Tienes que saber, además, que la buena voluntad en absoluto puede perder a Dios. Pero sí lo extraña a veces en la sensación de su ánimo y a menudo cree que Dios se ha ido. ¿Qué debes hacer entonces? Exactamente lo mismo que harías si gozaras del mayor de los consuelos: aprende a hacer esto mismo cuando padezcas el mayor de los sufrimientos y compórtate exactamente igual a como te comportabas en el primer caso. No existe ningún consejo tan bueno para encontrar a Dios (como el que dice) que (se lo halla) allí donde uno se desprende de Él. Y así como te sentías cuando lo tuviste por última vez, así haz ahora mientras lo extrañas (y) de esta manera lo encontrarás. Más aún: la buena voluntad no pierde ni extraña a Dios nunca jamás. Mucha gente dice: Tenemos buena voluntad, pero no tienen la voluntad de Dios; quieren tener su propia voluntad y enseñarle a Nuestro Señor que haga las cosas así o asá. Esta no es buena voluntad. En Dios hay que buscar cuál es su queridísima voluntad. ECKHART: TRATADOS PLÁTICAS INSTRUCTIVAS 11.
Cualquier clase de mediación es extraña a Dios. «Yo soy – dice Dios – el primero y el último» (Apocalipsis 22, 13). (La) distinción no existe ni en la naturaleza de Dios, ni en las personas de acuerdo con la unidad de la naturaleza. La naturaleza divina es una sola y cada persona es también una sola y es lo mismo Uno que es la naturaleza. (La) diferencia entre el ser y la esencia se entiende como lo Uno y es Uno; (solamente) allí donde ello (es decir, lo Uno) no permanece dentro de sí, allí recibe, posee y produce diferencia. Por lo tanto: en lo Uno se encuentra a Dios, y quien ha de hallar a Dios, debe llegar a ser uno. «Un solo hombre – dice Nuestro Señor – se marchó». En (la) diferencia no se halla ni (lo) Uno ni (el) ser ni a Dios ni descanso ni bienaventuranza ni contento. ¡Sé uno para que puedas encontrar a Dios! Y, de veras, si fueras bien uno, permanecerías también uno en lo diferente, y lo diferente se te tornaría uno y así no podría estorbarte en absoluto. (Lo) Uno sigue siendo exactamente uno en mil veces mil piedras como en cuatro piedras, y mil veces mil es tan seguramente un simple número como cuatro es un número. ECKHART: TRATADOS DEL HOMBRE NOBLE 3
Ahora se podría preguntar por qué ella se acercaba tanto siendo mujer, mientras los varones – uno que amaba a Dios y el otro que era amado por Dios – sentían miedo. Y aquel maestro dice: «La razón era que ella no podía perder nada porque se había entregado a Él; y como era suya, no sentía miedo». Es como si yo hubiera regalado mi capote a una persona y alguien quisiera quitárselo, entonces no sería obligación mía impedírselo ya que pertenecía a quien (se lo había dado), según he afirmado varias veces. Ella no sintió miedo por tres razones: primero, porque pertenecía a Él. Segundo, porque se hallaba muy alejada de la puerta de los sentidos y estaba ensimismada. Tercero, porque su corazón estaba junto a Él. Su corazón se hallaba donde estaba Él. Por eso, no tuvo miedo… La segunda razón por la cual ella se hallaba tan cerca – (así) explica el maestro – era la siguiente: ella anhelaba que vinieran a matarla para que su alma – ya que no podía encontrar a Dios con vida en ninguna parte – hallara a Dios en algún lugar… La tercera razón por la cual estaba tan cerca, era esta: como ella sabía bien que nadie podía ir al cielo antes de que Él mismo hubiera ascendido, y como su alma debía tener algún sostén, entonces, si hubieran venido a matarla, (habrían cumplido) su deseo para que su alma se hallara en el sepulcro y su cuerpo cerca de la tumba: (es decir) su alma adentro y su cuerpo al lado; porque abrigaba la esperanza de que Dios (= la divinidad de Cristo) hubiera atravesado la humanidad (de Cristo) y que (de esa manera) algo divino hubiera permanecido en el sepulcro. Es como si yo hubiera tenido una manzana en la mano durante algún tiempo; cuando yo soltara (la fruta), algo de ella – tanto como un aroma – perduraría en (la mano). Así abrigaba ella la esperanza de que algo divino hubiera permanecido en la tumba… La cuarta razón por la cual se hallaba muy cerca del sepulcro era la siguiente: como ella dos veces había perdido a Dios, vivo en la cruz y muerto en el sepulcro, temía que si ella se alejara del sepulcro, perdería también la tumba. Pues, si hubiera perdido (también) la tumba, ya no tendría absolutamente nada. ECKHART: SERMONES: SERMÓN LV 3
María buscaba únicamente a Dios; por eso lo encontró, y no anhelaba nada fuera de Dios. Al alma que ha de buscar a Dios, todas las criaturas la deben atormentar. A ella la atormentaba ver a los ángeles. De la misma manera, todas las cosas han de ser como nada para el alma destinada a buscar a Dios. Si el alma ha de encontrar a Dios, debe tener seis actitudes. Primero, aquello que antes le resultaba dulce, habrá de serle amargo. Segundo, el alma se le tiene que hacer demasiado estrecha de modo que no puede permanecer dentro de sí misma. Tercero, no ha de desear nada que no sea Dios. Cuarto, que nadie pueda consolarla fuera de Dios. Quinto, que no sea capaz de volver a las cosas perecederas. Sexto, que no tenga descanso interior hasta que (Dios) vuelva a ser suyo. ECKHART: SERMONES: SERMÓN LVI 3