Calcídio — Matéria

La materia
Excertos de Guillermo Fraile, “Historia de la Filosofia

El ínfimo grado de la escala de los seres lo ocupa la materia, que Calcidio llama silva, como traducción de la palabra griega hyle. Reconoce la dificultad de la noción de materia: «Iuxta rem porro, cum talis erit, qualis haec ipga est de qua sermo nunc nobis est, ut neque ullo sensu contingi neque intellectu comprehendi queat; utpote carens forma, sine qualitate, sine fine… Restat ut res ipsa difficilis et obscura sit. Nec silva quidquam difficilius ad explanandum»1. No obstante, Calcidio es benemérito por haber suministrado un conjunto de opiniones de los antiguos griegos, de las que se beneficiarán ampliamente los tratadistas medievales del siglo XII. El concepto que de esas doctrinas saca Calcidio es más bien ecléctico, combinando la noción aristotélica, que da muestras, de conocer bien, con la platónica, tal como aparece en el Timeo, concepto que ejercerá profunda influencia en la Edad Media, en que pocos autores logran desprenderse de esa interferencia entre dos nociones muy distintas de la materia.

La principal labor de Calcidio consiste en la enumeración de las distintas opiniones. Sus afirmaciones positivas se reducen a decir que la materia o silva (denominación que veremos reaparecer en Gilberto Porretano y en la escuela de Chartres) es una realidad eterna, indestructible, imperecedera, simple, pasiva, amorfa, carente de cualidades y completamente indeterminada. De suyo no es corpórea ni incorpórea, sino simplemente una posibilidad de llegar a ser o a no ser un cuerpo.

Su noción viene a coincidir con el antiguo caos, al cual responde también el concepto platónico de materia. La materia es eterna porque es un principio, y todo principio es siempre primero, porque si hubiera comenzado a ser necesitaría proceder de otro principio, y éste de otro, y así sucesivamente.

Asimismo, la materia es imperecedera por razón de su misma simplicidad. Es un simple receptáculo, carente de toda determinación, y capaz de recibir en sí todas las determinaciones que provienen de las formas. «Ut igitur ea, quae subiacet his ómnibus silva, possit horum facies sinceras, minimeque interpolatas, ostendere, ipsam necesse est nullas qualitates habere» (C.331). Es el sujeto de todas las mutaciones. «His demum subest térra, terrae item silva, silvae nihil. Unde recte principalis subiectio est cognominata» (C.335).

Los dos principios extremos de donde provienen todas las cosas son, en último término, Dios y la materia. Dios como causa ordenadora de todo el Universo, a imagen de los ejemplares del mundo ideal, y la materia como «ex qua prima fit id quod gignitur» (C.302) «Porro ex Deo et silva factus est iste mundus» (C.295). Por lo demás, Calcidio no entra en más averiguaciones, ya que «difficilis est consideratio propter silvae naturales tenebras, quippe quae subterfugiat non modo sensus omnes, sed etiam rationis investigationem intellectusque indaginem… Estque inter sensum et rationem, neque plane sensibile quid, nec omnino rationabile; sed motu animi comprehendenda tali, ut qui contigerit earn nihil sentiat, et qui rationem eius animo exercuerit, adulterina quadam ratione assecutus esse videatur» (C.333).


  1. C.320. «Etenim est difficilis consideratio propter silvae naturales tenebras, quippe quae subterfugiat non modo sensus omnes sed etiam rationis investigationem intellectusque indaginem» (c.333). «Quas opiniones, cum sint omnino sine fine, praetereo» (c.277). Citando a Platón, afirma que de la materia sólo puede tenerse conocimiento por un raciocinio espurio, «adulterina quadam ratiocinatione» (c.344).