Descendencia Exoterica Sacramentos [Borella]

DESCENDÊNCIA EXOTÉRICA DOS SACRAMENTOS?

Jean Borella: RENÉ GUÉNON E OS SACRAMENTOS DA INICIAÇÃO CRISTÃ

Traduzido para o espanhol da versão em inglês feita por Rama P. Coomaraswamy, D.M.; com prólogo do tradutor

Ante todo, los hechos. Está claro que no existe absolutamente ninguna evidencia de un “descenso exotérico” de los sacramentos, que, según lo sitúa Guénon, ocurrió entre el final del siglo III y el Concilio de Nicea (325), y que él afirma que no tuvo otra elección que sancionarlo1. Esto es pura y simplemente una hipótesis que deriva necesariamente de su definición a priori del Cristianismo. Además, si en efecto el carácter colectivo de la administración de los sacramentos era opuesto a su naturaleza iniciática, no hay ninguna razón por la que la Iglesia no hubiera procedido a confeccionar nuevos ritos exotéricos, mientras mantenía los siete sacramentos intactos y retenía su carácter iniciático. Actualmente ésta es la única solución concebible consecuente con la idea principal de la hipótesis de Guénon y nadie puede explicar por qué prevaleció la solución opuesta (otra vez, según Guénon)2.

Pero aún hay más. Según Guénon, “un rito que es conferido a niños recién nacidos, y sin que sea posible que nadie determine en modo alguno sus cualificaciones, no puede tener el carácter o el valor de una iniciación, a menos que sea disminuido hasta el punto de ser solamente virtual”. Ahora bien, como Jean Tourniac3 ha señalado, los Hechos de los Apóstoles prueban que en el día de Pentecostés, el mismo día que la Iglesia visible nació, el Bautismo fue administrado a una multitud de tres mil personas entre las cuales habrían ciertamente algunos niños4. Si tal es el caso, siguiendo la tesis de Guénon, uno debe admitir que el Bautismo era incluso entonces un rito exotérico —y por lo tanto, que la separación entre Sacramento e iniciación ocurrió antes de Pentecostés (pero después de Pascua de Resurrección, porque según Rm 6, 3 el Bautismo es participación “en la muerte de Cristo”); si uno mantiene que Cristo instituyó el Bautismo en el momento de su Ascensión (Mt 28, 19), esto solo nos deja un periodo de 10 o como mucho de 15 días— y obviamente bajo tales circunstancias el esquema guenoniano no se puede aplicar. Lo absurdo de la primera hipótesis basta para destruir la segunda. Los dos puntos incontestables que se siguen de estas consideraciones son que el Bautismo presenta todas las características de una verdadera iniciación, y que, ya que es administrado a todo aquél que lo pide, la única cualificación que se requiere es la de desear convertirse en un “hijo de Dios” en Jesucristo, por la Gracia del Espíritu Santo.

Sin embargo, es absolutamente cierto que la Iglesia de los primeros siglos conoció un esoterismo doctrinal. El Cardenal Danielou ha reunido los testimonios más importantes de este hecho5. Ellos prueban, como la mayoría admite, la existencia de una enseñanza secreta dada por Cristo y transmitida a los Apóstoles y a otros muchos. San Clemente de Alejandría y Orígenes son los más ilustres testigos de esto. En lo que se refiere al contenido de esta enseñanza, las opiniones varían. Con respecto a esta cuestión, nos gustaría llamar la atención sobre un hecho curioso: en los tiempos de San Ambrosio (siglo IV) estaba prohibido anotar el Símbolo de los Apóstoles o recitarlo delante de los catecúmenos o de los herejes6. Es obvio que la disciplina arcana se extendió más allá de este tiempo, y al menos hasta el final del siglo IV. Esto es muy conocido, y además, es pertinente decir que no existen en absoluto evidencias ni en Clemente ni en Orígenes —o en ningún otro documento de ninguna organización iniciática, o al menos algún indicio de un rito iniciático (o gnóstico)—, de un sacramento que se sitúe por encima de los siete sacramentos o que dé “algo más”, y esto a pesar del hecho de que Orígenes admite la existencia de un tipo de “jerarquía paralela” que asegura la transmisión de los misterios doctrinales y de una hermenéutica sagrada7. Creemos que esta misma situación existe por lo poco que sabemos respecto de vanas organizaciones iniciáticas Cristianas tales como los hermetistas, los paraclesianos y los hesicastas. Hasta donde nosotros podemos juzgar, la idea de que pueda existir un rito más sacrosanto y capaz de conferir una mayor y más gracia que la Eucaristía, aparecería como “ridícula” a los ojos de un monje del monte Athos y miembro de la Orden del Paráclito. Además, uno obtiene la misma impresión cuando profundiza en las obras del Maestro Eckhart, del Bienaventurado Enrique Suso, Tauler y Nicolás de Cusa sobre la Eucaristía, como “Supremo Banquete”8 que nos une “sin distinciones y sin intermediarios” con Dios9. Es siempre necesario añadir que la invocación del Nombre de Jesús acompaña ritualmente a la recepción de la Eucaristía (como el ritual de la Misa tradicional ordena: panem celestem accipiam, et nomen Domini invocabo (“recibid el pan celestial e invocad el Nombre de Dios) y lo prolonga a través de todos los tiempos. “Comunión e Invocación” constituyen el ritual básico para una vía iniciática en el Cristianismo…10 En cuanto a la existencia de organizaciones particulares en la Edad Media, o incluso más cerca de nuestro tiempo, no plantea ningún problema, sino que corresponden a la adaptación de caminos espirituales Cristianos, sean de determinados grupos de artesanos, como es el caso de los Compañeros, o sean de ciertas funciones como en el caso de las iniciaciones caballerescas, o aún, y más frecuentemente, a necesidades espirituales específicas como es el caso de las órdenes monásticas.


  1. Aperçus sur l’ésoterisme chrétien”. p. 15. Ya veremos que existen pruebas de lo contrario. 

  2. Se dice que se debe conservar le forma debido a que fue instituida por Cristo (“Aperçus sur l’ésoterisme chrétienne”, p. 13), pero esto no es verdad estrictamente hablando, excepto para el Bautismo y la Eucaristía. (Nota de la Editorial: es una enseñanza de la Iglesia que todos los sacramentos fueron instituidos por Cristo. Históricamente todos ellos datan del tiempo de la primera Iglesia como se puede ver por su consistencia con respecto a la forma y a la materia, al igual que su existencia paralela en la Iglesia Griega. El término “sacramento” que significa “misterio” data de la misma fecha. Sin embargo la lista de los siete ritos como sacramentos data del final de la Edad Media. Es difícil ver lo que podría impedir que la Iglesia instituyera ritos (de naturaleza exotérica si se desea) basados en ciertos episodios de las Escrituras tales como el lavado de pies. Además también existen los sacramentales. 

  3. A propos sur R. Guénon Ed. Dervy, p. 55-58. Esta fuente proporciona los hechos esenciales teológicos e históricos. 

  4. Hechos 2, 37-41. San Pedro dice: “Para vosotros es esta promesa, y para vuestros hijos, y para todos los de lejos cuantos llamare a sí el Señor, Dios nuestro” (Hch 2, 39). 

  5. Les traditions secrétes des Apôtres, Eranos Jahrbuch, 1962, p. 199-215. 

  6. Explication du Symbole, Sources Chrétiennes, n. 25, bis, p. 57-59. Además este trabajo de S. Ambrosio no contiene el texto del Símbolo. (Nota de la Editorial: el Símbolo se refiere al Credo). 

  7. Esta es la Didaché (“Enseñanza, Instrucción”); cf. Danielou, Origèn (“Orígenes”), La Table Ronde, 1948, p. 58-63. Estrictamente hablando esta “jerarquía” no estaba institucionalizada ni dependía de ningún rito de iniciación. Orígenes, antes de ser ordenado, fue uno de los didáscalos (maestros). Además, él deploraba el hecho de que la jerarquía sacerdotal y los didáscalos no estaban unidos debido a la ignorancia de los sacerdotes. 

  8. Nicholas de Cues. Oeuvres choisies, Aubier, p. 355. 

  9. Jean Bizet, Jean Tauler, Desclée de Brouwer, p. 45. 

  10. Este es el título de un articulo de F. Schuon que apareció en Études Traditionelles n. 245, Mayo de 1940. El mismo autor ha comentado que si la Iglesia ha insertado los Santos Nombres de Jesús y María en la primera parte del Ave María ¿quién no comprendería su existencia en los textos evangélicos de los que el Ave se ha sacado?; ciertamente, estos dos Nombres son siempre invocados por los Cristianos. La recitación del Rosario constituye en el sentido más riguroso, un japa-yoga.