Orígenes — Contra Celso
Mistérios bíblicos
Mas si alguien desea iniciarse en una ciencia misteriosa sobre la entrada de las almas a lo divino, no por datos de la más oscura secta citada por Celso, sino por libros originariamente judaicos, leídos en las sinagogas, pero que también los cristianos aceptan, o por otros puramente cristianos, lea las visiones del profeta Ezequiel consignadas al final de su profecía (Ez 48,31-35); o lea también, del Apocalipsis de Juan, la descripción de la ciudad de Dios, la Jerusalén celeste, de sus cimientos y sus puertas (Apoc 21). Y si es capaz de entender por símbolos el camino señalado para los que han de caminar a lo divino, lea el libro de Moisés que lleva por título Números y busque quien lo introduzca sobre los misterios que encierran los campamentos de los hijos de Israel; averigüe de qué naturaleza eran los campamentos ordenados hacia las partes de oriente, que son los primeros; de qué naturaleza los ordenados hacia el sudoeste y sur, cuáles junto al mar y cuáles, mencionados los últimos, hacia el norte (Num 2). En estos pasajes hallará seguramente ideas no despreciables y no, como imagina Celso, de las que piden oyentes necios y esclavos. Comprenderá, en efecto, de quién se habla en ellos, así como la naturaleza de los números allí designados y que convienen a cada tribu. Exponer aquí cada uno de estos puntos no nos ha parecido oportuno.
Por lo demás, sepa Celso, y los que lean su libro, que en ningún pasaje de las Escrituras tenidas por auténticas y divinas se dice existan “siete cielos”; y que ni nuestros profetas, ni los apóstoles de Jesús ni el Hijo mismo de Dios dicen nada que “hayan tomado de los persas o de los cabiros”.