Antonio Orbe — Parábolas Evangélicas em São Irineu
«La fe, pues — decimos — , conviene se manifieste no ociosa y sola, sino con búsqueda (de la verdad). Tampoco afirmo esto: no buscar en absoluto. Pues dice (el Señor): ¡Busca y hallarás! ‘Lo que se busca, se deja coger. Lo que se descuida, huye’, según Sófocles (Edipo rey 110s). El cómico Menandro dice cosas análogas. ‘Los más sabios enseñan que todo cuanto se busca reclama preocupación’. Conviene, en efecto, que la (virtud) intuitiva del alma tienda a la invención…» (Stromata V 1,11,1-4).
Torna un pensamiento conocido (Strom. I ll,51,4s). El creyente, no contento con una fe ociosa, debe tender a la verdad, poniendo en la invención el término de sus inquietudes. El Alejandrino previene los dos peligros: la fe inerte y la inquisición por sí. La fe no justifica, por su posesión, un régimen de absoluto descuido. La fe viva, operante, entraña la tensión hacia la verdad, mas no descansa tampoco en ella.
«En efecto, el inquirir sobre Dios, mientras no tienda al litigio, sino al hallazgo, es saludable (soterion). En David está escrito (Ps 22,26): ‘Comerán los pobres y se llenarán. Y alabarán al Señor los que le buscan. Vivirá su corazón por los siglos de los siglos’. Porque los que buscan con arreglo a la verdadera inquisición, alabando al Señor, serán colmados del don venido de Dios, esto es, de la gnosis. Y vivirá su alma — corazón vale alegóricamente el alma que otorga la vida — , porque el Padre se da a conocer mediante el Hijo» (Stromata V 1,12,1-2).
La inquisición verdadera (he zetesis he alethes) se manifiesta en alabanzas del Señor. Busca la gloria de Dios, no la propia de los hombres. Y buscando así, merece la colme el conocimiento venido de Dios. Termina en la gnosis del Padre, mediante el Hijo; y trae consigo la vida definitiva (y el descanso eterno) del alma.
Hay, pues, una búsqueda verdadera, y las hay falsas. Aquélla termina en la gnosis, don del Padre; las falsas nunca terminan, o, si acaban, jamás en el verdadero conocimiento de Dios, vida definitiva del alma, ni en hartura. Los falsos gnósticos se hinchan, no se llenan; les falta el conocimiento que colma el hambre y ataja la inquietud (Stromata V 1,12,1-2).