Eckhart – Sermão 3 – Nunc scio vere, quia misit Dominus angelum suum

Cuando Pedro, gracias al poder de Dios sumo, Altísimo, había sido liberado de los vínculos de su cautiverio, dijo: «Ahora sé verdaderamente que Dios me ha enviado su ángel y me ha salvado del poder de Herodes y de las manos de los enemigos» ( Hechos 12, 11; cfr. también Salmo 17, 1 ).

Quand Pierre, par la puissance du Dieu très-haut, se trouva libéré des liens de sa prison, il dit : « Maintenant je sais vraiment que Dieu m’a envoyé son ange et m’a sauvé de la puissance d’Hérode et des mains des ennemis. »

Freed from his prison bonds by the power of the supreme God, Peter exclaims, ‘Now I know of a surety that the Lord hath sent his angel and hath delivered me out of the power of Herod, out of the hand of the enemy.’


Brugger

1. Cuando Pedro, gracias al poder de Dios sumo, Altísimo, había sido liberado de los vínculos de su cautiverio, dijo: «Ahora sé verdaderamente que Dios me ha enviado su ángel y me ha salvado del poder de Herodes y de las manos de los enemigos» (Hechos 12, 11; cfr. también Salmo 17, 1).

2. Ahora invertimos esta palabra y decimos: Porque Dios me ha enviado su ángel, conozco verdaderamente. «Pedro» quiere decir lo mismo que «conocimiento». Ya lo he dicho en otras oportunidades: (El) conocimiento y (el) entendimiento unen al alma con Dios. (El) entendimiento penetra en el ser puro, (el) conocimiento corre a la cabeza, corre adelante y se abre camino para que nazca allí el Hijo unigénito de Dios. Nuestro Señor dice en (el evangelio de) Mateo que nadie conoce al Padre sino el Hijo (Mateo 11, 27). Los maestros afirman que (el) conocimiento pende de (la) igualdad. Algunos maestros dicen que el alma está hecha de todas las cosas porque tiene la facultad de conocer todas las cosas. Suena como una tontería y, sin embargo, es verdad. Los maestros dicen: Lo que he de conocer, debe estar completamente presente para mí y ser igual a mi conocimiento. Los santos afirman que en el Padre se halla (la) potencia, en el Hijo (la) igualdad y en el Espíritu Santo (la) unidad. Dado que el Padre está completamente presente para el Hijo y el Hijo le es completamente igual, nadie conoce al Padre sino el Hijo.

3. Pues bien, Pedro dice: «Ahora conozco verdaderamente». ¿Por qué se conoce verdaderamente en este caso? Porque se trata de una luz divina que no engaña a nadie. En segundo lugar, porque ahí se conoce desnuda y puramente sin que haya ninguna cosa encubridora. Por eso dice Pablo: «Dios mora en una luz a la cual no hay acceso» (1 Timoteo 6, 16). Dicen los maestros: La sabiduría que aprendemos acá, nos habrá de subsistir allá. Mas Pablo dice que desaparecerá (1 Cor. 13, 8). Afirma un maestro que el conocimiento puro, aun aquí, en esta vida, encierra en sí un placer tan grande, que el placer de todas las cosas creadas sería de veras como nada en comparación con el placer que abarca el conocimiento puro. Sin embargo, por noble que sea, no es sino una «casualidad»; y tan pequeña como es una palabrita comparada con todo el mundo, así de pequeña es toda la sabiduría que podemos aprender en esta tierra frente a la verdad desnuda (y) pura. Por eso dice Pablo que perecerá. Aun perdurando, se convierte de veras en una tonta y (es) como si no fuera nada frente a la verdad desnuda que allá se conoce. La tercera (razón) de por qué allá se conoce de verdad, reside en el siguiente hecho: las cosas que acá se ven sometidas al cambio, allá se las conoce como inmutables y se las aprehende allá como son totalmente indivisas y cercanas unas a otras; porque aquello que acá está lejos, allá está cerca, pues allá todas las cosas se hallan presentes. Lo que ha de suceder al primer día y al Día del Juicio, allá está presente.

4. «Ahora sé verdaderamente que Dios me ha enviado su ángel». Cuando Dios envía su ángel al alma, ella se vuelve realmente cognoscitiva. No fue en vano que Dios le encomendara la llave a San Pedro, porque «Pedro» quiere decir «conocimiento» (Cfr. Mateo 16, 19); pues el conocimiento tiene la llave y abre y penetra y atraviesa y encuentra a Dios en su desnudez, y luego le dice a su compañera de juegos, la voluntad, qué es lo de que se ha posesionado por más que ya anteriormente haya tenido la voluntad (de hacerlo); porque busco lo que quiero. (El) conocimiento va a la cabeza. Es un príncipe y busca su reinado en lo más elevado y acendrado, y luego se lo pasa al alma y el alma se lo pasa a la naturaleza y la naturaleza a todos los sentidos corporales. El alma, en su parte más elevada y acendrada, es tan noble que los maestros no saben encontrarle ningún nombre. La llaman «alma» en cuanto le otorga el ser al cuerpo. Ahora bien, dicen los maestros que luego del primer efluvio violento de la divinidad, allí donde el Hijo emana del Padre, el ángel está formado lo más inmediatamente a la imagen de Dios. Esto, bien es cierto: el alma está formada a la imagen de Dios en cuanto a su parte más elevada; pero el ángel es una imagen más aproximada a Dios. Todo cuanto hay en el ángel está formado a la imagen de Dios. Por eso, el ángel es enviado al alma para que la traiga de vuelta a la misma imagen según la cual él está formado; porque (el) conocimiento proviene de (la) igualdad. Pues bien, como el alma tiene la facultad de conocer todas las cosas, no descansa jamás hasta que se adentra en la imagen primigenia donde todas las cosas son uno, y allí descansa, es decir: en Dios. En Dios ninguna criatura es más noble que otra.

5. Los maestros dicen que (el) ser y (el) conocer son completamente una sola cosa, porque lo que no es, tampoco se conoce; lo que tiene el máximo de ser, se conoce también al máximo. Siendo pues, que Dios tiene un ser superabundante, Él excede también todo conocimiento, según dije anteayer en mi último sermón: que el alma es hecha imagen dentro de la pureza primaria, dentro de la impresión de la esencia acendrada donde saborea a Dios antes de que Él aprehenda para sí (la) verdad o (la) cognoscibilidad, allí donde está descartada toda posibilidad de nombrar; allí ella conoce del modo más puro, allí toma el ser con perfecta adecuación. Por eso dice Pablo: «Dios mora en una luz a la cual no hay acceso». Él es una in-habitación (înhangen) en su propia esencia pura en la cual no hay nada adherido. Lo que posee «accidente» (zuoval) debe desaparecer. Él es un puro estar-en-sí-mismo donde no hay ni esto ni aquello; pues lo que hay en Dios, es Dios. Dice un maestro pagano: Las potencias que flotan por debajo de Dios tienen una inhabitación en Dios y si bien el suyo es un puro estar-en-sí-mismas, habitan, sin embargo, en Aquel que no tiene ni principio ni fin; porque nada ajeno puede caer en Dios. Que el cielo os sirva de testigo: no puede recibir una impresión extraña de modo extraño.

6. Sucede lo siguiente: cualquier cosa que llega a Dios es transformada, por insignificante que ella sea, cuando la llevamos a Dios, se aleja de sí misma. Para eso os diré un símil: Cuando tengo sabiduría, no la soy yo mismo. Puedo obtener sabiduría, (y) también puedo perderla. Pero cualquier cosa que se halla en Dios, es Dios; (y) no se le puede escapar. Es trasladada a la naturaleza divina, porque la naturaleza divina es tan fuerte que cualquier cosa que sea presentada a ella, será trasladada totalmente a ella o quedará afuera por completo. ¡Ahora escuchad con asombro! Como Dios transforma en sí cosas tan insignificantes ¿ qué os parece que hará con el alma distinguida por Él como su imagen?

7. Que Dios nos ayude a obtener este (fin). Amén.

Jarczyk & Labarrière

Maintenant nous inversons cette parole et disons : Parce que Dieu m’a envoyé son ange, je connais vraiment. Pierre veut dire connaissance. Quant à moi, je l’ai dit souvent : Connaissance et intellect unissent l’âme à Dieu. Intellect fait tomber dans l’être limpide, connaissance court en avant, elle court en avant et fait sa percée pour que là se trouve engendré le Fils unique de Dieu. Notre Seigneur dit en Matthieu que personne ne connaît le Père si ce n’est le Fils. Les maîtres disent (que) connaissance tient dans ressemblance. Certains maîtres disent (que) l’âme est faites de toutes choses, car elle a une possibilité d’entendre toutes choses. Cela paraît fou et c’est pourtant vrai. Les maîtres disent : Ce que je dois connaître, il me faut que ce me soit pleinement présent et égal à ma connaissance. Les saints disent que dans le Père est puissance et égalité dans le Fils et union dans le Saint Esprit. C’est parce que le Père est pleinement présent au Fils et Fils pleinement égal à lui que personne ne connaît le Père si ce n’est le Fils.

Or Pierre dit : « Maintenant je connais vraiment. » D’où connaît-on vraiment ? De ce que c’est une lumière divine qui ne trompe personne. D’autre part, de ce que l’on connaît là nûment et limpidement et sans voile aucun. C’est pourquoi Paul dit : « Dieu habite dans une lumière à laquelle il n’est point accès. » Les maîtres disent (que) la sagesse que nous apprenons ici bas doit nous demeurer là-bas. Alors que Paul dit (qu’) elle doit passer. Un maître dit : Connaissance limpide, bien que dans ce corps, recèle si grande joie en elle-même que la joie de toutes les créées est exactement comme un néant en regard de la joie que comporte connaissance limpide. Cependant, si noble qu’elle soit, elle est pourtant une contingence ; et aussi infime est une petite parole en regard du monde entier, aussi infime est toute la sagesse que nous pouvons apprendre ici-bas en regard de la vérité limpide nue. C’est pourquoi Paul dit (qu’) elle doit passer. Que si pourtant elle demeure, elle en vient justement à être une (sagesse) folle, et comme étant néant en regard de la vérité nue que l’on connaît là-bas. La troisième raison pour laquelle on connaît là vraiment, la voici : les choses qu’ici bas l’on voit sujettes à mutation, on les connaît là-bas immuables et on les prend là telles qu’elles sont pleinement indivisées et proches les unes des autres ; car ce qui ici-bas est loin, là-bas est proche, car toute choses sont là-bas présentes. Ce qui doit arriver au premier et au dernier jour est là-bas présent.

« Maintenant je sais vraiment que Dieu m’a envoyé son ange. » Lorsque Dieu envoie son ange à l’âme, elle devient alors vraiment connaissante. Ce n’est pas en vain que Dieu a confié à saint Pierre la clef, car Pierre veut dire connaissance ; car connaissance a la clef qui ouvre et pénètre et fait sa percée et trouve Dieu nûment, et dit alors à sa compagne, la volonté, ce qu’elle a possédé, bien que pourtant elle ait eu auparavant la volonté ; car ce que je veux, je le recherche. Connaissance marche devant. Elle est une princesse et recherche seigneurie au plus élevé et au plus limpide, et le transmet à l’âme et l’âme à la nature et la nature aux sens corporels. L’âme est si noble en ce qu’elle a de plus élevé et de plus limpide que les maîtres ne peuvent lui trouver de nom. Ils disent d’elle « âme » parce que c’est elle qui donne être au corps. Or les maîtres disent qu’au plus près du premier surgissement de la déité, où le Fils surgit du Père, alors l’ange est façonné selon Dieu au plus près. C’est bien vrai : l’âme est façonnée selon Dieu en sa partie supérieure ; mais l’ange est une image plus proche de Dieu. Tout ce qui est de l’ange, cela est façonné selon Dieu. C’est pourquoi l’ange se trouve envoyé à l’âme afin qu’il la ramène à cette même image selon laquelle il est façonné ; car connaissance provient d’égalité. Comme donc l’âme a une capacité de connaître toutes choses, elle ne goûte aucun repos qu’elle ne parvienne dans la première image où toutes choses sont un et c’est là qu’elle goûte le repos, c’est-à-dire en Dieu. En Dieu nulle créature n’est plus noble que l’autre.
Les maîtres disent : Être et connaissance sont tout un, car ce qui n’est pas, on ne le connaît pas non plus ; ce qui a le plus d’être, on le connaît aussi le plus. Comme donc Dieu a un être suréminent, pour cette raison il surpasse toute connaissance, selon que j’ai dit avant-hier dans mon dernier sermon que l’âme se trouve façonnée intérieurement dans la limpidité première, dans l’impression de l’essentialité limpide, où elle goûte Dieu avant qu’il ne revête vérité ou cognoscibilité, là où toute nomination est déposée : là elle connaît le plus limpidement, là elle se saisit de l’être à mesure égale. C’est pourquoi Paul dit : « Dieu habite dans une lumière à laquelle il n’est point d’accès. » Il a inhabitation dans sa propre essentialité limpide, là où il n’est rien qui s’ajoute. Ce qui a contingence, il faut que ce soit écarté. Il est un limpide se-tenir-dans-soi-même, là où il n’y a ni ceci ni cela ; car ce qui est en Dieu, cela est Dieu. Un maître païen dit : Les puissances qui planent au-dessus de Dieu ont un habiter en Dieu, et bien qu’elles aient un limpide se-tenir-dans-soi-même, elles ont cependant un inhabiter dans celui qui n’a ni commencement ni fin ; car en Dieu rien d’étranger ne peut tomber. De quoi vous avez témoignage par le ciel : il ne peut recevoir aucune impression étrangère selon un mode étranger.

Ainsi advient-il : ce qui vient à Dieu, cela se trouve transformé ; si piètre que ce soit, le portons-nous à Dieu, il échappe à soi-même. De quoi vous avez une comparaison : si j’ai la sagesse, je ne la suis pas moi-même. Je peux acquérir la sagesse, je peux aussi la perdre. Mais ce qui est en Dieu est Dieu ; cela ne peut lui échapper. Cela se trouve insérer dans la nature divine, car nature divine est si puissante que ce qui s’y trouve mis s’y trouve pleinement inséré ou demeure pleinement au dehors. Or notez la merveille ! Puisque Dieu transforme dans soi chose si piètre, qu’imaginez-vous donc qu’il fera à l’âme qu’il a honorée de sa propre image ?

Pour qu’à cela nous parvenions, qu’à cela Dieu nous aide. Amen.

Evans

We will reverse the words and say, ‘The Lord hath sent his angel, therefore I know of a surety.’ Peter symbolises intuition. As I have often said, intuition and intellect do not unify the soul in God. Intellect is a matter of pure being. Intuition, its forerunner, goes ahead and penetrates to what is born there : God’s one-begotten Son. Our Lord declares, in Matthew, that no one knows the Father but the Son. Now, philosophers say understanding lies in likeness. Some of them say the soul is made of all things since she is capable of understanding all things. That sounds ridiculous, but it is true. They say that anything I know must be wholly present to me in the likeness of my understanding. But according to the saints, power is in the Father, likeness in the Son and union in the Holy Ghost. Hence, if the Father is all present to the Son and the Son is all-to like him, therefore no one knows the Father but the Son.

Peter says, ‘Now I know of a surety.’ Why does he know of a surety? Because it is divine light which does not deceive. And because we see in it quite clearly without anything to hide the view. Paul says concerning it : ‘God dwells in light inaccessible.’ Doctors declare that the wisdom we learn here stays with us yonder. St Paul says it will go. A philosopher once said, ‘ Real knowledge, even in this body, is intrinsically so delightful that the sum-total of created things is nothing to the joys of pure perception.’ Yet noble though it be, it is but contingent ; as one small word to all the world even thus insignificant is all the wisdom we learn here compared with the whole and perfect truth. Look you. Paul says it goes. And even if it stayed it would turn to foolishness and be as nothing to the actual truth we see. Thirdly, we surely know, for things seen here as changing we see as changeless there where we get them as a whole and indivisible, approximately one, things widely sundered here being close together there where all things are at hand : both the first day and the last are happening at the present instant yonder.

‘Now I know of a surety that the Lord hath sent his angel.’ When the Lord sends his angel to the soul she becomes sure-knowing. Not unjustly God ordained Peter should keep the key. For Peter stands for intuition, and it is intuition with the key that unlocks and goes in and finds God face to face, whereupon she notifies her find to her partner, will, she having had the will before, for what I will I seek. Perception leads the way. It is the princess seeking the prince upon the mountain-top, in virgin realms ; she proclaims him to the soul and soul to nature and nature to the passions of the body. So noble is the soul at her highest and her best, the doctors cannot find her any name. They call her anima because she animates the body.

Theologians say that next to the first emanation of the Godhead, when the Son breaks out of the Father, his angel is most like to God. True, soul is like to God in her highest part, but this angel is even more like God. All that belongs to this angel is godlike. The angel was sent to the soul to bring her back to the very same form wherein he is formed, for knowledge comes by likeness. The soul is capable of knowing all things and she never rests till she attains her original form wherein all things are one ; it is there she rests, in God. In God one creature is no better than another. According to the masters, being and knowing are the same, for things that are not are not known and things that are most are most known. God has transcendent being, so he transcends all knowing, as I said in my first sermon two days back. The soul, informed with primitive light, sealed with the seal of pure being, smacking of God prior to truth and gnosis, with every named nature sloughed away : the soul (I say) at this stage of all-perfect knowledge has gotten being to match. As St Paul says, ‘God dwells in light inaccessible.’ He hangs suspended in his own pure being whereto naught is attached. He is merely a presence in himself, where neither this nor that exists, for what is in God is God.

A heathen says. They that hang under God are hanging in God, and while having real subsistence in themselves do yet impend in him who has neither end nor beginning, for in God nothing alien betides. Heaven affords us an example. It never takes in aliens as aliens. And by the same token, what gets to God is changed : however vile it be, on bringing it to God it sheds its self. For instance, I may have wisdom but not be it. I can gain wisdom and can also lose it. But what is God’s is God, it cannot leave him. It is implanted in God’s nature ; God’s nature being so stable that anything to do with it is settled in it once for all or always stops outside. Now reflect and marvel! If God converts vile things into himself, how ween ye he will treat the soul, which he has dignified with his own image ?