Encarnação [AOCG]

Antonio OrbeCristologia Gnóstica

Capítulo 10. Em torno à encarnação

  • 1. Exegese de Jo 1,14a
  • 2. Exegese de Lc 1,35
    • a) Escola itálica
    • b) Escola oriental
  • 3. Auto-encarnação
  • 4. A modo de síntese

    Antes de ahora estudiamos la exégesis valentiniana de Lc 1,35. Gran parte de sus elementos son comunes a otras sectas y tienen singular importancia para la doctrina de la encarnación.

Interesa aquí deslindar campos y definir la temática de los siglos primeros en torno a la aparición del Logos.

Algunos escritos describen el misterio desde la vertiente del Logos como «asimilación, apropiación, asunción, vestición».

El Hijo de Dios asume sustancias o elementos de natura varia para salvar por su medio a los hombres. El acento carga sobre la apropiación — por el Logos — del espíritu, alma y cuerpo (resp. carne) peculiares al hombre.

Según las sustancias asumidas por el Hijo de Dios, convendría distinguir tres aspectos fundamentales: a) espiritualización, o asunción del pneuma; b) animación, apropiación del alma (racional); c) encarnación, asimilación de la carne (resp. cuerpo).

Los tres aspectos tienen su importancia. Y tal vez, conforme a la soteriología gnóstica, decrecen en orden de dignidad. Más importa para los heterodoxos la espiritualización del Logos que su animación, y más ésta que su encarnación. El interés de los misterios se mide conforme a su vinculación a la salud, de un lado, y a la dignidad de la salvación a que se ordenan, por otro. Si, gnósticamente hablando, importa, sobre todo, la salud de los individuos espirituales, lo primero en la aparición del Logos entre los hombres será su espiritualización (= asunción del pneuma). La animación (= apropiación del alma racional) vendrá después. Y sólo en último lugar se dejará sentir la estricta encarnación (= vestición del cuerpo).

Dentro de la perspectiva heterodoxa, la encarnación forma parte del misterio global de la asunción por el Logos de las sustancias (= géneros) humanas. Como apropiación de la natura ínfima del hombre, la estricta encarnación no sólo se subordina a la animación y a la espiritualización, sino que — para algunos gnósticos — resulta enteramente secundaria y cede el puesto a la encarnación «sui generis» necesaria y suficiente para salvar la rigurosa animación y espiritualización del Hijo de Dios entre los hombres. Si el Logos pudiera «salvar» el alma (resp. linaje racional humano) y el pneuma (resp. linaje espiritual humano) sin aparecer (sensiblemente) y vivir (y morir) entre los hombres, sobraría el misterio de la encarnación.

Pero en el actual orden de cosas no le bastan simple, escuetamente, las dos esencias salvables (pneuma y alma racional). Además de asumir las primicias de las dos iglesias llamadas a la salud, el Logos debe aparecer entre los hombres, anunciarles su doctrina, morir a manos de ellos. A tal fin viene la encarnación o parusía entre hombres carnales.