Eckhart Sermão 22

MESTRE ECKHART — SERMÕES — SERMÃO XXII
Resumo de Jeanne Ancelet-Hustache

  • Exame da saudação a Maria: Ave Maria, cheia de graça…
  • Filho único que o Pai eternamente engendra
  • Encarnação
  • Deus derramando na alma “toda sua claridade em sua primeira pureza”
  • Centelha da alma
  • In principio…
  • Criação eterna
  • Donde vem o sofrimento
  • A alma noiva do Filho

    SERMÓN XXII — Ave, gratia plena.
    Esta palabra que acabo de pronunciar en latín, está escrita en el santo Evangelio y significa en lengua vulgar: «¡Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo!» (Lucas 1, 28). El Espíritu Santo descenderá desde el trono altísimo, y en ti entrará parte de la luz del Padre eterno (Cfr. Lucas 1, 35 y Santiago 1, 17 y Sabiduría 18, 15).

Por lo dicho se deben entender tres cosas. Primero: la inferioridad de la naturaleza angelical. Segundo: el hecho de que él (es decir, el ángel) se considera indigno de llamar a la Madre de Dios por su nombre. Tercero: el que no hablara sólo para ella, sino para una gran muchedumbre: para cualquier alma buena que anhela (poseer) a Dios.

Digo yo: Si María primero no hubiera dado a luz espiritualmente a Dios, Él nunca habría nacido físicamente de ella. Una mujer le dijo a Nuestro Señor: «Bienaventurado es el seno que te llevó». A lo cual contestó Nuestro Señor: No sólo es bienaventurado el seno que me llevó; «bienaventurados son aquellos que escuchan la palabra de Dios y la guardan» (Cfr. Lucas 11, 27 y 28). Para Dios tiene más valor nacer espiritualmente de cualquier virgen o (=quiere decir) de toda alma buena, que haber nacido corpóreamente de María.

Por lo dicho debe entenderse que hemos de ser un único hijo que ha sido engendrado eternamente por el Padre. Cuando el Padre engendró a todas las criaturas, me engendró a mí y yo emané con todas las criaturas y, sin embargo, permanecí dentro del Padre. (Es) exactamente así como la palabra que digo ahora: Ella surge dentro de mí, luego yo me detengo en la representación, en tercer lugar la pronuncio y todos vosotros la escucháis; sin embargo, lo propiamente dicho permanece dentro de mí. Así también he permanecido dentro del Padre. En el Padre se hallan las imágenes primigenias de todas las criaturas. Esta madera (del púlpito) tiene una imagen primigenia espiritual en Dios. Ella no sólo es racional sino que es pura razón.

La máxima merced que Dios le hizo jamás al hombre fue el hecho de que se hiciera hombre. Quiero relataros un cuento que viene perfectamente al caso. Había un marido rico y una mujer rica. Luego, la mujer tuvo un accidente de modo que perdió un ojo; por eso se puso muy triste. Entonces, el marido la vino a ver y dijo: «Mujer ¿por qué estáis tan triste? No debéis entristeceros por haber perdido vuestro ojo». Ella contestó: «Señor, no me entristece el hecho de haber perdido mi ojo; me entristezco más bien porque me parece que por ello me amaréis menos». Entonces dijo él: «Mujer, yo os amo». Al poco tiempo él mismo se vació un ojo y fue a ver a la mujer y dijo: «Mujer, para que creáis ahora que os amo, me he igualado a vos; ya no tengo sino un solo ojo». Lo mismo sucede con el ser humano: apenas podía creer lo mucho que lo amaba Dios hasta que Dios mismo al fin se vació un ojo y adoptó la naturaleza humana. Esto es lo que significa: «Se hizo carne» (Juan 1, 14). Nuestra Señora dijo: «¿Cómo podrá ser esto?» Entonces dijo el ángel: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti» desde el trono altísimo, desde el Padre de la luz eterna (Cfr. Lucas 1, 34 a 35 y Sabiduría 18, 15 y Santiago 1, 17).

«In principio» (Juan 1, 1). «Un niño ha nacido para nosotros, un hijo nos ha sido dado» (Isaías 9, 6); un niño según la pequeñez de la naturaleza humana, un hijo según la eterna divinidad. Dicen los maestros: Todas las criaturas operan con el propósito de engendrar y quieren asemejarse al Padre. Otro maestro dice: Cualquier causa operante opera por su meta para encontrar descanso y tranquilidad en su meta. Un maestro dice: Todas las criaturas obran de acuerdo con su primera pureza y su perfección suma. (El) fuego, en cuanto fuego, no enciende; es tan puro y tan fino que no arde; antes bien, la naturaleza del fuego es la que enciende e infunde a la leña reseca su naturaleza (=la del fuego) y su claridad de acuerdo con su perfección suma. Dios ha procedido de la misma manera. Creó al alma de acuerdo con la perfección suma y le infundió toda su claridad, en la primera pureza, y, sin embargo, se conservó sin entremezclarse.

El otro día dije en un lugar: Si Dios, cuando creó todas las criaturas, no hubiera engendrado anteriormente algo que era increado (y) que llevaba en sí las imágenes primigenias de todas las criaturas, esto es la chispa — como dije ya en el convento de los Santos Macabeos (si lo recordáis aún) por no haber estado allí inútilmente — esta chispita es tan afín a Dios que es un uno único sin diferenciación (y), sin embargo, lleva en sí las imágenes primigenias de todas las criaturas, (o sea), imágenes primigenias carentes de imagen, e imágenes más allá de la imagen.

Ayer, unos grandes teólogos discutieron en el colegio sobre una cuestión: «Me sorprende — dije yo — que la Escritura sea tan enjundiosa que nadie sepa escrutar a fondo la más modesta de sus palabras». Y si vosotros me preguntáis si yo, como soy un hijo único engendrado eternamente por el Padre celestial, he sido (también) eternamente hijo en Dios, contesto: sí y no; sí… (soy) hijo en cuanto el Padre me ha engendrado en la eternidad, mas no (soy) hijo en cuanto a la condición de no-nacido.

«In principio». Con ello se nos ha dado a entender que somos un hijo único a quien el Padre engendró eternamente desde las tinieblas ocultas de la ocultación eterna, y que permanece dentro del primer principio de la pureza primigenia que es la plenitud de toda pureza. Allí he descansado y dormido eternamente en el conocimiento escondido del Padre eterno, permaneciendo adentro sin ser pronunciado. Desde esa pureza me ha engendrado eternamente, como su hijo unigénito, en la misma imagen de su paternidad eterna, para que yo sea padre y engendre a Aquel de quien nací. Es más o menos como si alguien se hallara delante de una alta montaña y llamara: «¿Estás ahí?», entonces el eco y la reflexión del sonido dirían también: «¿Estás ahí?». Si el dijera: «¡Sal de ahí!», el eco diría también: «¡Sal de ahí!» Ah sí, si alguien mirara un madero a semejante luz, éste se convertiría en ángel y se volvería dotado de razón y no sólo dotado de razón, (sino que) llegaría a ser razón pura en la pureza primigenia, que es la plenitud de toda pureza. Así procede Dios: engendra a su Hijo unigénito en la parte más elevada del alma. En el mismo proceso en el que engendra en mí a su Hijo unigénito, lo vuelvo a engendrar en el Padre. No fue distinto cuando Dios engendró al ángel mientras Él, a su vez, fue dado a luz por la Virgen.

Se me ocurrió la idea — hace varios años ya — de si alguna vez me preguntarían por qué cada hierba era tan diferente de otra; y (efectivamente) sucedió que me preguntaron a qué se debía que eran tan diferentes entre sí. A lo cual dije: Es más sorprendente aún el hecho de que todas las hierbas se parezcan tanto. Un maestro dijo: El que todas las hierbas sean tan diferentes, se debe a la superabundancia de la bondad divina que Él infunde superabundantemente en todas las criaturas para que se revele con mayor fuerza su majestad. Entonces dije yo: Es más sorprendente que todas las hierbas se parezcan tanto, y seguí diciendo: En la pureza primigenia los ángeles son un solo ángel, completamente uno, así también todas las hierbas son una sola en la pureza primigenia, y allí todas las cosas son uno.

Algunas veces, caminando hasta acá, estuve pensando que el hombre en la existencia temporal podía llegar a ejercer coacción sobre Dios. Si yo estuviera parado aquí arriba y le dijera a alguien: «¡Sube arriba!», esto sería difícil (para él). Pero si dijera: «¡Siéntate aquí!», esto sería fácil. Así procede Dios. Cuando el hombre se humilla, Dios en su bondad, propia (de Él), no puede menos que descender y verterse en ese hombre humilde, y al más modesto se le comunica más que a ningún otro y se le entrega por completo. Lo que da Dios es su esencia y su esencia es su bondad y su bondad es su amor. Toda la pena y todo el placer provienen del amor. En el camino, cuando debía venir para acá, se me ocurrió que sería preferible no venir porque quedaría empapado (de lágrimas) por amor. Dejemos de hablar sobre cuándo vosotros (alguna vez) quedasteis empapados (de lágrimas) por amor. Placer y pena provienen del amor. El hombre no debe temer a Dios, pues quien lo teme, huye de Él. Este temor es un temor nocivo. (Pero) es recto el temor cuando uno teme perder a Dios. El hombre no ha de temerlo sino amarlo, porque Dios ama al hombre con su entera (y) suprema perfección. Dicen los maestros que todas las cosas tienden voluntariamente a engendrar y a asemejarse al Padre, y dicen: La tierra huye del cielo; si huye hacia abajo, llega desde abajo al cielo; si huye hacia arriba, llega a la parte más baja del cielo. La tierra no puede huir a un lugar tan bajo que el cielo no fluya en ella y le imprima su fuerza y la fecundice, lo quiera ella o no. Así le sucede también al hombre que cree huir de Dios y, sin embargo, no puede huir de Él; todos los rincones lo revelan. Cree huir de Dios y corre a su seno. Dios engendra en ti a su Hijo unigénito, te guste o te disguste, duermas o estés despierto; Él hace lo que es propio. Pregunté el otro día qué es lo que tiene la culpa de que el hombre no lo sienta, y afirmé diciendo: La culpa reside en que su lengua lleva pegada otra suciedad, es decir, las criaturas; sucede exactamente lo mismo con una persona a la que cualquier clase de comida le resulta amarga y no le gusta. ¿Qué es lo que tiene la culpa de que no nos guste la comida? La falla reside en la falta de sal. La sal es el amor divino. Si tuviéramos el amor divino, nos gustaría Dios y todas las obras hechas por Él en cualquier momento, y recibiríamos todas las cosas de Dios y todos haríamos las mismas obras que hace Él. En esta igualdad somos todos un hijo único.

Cuando Dios creó al alma, la creó de acuerdo con su perfección suma para que fuera una esposa del Hijo unigénito. Cuando Él (el Hijo) se dio perfecta cuenta de ello, quiso salir de su secreta tesorería de la eterna paternidad, donde había dormido desde la eternidad permaneciendo adentro sin haber sido pronunciado. «In principio». En el primer comienzo de la pureza primigenia, el Hijo tiene armada la tienda de su gloria eterna y salió de lo más excelso porque quería enaltecer a su amiga que el Padre le había desposado desde la eternidad, para que la trajera de vuelta a lo más excelso de donde ella proviniera. Y en otra parte está escrito: «Mira, tu rey viene hacia ti» (Zacarías 9, 9). Por eso, salió y vino corriendo como un cervato y sufrió su tormento por amor; y no salió sino porque quería regresar a su cuarto junto con su esposa. Este cuarto es la tranquila oscuridad de la paternidad oculta. Allí, donde salió de lo más excelso, allí quería ingresar otra vez con su esposa dentro de lo más puro, y revelarle el oculto arcano de su divinidad escondida donde descansa consigo mismo (y) con todas las criaturas.

«In principio», esto quiere decir en lengua vulgar algo así como un comienzo de todo ser, tal como dije en el colegio. Dije además: Es un fin de todo ser, pues el comienzo primigenio existe a causa de la última meta. Ah sí, Dios mismo no reposa allí donde Él es el comienzo primigenio; reposa allí donde es meta y descanso de todo ser; no se trata de que este ser se anonade, antes bien es perfeccionado allí en su meta final de acuerdo con su perfección suma. ¿Qué es la meta final? Es la oscuridad oculta de la eterna divinidad y es desconocida y no fue conocida nunca ni será conocida jamás. Allí Dios permanece desconocido en sí mismo y la luz del Padre eterno ha infiltrado sus rayos allí desde la eternidad, pero las tinieblas no comprenden la luz (Cfr. Juan 1, 5). Que la Verdad de la que acabo de hablar, nos ayude a llegar a esta Verdad. Amén.