Eckhart – Sermão 21 – Unus deus et pater omnium…

Resumo Jeanne Ancelet-Hustache

  • Exposição do modo da união da alma a Deus.
  • Imutabilidade de Deus, que guarda em sim toda a plenitude
  • Necessidade para o homem de guardar seu coração puro, longe de todo criado
  • Diálogo com Deus
  • Nobreza do fundo da alma à qual mesmo o anjo mais elevado não tem acesso, Deus ó podendo aí penetrar “se ao menos lhe for retirado tudo que lhe é aditado”
  • Comparação da natureza do anjo e do homem
  • Comparação da graça e da beatitude
  • A alma guarda todas as coisas do que está sob ela, Deus aí versa nela o mais nobre, o mais puro, o mais elevado

Brugger

1. He dicho una palabra en latín que pronuncia San Pablo en la Epístola: «Un solo Dios y Padre de todos, que es bendecido por sobre todos y a través de todos y en todos nosotros» (Efesios 4, 6). Tomo otra palabra del Evangelio dicha por Nuestro Señor: «Amigo, sube más arriba, asciende más» (Lucas 14, 10).

2. En el primer (pasaje) donde dice Pablo: «Un solo Dios y Padre de todos», él omite una palabrita que encierra en sí un elemento de cambio. Cuando dice «un solo Dios» quiere significar que Dios es uno solo en sí mismo y se halla apartado de todo. Dios no pertenece a nadie, y nadie pertenece a Él; Dios es uno solo. Dice Boecio: Dios es uno solo y no se transforma. Todo cuanto Dios creó alguna vez, lo creó (como sometido) al cambio. Todas las cosas, así como son creadas, llevan sobre su espalda el hecho de transformarse.

3. Esto quiere decir que hemos de ser uno solo en nosotros mismos, y estar apartados de todo, y, siempre inmóviles, debemos ser uno con Dios. Fuera de Dios no existe sino la sola nada. Por eso es imposible que en Dios pueda acaecer de algún modo un cambio o una transformación. Aquello que busca otro lugar fuera de sí, cambia. (Mas) Dios contiene en sí todas las cosas en plenitud; por eso, no busca nada fuera de sí mismo, sino sólo en la plenitud, tal como (todo) es en Dios. Cómo Dios lo lleva en sí, esto no lo puede comprender ninguna criatura.

4. Una segunda enseñanza (surge) cuando dice: «Padre de todos, tú eres bendecido». Esta palabra, sí, lleva en sí un elemento de cambio. Cuando dice «Padre» nos incluye a nosotros ahora mismo. Si Él es nuestro Padre, nosotros somos sus hijos, y tanto su honra como el insulto de que lo hacen objeto, nos llegan al corazón. Cuando el hijo ve el amor que le tiene el padre, entonces sabe por qué le debe una vida pura e inocente. Por esta razón nosotros también tenemos que vivir con pureza ya que Dios mismo dice: «Bienaventurados son los limpios de corazón, porque verán a Dios» (Mateo 5, 8). ¿Qué es la limpieza del corazón? Limpieza del corazón es aquello que se halla apartado y separado de todas las cosas corpóreas, y que está recogido y encerrado en sí mismo y luego, a partir de esta pureza, se arroja en Dios y allí llega a la unión. Dice David: Puras e inocentes son las obras que corren y se cumplen en la luz del alma; más inocentes, empero, (son) aquellas que permanecen adentro y en el espíritu sin salir. «Un solo Dios y Padre de todos.»

5. La otra palabra (dice): «Amigo, sube más arriba, asciende más». Yo hago de las dos (palabras) una sola. Cuando dice: «Amigo, sube más arriba, asciende más», se trata de un diálogo del alma con Dios, y se le contestó: «Un solo Dios y Padre de todos». Dice un maestro: (La) amistad reside en la voluntad. (La) amistad, en cuanto reside en la voluntad, no une. Ya lo he dicho en otras ocasiones: (El) amor no une; lo hace, es cierto, en una obra, mas no en el ser. Sólo por eso dice (el amor): «Un solo Dios», «sube más arriba, asciende más». Al fondo del alma no puede (llegar) nada que no sea la pura divinidad. Hasta el ángel supremo, por cerca que se halle de Dios, y por más afín que le sea y por grande que sea lo que posee de Dios – sus obras se realizan permanentemente en Dios, se halla unido con Dios en el ser (y) no en el obrar, le corresponde permanecer siempre en Dios y estar con Él – es, por cierto, un milagro lo noble que es el ángel; sin embargo, no puede (entrar) en el alma. Dice un maestro: Todas las criaturas que tienen diferenciación, son indignas de que Dios mismo opere en ellas. El alma en sí misma, allí donde se halla por encima del cuerpo, es ,tan acendrada y delicada que no acepta nada fuera de la mera divinidad acendrada. Sin embargo, ni siquiera Dios puede entrar, a no ser que se le haya quitado todo cuanto se le ha añadido. Por eso, se le contestó (al alma): «Un solo Dios».

6. Dice San Pablo: «Un solo Dios». Uno solo es una cosa más pura que (la) bondad y (la) verdad. (La) bondad y (la) verdad no añaden nada, (si bien) añaden (algo) en el pensamiento; cuando se piensa algo, se añade. Uno solo, en cambio, no añade nada allí donde Él es en sí mismo antes de derramarse en el Hijo y en el Espíritu Santo. Por eso dijo: «Amigo, asciende más». Dice un maestro: Uno solo es la negación de la negación. Si digo: Dios es bueno, se le añade algo (a Dios). Uno solo, (en cambio), es una negación de la negación y una contradicción de la contradicción. ¿Qué es lo que quiere decir: «Uno solo»? Uno solo significa aquello a lo cual no se ha añadido nada. El alma toma a la divinidad tal como es en sí, en su purificación donde no se le (añade) nada, donde no se le agrega nada en el pensamiento. Uno solo es una negación de la negación. Todas las criaturas llevan en sí una negación; una niega ser otra. Un ángel niega ser otro (ángel). En Dios, empero, hay una negación de la negación; es uno solo y niega todo lo demás, porque no hay nada fuera de Dios. Todas las criaturas existen en Dios y son su propia divinidad, y esto significa plenitud, según dije antes. Él es un Padre de toda la divinidad. Yo hablo de una sola divinidad porque allí aún no emana nada y no se toca ni se piensa nada. Al negar yo que haya alguna cosa en Dios – (por ejemplo), si niego que haya bondad en Dios, aun cuando, en verdad, no puedo negar nada que hay en Dios – al negar (pues), que haya algo en Dios, aprehendo algo que Él no es; justamente esto debe quitarse. Dios es uno solo, es una negación de la negación.

7. Dice un maestro que la naturaleza angelical, al hacer cualquier fuerza u obra, no sabe nada más que Dios. De otras cosas ellos (los ángeles) no saben nada. Por eso dijo: «Un solo Dios, Padre de todos»; «Amigo, asciende más». Ciertas potencias del alma perciben desde fuera, como hace el ojo: por más finamente que perciba y elimine lo más burdo, toma, sin embargo, algo desde fuera que ha puesto sus miras en el acá y en el ahora. El conocimiento y el entendimiento, empero, lo mondan todo y recogen aquello donde no hay ni acá ni ahora; en esta dimensión (el entendimiento) toca a la naturaleza angelical. Sin embargo, recibe de los sentidos; de aquello que los sentidos aportan desde fuera, recibe el entendimiento. La voluntad no hace tal cosa. En este punto la voluntad es más noble que el entendimiento. (La) voluntad no saca nada en ninguna parte que no sea el puro conocimiento donde no existe ni (el) acá ni (el) ahora. Dios quiere decir: Por más elevada y más pura que sea la voluntad, ella tiene que ascender más. Es una forma de contestar cuando Dios dice: «Amigo, sube más arriba, esto te proporcionará honor» (Lucas 14, 10).

8. (La) voluntad quiere bienaventuranza. Me preguntaron cuál es la diferencia entre (la) gracia y (la) bienaventuranza. (La) gracia, tal como la experimentamos aquí en este cuerpo, y (la) bienaventuranza que poseeremos más tarde en la vida eterna, son una a otra como la flor al fruto. Cuando el alma está toda llena de gracia, y de todo cuanto hay en ella ya no le queda nada que no sea obrado y acabado por la gracia (entonces), sin embargo, no todo – tal como se halla en el alma – llega a las obras de modo tal que la gracia acabe todo cuanto el alma debe obrar. Ya lo he dicho en otras oportunidades: (La) gracia no hace ninguna obra, sino que le infunde por completo al alma cualquier adorno; ésta es la plenitud en el reino del alma. Digo yo: (La) gracia no une al alma con Dios, ella constituye una consumación; su obra es ésta: llevar al alma de retorno a Dios. Allí le toca en suerte el fruto de la flor. En (la) voluntad, en cuanto quiere la bienaventuranza y en cuanto quiere estar con Dios y tal como es llevada hacia arriba en este sentido… en (una voluntad de) semejante limpidez puede ser que Dios se introduzca secretamente, y en la medida en que el entendimiento recibe a Dios tan puramente como Él es Verdad, en la misma medida Dios ha de introducirse en el entendimiento. Pero, en cuanto cae en la voluntad, Él tiene que subir más. Por eso dice: «Un solo Dios»; «Amigo, sube más arriba».

9. «Un solo Dios»: en el hecho de que Dios es uno, se cumple la divinidad de Dios. Yo digo: Si Dios no fuera uno, no podría engendrar jamás a su Hijo unigénito. Del hecho de que Dios es uno, Él saca todo cuanto obra en las criaturas y en la divinidad. Digo además: (La) unidad la posee sólo Dios. La peculiaridad de Dios es (la) unidad; de ella toma Dios el hecho de ser Dios, de otro modo no sería Dios. Todo cuanto es número depende de lo Uno, y lo Uno no depende de nada. La riqueza y la sabiduría y la voluntad divinas son entera y exclusivamente uno en Dios; no es (sólo) uno sino que es unidad. Dios posee todo cuanto tiene en lo Uno, es uno en Él. Dicen los maestros que el cielo gira para llevar todas las cosas a lo uno; por eso gira tan rápidamente. Dios tiene toda la plenitud como uno y de ello pende la naturaleza divina, y el hecho de que Dios es uno solo, constituye la bienaventuranza del alma; es su adorno y su honor. Dijo: «Amigo, sube más arriba, eso te proporcionará honor». El que Dios sea uno constituye el honor y el adorno del alma. Dios hace como si fuera uno (solamente) con el propósito de agradar al alma, y como si se adornara sólo para que el alma se volviese loca por Él. Por eso el hombre quiere ora una cosa, ora otra; ora se ejercita en la sabiduría, ora en el arte. Por no poseer lo Uno, el alma nunca llega a descansar hasta que todo sea uno en Dios. Dios es uno solo; ésta es la bienaventuranza del alma y su adorno y su descanso. Dice un maestro: En todas sus obras Dios tiene presentes todas las cosas. El alma es todas las cosas. Todo aquello que por debajo del alma es lo más noble, lo más puro, lo más elevado en todas las cosas lo infunde Dios en ella. Dios es todo y es uno.

10. Que «un solo Dios, Padre de todos» nos ayude a alcanzar esta unión con Dios. Amén.