Dios en todas las cosas (Eckhart)

El hombre debe aprehender a Dios en todas las cosas y ha de acostumbrar a su ánimo a tener siempre presente a Dios en ese ánimo y en su disposición y en su amor. Observa cuál es tu disposición hacia Dios cuando te encuentras en la iglesia o en la celda: esta misma disposición consérvala y llévala contigo en medio de la muchedumbre y de la intranquilidad y de la desigualdad. Y – como ya he dicho varias veces – cuando se habla de igualdad no se afirma que todas las obras o todos los lugares o toda la gente tengan que considerarse como iguales. Esto sería un gran error, porque rezar es una obra mejor que hilar y la iglesia es un lugar más digno que la calle. Debes conservar, empero, en todas tus obras un ánimo y una confianza y un amor hacia Dios y una seriedad siempre iguales. A fe mía, si estuvieras así equilibrado, nadie te impediría tener presente a tu Dios. ECKHART: TRATADOS PLÁTICAS INSTRUCTIVAS 6.

Y en todas sus obras y en todas las cosas el hombre ha de usar atentamente su entendimiento y en todas ellas debe tener inteligente conciencia de sí mismo y de su interioridad y aprehender a Dios en todas las cosas de la manera más sublime que sea posible. Pues, el ser humano debe ser tal como dijo Nuestro Señor: «¡Habéis de ser semejantes a hombres que a toda hora están despiertos y esperan a su señor!» (Lucas 12, 36). A fe mía, la gente que espera así, está alerta y mira alrededor suyo (para ver) de dónde viene aquel a quien están esperando y lo aguardan en todo cuanto suceda por extraño que les resulte, (pensando) si acaso no se halla ahí. Nosotros debemos, de la misma manera, mirar conscientemente todas las cosas por (si se esconde en ellas) Nuestro Señor. Necesariamente hace falta mucha diligencia para tal (empeño), y uno no debe ahorrar gastos, dando todo cuanto puedan rendir los sentidos y potencias. Al proceder así, la gente estará bien y aprehenderán a Dios de igual modo en todas las cosas y siempre encontrarán en ellas a Dios en la misma medida. ECKHART: TRATADOS PLÁTICAS INSTRUCTIVAS 7.

Es cierto que una obra es distinta de la otra; pero si alguien hiciera sus obras con una disposición de ánimo siempre igual, de veras, sus obras serían todas iguales; y si estuviera bien encaminado, habiéndose posesionado de Dios de dicha manera, para este (hombre) Dios resplandecería, sin duda, tan de-veladamente en la (obra) mundana como en la más divina. Pero esto no ha de entenderse, a fe mía, en el sentido de que el hombre mismo debiera hacer una cosa mundana o incorrecta, sino que ha de orientar hacia Dios todas las cosas externas que le traen la vista y el oído. Quien de tal manera tiene presente a Dios en todas las cosas y quien domina y usa su entendimiento en lo más elevado, sólo éste conoce la verdadera paz y posee el legítimo reino de los cielos. ECKHART: TRATADOS PLÁTICAS INSTRUCTIVAS 7.

Pues, a aquel que ha de estar bien encaminado, le debe suceder una de dos cosas: o tiene que aprender a tomar y retener a Dios en las obras, o debe dejar todas las obras. Pero, como el hombre en esta vida no puede estar sin actividades, ya que éstas pertenecen al ser-hombre, y se dan en múltiples formas, le hace falta aprender a poseer a su Dios en todas las cosas y no sentir impedimentos en ninguna obra ni lugar alguno, y por ende: cuando el principiante tiene que obrar alguna cosa junto a otras personas, ha de cerciorarse fuertemente de Dios, colocándolo fijamente en su corazón y uniendo a Él todas sus aspiraciones y sus pensamientos, su voluntad y sus fuerzas, de modo que en este hombre no pueda configurarse la imagen de ninguna otra cosa. ECKHART: TRATADOS PLÁTICAS INSTRUCTIVAS 7.

El hombre debe acostumbrarse a no buscar ni desear lo suyo en nada sino que (ha de) encontrar y aprehender a Dios en todas las cosas. Porque Dios no otorga ningún don – y nunca lo otorgó- para que uno posea el don y descanse en él. Antes bien, todos los dones que Él otorgó alguna vez en el cielo y en la tierra, los dio solamente con la finalidad de poder dar un solo don: éste es Él mismo. Con todos esos dones sólo quiere prepararnos para (recibir) el don que es Él mismo; y todas las obras que Dios haya hecho alguna vez en el cielo y en la tierra, las hizo únicamente para poder hacer una sola obra, es decir, para que Él se haga feliz a fin de poder hacernos felices a nosotros. Por lo tanto digo: Debemos aprender a contemplar a Dios en todos los dones y obras, y no hemos de contentarnos con nada ni detenernos en nada. Para nosotros no existe en esta vida ningún detenerse en modo alguno de ser, y nunca lo hubo para hombre alguno por más lejos que hubiera llegado. Antes que nada, el hombre debe mantenerse orientado, en todo momento, hacia los dones divinos y (esto) cada vez de nuevo. ECKHART: TRATADOS PLÁTICAS INSTRUCTIVAS 21.

A fe mía, no es suficiente que el ánimo del hombre se halle desasido en el momento actual cuando uno quiere unirse con Dios, sino que uno debe disponer de un desasimiento bien ejercitado que tanto precede como perdura. Entonces es posible recibir grandes cosas de Dios y recibir a Dios en todas las cosas. (Pero) si uno no está preparado, arruina el don y a Dios junto con el don. Es ésta la razón por que Dios no nos puede dar siempre lo que pedimos. La falta no está en Él, pues Él tiene mil veces más prisa de dar que nosotros de aceptar. Pero nosotros lo forzamos y lo agraviamos al impedirle (que haga) su obra natural por culpa de nuestra falta de preparación. ECKHART: TRATADOS PLÁTICAS INSTRUCTIVAS 21.

Se hizo referencia, por ejemplo, a un hombre que debía reiniciar una vida nueva, y yo dije lo siguiente: que ese hombre debería llegar a ser un hombre que buscara a Dios en todas las cosas y que encontrase a Dios en todo momento y en todos los lugares y con toda clase de gente en cualquier modo. En este (empeño) se puede avanzar y crecer siempre, sin cesar, en un progreso que nunca llega a su fin. ECKHART: TRATADOS PLÁTICAS INSTRUCTIVAS 22.

La palabra: «¡Esfuérzate en todas las cosas!» abarca (a su vez) tres significados. Quiere decir más o menos lo siguiente: ¡Obra tu provecho en todas las cosas!, esto significa: ¡Aprehende a Dios en todas las cosas!, porque Dios se halla en todas las cosas. Dice San Agustín: «Dios creó a todas las cosas (y esto) no en el sentido de que haya hecho que llegaran a ser mientras Él siguiera por su camino, sino que ha permanecido dentro de ellas». La gente se imagina que tiene más cuando tiene las cosas junto con Dios, que en el caso de que tenga a Dios sin las cosas. Pero, en esto se equivocan; porque todas las cosas agregadas a Dios no son más que Dios solo; y si alguien, teniendo al Hijo y junto con Él al Padre, se imaginara que tenía más que en el caso de tener al Hijo sin el Padre, estaría equivocado. Porque el Padre junto con el Hijo no es más que el Hijo solo, y el Hijo con el Padre tampoco es más que el Padre solo. Por eso, toma a Dios en todas las cosas: ésta es una señal de que te ha engendrado como a su Hijo unigénito y no (en condición) inferior. ECKHART: SERMONES: SERMÓN XXX 3