Ao chegar perto da porta da cidade, eis que levavam um defunto a ser sepultado, filho único de uma viúva; acompanhava-a muita gente da cidade. Vendo-a o Senhor, movido de compaixão para com ela, disse-lhe: Não chores! E aproximando-se, tocou no esquife, e os que o levavam pararam. Disse Jesus: Moço, eu te ordeno, levanta-te. Sentou-se o que estivera morto e começou a falar, e Jesus entregou-o à sua mãe. (Lc 7,12-15)
Brugger
1. Se lee en el Evangelio «sobre una viuda que tenía un único hijo que estaba muerto. Entonces se le acercó Nuestro Señor y dijo: “¡Joven, te digo: levántate!” y el joven se incorporó» (Cfr. Lucas 7, 12 ss.).
2. Por esta «viuda» entendemos el alma. Como estaba muerto el «marido», también estaba muerto el «hijo». Por el «hijo» concebimos (indirectamente) (el) entendimiento que en el alma es el «marido». Como ella (= la viuda) no vivía con el entendimiento, el «marido» estaba muerto y por eso era «viuda». «Junto a la fuente Nuestro Señor le dijo a la mujer: “¡Vete a casa, tráeme a tu marido!”» (Cfr. Juan 4, 16). Él pensaba: como ella no vivía con el entendimiento, que es el «marido», por eso no le caía en suerte «el agua viva» (Cfr. Juan 4, 10) que es el Espíritu Santo; Este se brinda sólo allí donde se vive con el entendimiento. (El) entendimiento es la parte suprema del alma donde, junto con los ángeles, tiene una co-existencia y un estar-comprendido en la naturaleza angelical. A la naturaleza angelical no la toca tiempo alguno; lo mismo sucede con (el) entendimiento que es el «marido» dentro del alma; no lo toca tiempo alguno. Si no se vive con el (entendimiento), muere el «hijo». Por eso, era «viuda». ¿Por qué «viuda»?… No existe ninguna criatura que no tenga algo bueno y al mismo tiempo algo defectuoso por lo cual se renuncia a Dios. El defecto de la «viuda» residía en que tenía muerta la facultad de dar a luz; por eso pereció también el fruto.
3. En otro aspecto «viuda» dice lo mismo que una persona que «está abandonada» (Cfr. 1 Tim. 5, 5), y ha abandonado. Por lo tanto debemos dejar y apartar a todas las criaturas. Dice el profeta: «La mujer estéril tiene más hijos que la parturienta» (Cfr. Isaías 54, 1). Lo mismo sucede con el alma que da a luz espiritualmente: sus alumbramientos son mucho más numerosos; da a luz en cualquier momento. El alma que posee a Dios, es parturienta en todo instante. Dios tiene que hacer necesariamente todas sus obras. Dios está obrando siempre en un «ahora» en la eternidad, y su obrar consiste en engendrar a su Hijo; lo engendra en todo momento. De este nacimiento provinieron todas las cosas y Él se complace tanto con este nacimiento que consume en él todo su poder. Cuanto más se conozca todo, tanto más perfecto será el conocimiento; (mas, entonces) parece como si no fuera nada (lo que se sabe). Porque Dios engendra a sí mismo de sí mismo en Él mismo y vuelve a engendrar a sí mismo en sí mismo. Cuanto mas perfecto es el nacimiento, tanto mayor es la procreación. Digo yo: Dios es completamente Uno; se conoce sólo a sí mismo. Dios procrea (su ser) por completo en su Hijo; Dios enuncia todas las cosas en su Hijo. Por ello dice: «¡Joven, te digo: levántate!»
4. Dios aplica todo su poder en su nacimiento, y esto es necesario para que el alma vuelva a Dios. Y de una manera es alarmante (ver) que el alma tan a menudo deserte de aquello en donde Dios aplica todo su poder; pero esto último es necesario para que el alma recupere su vida. Dios hace todas las criaturas con un solo pronunciamiento; pero, para que el alma cobre vida, Dios expresa todo su poder en su nacimiento. Por otra parte, es consolador que el alma de esta manera sea traída de vuelta. En el nacimiento cobra vida y Dios hace nacer a su Hijo en el alma para que ella cobre vida. Dios se pronuncia a sí mismo en su Hijo. Por el pronunciamiento con el cual se expresa en su Hijo, por este (mismo) pronunciamiento le habla al interior del alma. Es característico de todas las criaturas engendrar. Una criatura sin nacimiento, tampoco existiría. Por eso dice un maestro: Esta es una señal de que todas las criaturas son expelidas por el nacimiento divino.
5. ¿Por qué dijo «joven»? El alma no tiene nada en donde Dios pueda hablar fuera del entendimiento. Algunas potencias son tan bajas que Él no puede hablar en ellas. Es cierto que habla, mas ellas no lo oyen. (La) voluntad, en cuanto voluntad, no recoge nada en modo alguno. «Marido» no significa ninguna potencia fuera del entendimiento. (La) voluntad, (en cambio), sólo se dirige hacia fuera.
6. «Joven». Todas las potencias pertenecientes al alma, no envejecen. Las potencias pertenecientes al cuerpo, se gastan y disminuyen. Cuanto más conozca el hombre, tanto más conocerá. Por eso (se dice) «joven». Afirman los maestros: Joven es aquello que se halla cerca de su comienzo. En (el) entendimiento uno es joven por completo: cuanto más uno opere en esta potencia, tanto más cerca está de su nacimiento. El primer efluvio violento del alma es (el) entendimiento, luego (sigue la) voluntad, y después todas las demás potencias.
7. Él dice, pues: «¡Joven, levántate!» ¿Qué significa: ¡levántate!?… «¡Levántate» de la obra y «levántate» (colocándote) sobre el alma en sí misma! Una sola obra que opera Dios a la luz simple del alma, es más hermosa que todo el mundo, y le es más placentera a Dios que todo cuanto haya obrado jamás en todas las criaturas. Los tontos toman por bueno lo malo, y por malo lo bueno. Pero, cuando se lo comprende bien, una sola obra operada por Dios en el alma, es mejor y más noble y más elevada que todo el mundo.
8. Por encima de la luz se halla (la) gracia; ésta no entra nunca en (el) entendimiento ni en (la) voluntad. Si (la) gracia hubiera de entrar en (el) entendimiento, entonces (el) entendimiento y (la) voluntad tendrían que llegar más allá de sí mismos. Tal cosa no puede ser, porque la voluntad es tan noble en sí misma que no se la puede llenar sino con el amor divino. El amor divino opera obras muy grandes. Mas, por encima hay todavía una parte que es (el) entendimiento: éste es tan noble en sí mismo que no puede ser perfeccionado sino por la verdad divina. Por eso dice un maestro: Hay algo muy secreto que se halla por encima, esto es la cabeza del alma. Ahí se realiza la verdadera unión entre Dios y el alma. (La) gracia no ha operado jamás obra alguna, pero sí emana en el ejercicio de una virtud. (La) gracia no conduce jamas a la unión en una obra. (La) gracia es un in-habitar y un co-habitar del alma con Dios. Para ello es demasiado bajo todo cuanto alguna vez se haya llamado obra, ya sea exterior, ya sea interior. Todas las criaturas buscan algo semejante a Dios; cuanto más bajas son, tanto más externa es su búsqueda como, por ejemplo, el aire y el agua: éstos se dispersan. Pero el cielo que es más noble, busca (una semejanza) más cercana a Dios. El cielo gira continuamente y en su trayectoria trae afuera a todas las criaturas; en esto se asemeja a Dios, pero no es su intención (hacerlo) sino (que busca) algo más elevado. Por otra parte: en su trayectoria busca la quietud. Al cielo nunca se le ocurre obra alguna para servir a una criatura que se halla por debajo de él. Por este hecho se asemeja más a Dios. Para el que Dios nazca en su Hijo unigénito, todas las criaturas son insensibles. Sin embargo, el cielo tiende hacia aquella obra que Dios opera en sí mismo. Si el cielo y otras criaturas más bajas (que el cielo) (ya) proceden así, (cuánto) más noble es el alma que el cielo.
9. Dice un maestro: El alma nace en sí misma y nace fuera de sí misma y vuelve a nacer en sí misma. Es capaz de (hacer) milagros a su luz natural; es tan vigorosa que puede separar lo que es uno. (El) fuego y (el) calor son uno. Si este (hecho) es concebido por (el) entendimiento, él debe separarlo. En Dios (la) sabiduría y (la) bondad son uno; si (la) sabiduría entra en (el) entendimiento, ella ya no piensa en la otra (= la bondad). El alma, de sí misma, da a luz a Dios de Dios en Dios; lo da a luz bien de sí misma; lo hace porque da a luz a Dios en aquella parte donde es deiforme: ahí es una imagen de Dios. He dicho también en otras ocasiones: Una imagen, en cuanto imagen, (y) aquello cuya imagen es, nadie los puede separar (a uno de otro). Cuando el alma vive en aquello en que es imagen de Dios, entonces da a luz; en esto reside la verdadera unión, y todas las criaturas no la pueden separar. ¡A despecho de Dios mismo, a despecho de los ángeles y a despecho de las almas y de todas las criaturas, (digo yo) que allí donde el alma es imagen de Dios, no la podrían separar (de Dios)! Esta es (la) unión genuina, en ella reside la verdadera bienaventuranza. Algunos maestros buscan (la) bienaventuranza en (el) entendimiento. Yo digo: (La) bienaventuranza no reside ni en (el) entendimiento ni en (la) voluntad sino por encima (de ellos): (la) bienaventuranza reside allí donde se halla (la) bienaventuranza en cuanto bienaventuranza, (y) no como entendimiento, y donde Dios se encuentra como Dios y el alma como imagen de Dios. Hay bienaventuranza allí donde el alma toma a Dios como es Dios. Allí (el) alma es alma y (la) gracia, gracia y (la) bienaventuranza, bienaventuranza y Dios, Dios.
10. Rogamos a Nuestro Señor nos conceda que nos unamos con Él de esta manera. ¡Que Dios nos asista! Amén.