dios ha de contemplarse en ti, y reposar dulcemente.

I, 137: Dios no condena a nadie.
¿POR qué te quejas de Dios? Tú mismo te condenas:
Él no quisiera hacerlo, ten eso por cierto.

I, 138: Más tu sales, más Dios entra.
CUANTO más puedes de ti expulsarte y derramarte,
tanto más debe fluir Dios en ti con su divinidad.

I, 139: Porta y es portada.
LA Palabra que te porta a ti, y a mí, y a todas las cosas,
es a su vez portada y guardada por mí.

I, 140: El hombre es todas las cosas.
EL hombre es todas las cosas: si es que le falta alguna,
no conoce por cierto él mismo su riqueza.