diablos (Eckhart)

Los hombres justos toman tan en serio la justicia que, si Dios no fuera justo, Él no les importaría un comino; y se mantienen tan firmes en la justicia habiéndose desasido tan completamente de sí mismos, que no prestan atención ni al tormento del infierno ni al regocijo del reino de los cielos ni a cosa alguna. Es más: si toda la pena que sufren aquellos que están en el infierno, tanto hombres como diablos, o si todas las penas que en algún momento han sido o serán sufridas en esta tierra, estuvieran relacionadas con la justicia, no les daría un bledo; tan firmemente toman el partido de Dios y de la justicia. Al hombre justo nada le resulta más penoso y pesado que lo que está en contra de la justicia: (es decir, el hecho) de que no se muestre ecuánime en todas las cosas. ¿Cómo (es) eso? Si una cosa puede alegrar (a los hombres) y otra afligirlos, no son justos; más aún, si son alegres en un momento, lo son en todos; si en un momento están más alegres y en otro menos, eso está mal. Quien ama la justicia, se halla colocado tan firmemente sobre ella, que aquello que ama es su ser; no hay cosa capaz de apartarlo ni se fija en nada más. Dice San Agustín: «Donde el alma ama, ahí está con más propiedad que allí donde da vida». Nuestra palabra (de la Sagrada Escritura) suena modesta y comprensible para todos; y, sin embargo, difícilmente hay alguien que comprenda su significado; y no obstante, es verdad. Quien comprenda la doctrina de la justicia y del justo, comprenderá todo cuanto digo. 510 ECKHART: SERMONES: SERMÓN VI 3

«Los justos vivirán.» Por entre todas las cosas no hay nada tan querido y tan apetecible como la vida. Y, por otra parte, no hay ninguna vida tan mala ni onerosa que el hombre, pese a todo, no quiera vivir. Dice un escrito: Cuanto más cerca se halla una cosa de la muerte, tanto más apenada está. No importa lo mala que sea la vida, quiere vivir, no obstante. ¿Por qué comes? ¿Por qué duermes? Para que vivas. ¿Por qué apeteces bienes u honores? Lo sabes muy bien. Pero ¿por qué vives? Por la vida y, sin embargo, no sabes por qué vives. La vida en sí es tan apetecible que uno la apetece a causa de ella misma. Quienes están en el infierno, (sufriendo) la pena eterna, no quisieran perder su vida, ni los diablos ni las almas, porque su vida es tan noble que fluye de Dios al alma sin mediador alguno. Como fluye tan inmediatamente de Dios, por eso quieren vivir. ¿Qué es la vida? El ser de Dios es mi vida. Entonces, si mi vida es el ser de Dios, el ser de Dios ha de ser mío y la esencia primigenia de Dios mi esencia primigenia, ni más ni menos. 511 ECKHART: SERMONES: SERMÓN VI 3