Origenes Recepção
Orígenes — DOS PRINCÍPIOS Recepção do Espírito Santo De Principiis I, 3,7
7. Pero si esto se entiende con referencia al Espíritu de Dios, ya que Adán también profetizó algunas cosas, no se puede tomar como aplicación general, sino limitada a los santos. También, en los días del diluvio, cuando toda carne corrompió su camino delante de Dios, está escrito que Dios habló así de los hombres indignos y pecadores: “No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre” (Gn 6,3).
Por esto se ve claramente que el Espíritu de Dios es quitado de todos los que son indignos. En los Salmos también esto es escrito: “Escondes tu rostro, se turban; les quitas el espíritu, dejan de ser, y se tornan en su polvo. Envías tu espíritu, se crean; y renuevas la haz de la tierra” (Ps 104,29, 30), lo que indica manifiestamente al Espíritu Santo, quien, después de que los pecadores e impíos han sido quitados y destruidos, crea para sí a un pueblo nuevo y renueva la faz de la tierra, que dejando a un lado, por la gracia del Espíritu, el camino viejo con sus hechos, comienza a andar en novedad de vida. Por lo tanto, esta expresión se aplica correctamente al Espíritu Santo, porque Él tendrá su morada no en todos los hombres, no en los que son carne, sino en los que su tierra ha sido renovada.
Finalmente, por esta razón fue la gracia y la revelación del Espíritu Santo concedida mediante la imposición de las manos de los apóstoles después del bautismo. También nuestro Salvador, después de la resurrección, cuando las cosas viejas pasaron y todas se hicieron nuevas, siendo Él mismo un hombre nuevo, y el primogénito de los muertos (Col 1,18; Ap. 1,5), sus apóstoles también renovados por la fe en su resurrección, dice: “Recibid el Espíritu Santo” (Jn 20,22). Esto es sin duda lo que el Señor quiso señalar en el Evangelio, cuando dijo que el vino nuevo no puede ser puesto en botellas viejas, sino que mandó que las botellas también fueran nuevas, esto es, que los hombres deberían andar en novedad de vida para que pudieran recibir el vino nuevo, esto es, la novedad de gracia del Espíritu Santo.
