Berdiaeff Diginidade Cristianismo VI

Nicolas Berdiaeff — DIGNIDAD DEL CRISTIANISMO — INDIGNIDAD DE LOS CRISTIANOS

VI

Se comete un error creyendo que es fácil vivir de acuerdo con las enseñanzas de Cristo y condenando su doctrina porque los cristianos no las ponen en práctica. Pero se comete otro error suponiendo que no es necesario realizar el cristianismo en toda la plenitud de la vida. El cristiano debe aspirar en cada momento de su existencia a una perfección semejante a la del Padre Celestial; debe hacer por alcanzar el Reino divino. Toda su vida está colocada bajo esta divisa: “Buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás os será dado por añadidura”. No es posible detener el esfuerzo hacia la perfección, paralizar el deseo de la justicia divina, del Reino divino partiendo del principio de que la naturaleza humana es pecadora y de que el ideal, de todos modos, es inaccesible en la tierra. Debemos tratar de aplicar la verdad divina sin preocuparnos de cómo se realizará en la plenitud de la vida. Si son muy pocos los hombres que realizan la Verdad de Cristo en la tierra, si el hombre se aplica a realizarla sólo una hora en su vida, no por eso es menos debida su realización. El verdadero camino se encuentra en el esfuerzo intentado para realizar la Verdad de Cristo y para buscar el Reino de los Cielos sin acusar a nuestro prójimo.

El cristianismo entra en una época totalmente nueva; en adelante es imposible vivir su fe exteriormente, limitarse a una devoción ritual; los creyentes deberán tomar más en serio la realización de su cristianismo en la plenitud de la vida; tendrán que defender su fe con su persona, con su vida, por su fidelidad a Cristo y a sus principios, por la oposición del amor frente al odio del mundo.

En nuestra Iglesia Ortodoxa se está efectuando en estos momentos una selección de los mejores, de los más sinceros, de los más ardientes, de los más capaces de sacrificio, de los más fieles a Jesucristo y al mismo tiempo una defección de los que no eran ortodoxos más que por costumbre, de los que eran ortodoxos exteriormente, sin comprender el sentido de su fe ni entender a qué los obligaba esa fe. Podría decirse que está terminando la época de la confusión del cristianismo y del paganismo y que empieza una era nueva de un cristianismo purificado. El cristianismo fué desnaturalizado por el hecho de haberse convertido en una religión de dominio, una religión de Estado, y porque la Iglesia tuvo la tentación de la espada de los Césares y hasta se sirvió de ella contra aquellos cuya fe no estaba de acuerdo con la de los dominadores. Y si para muchas conciencias dejó de ser el cristianismo la religión de la Cruz, es porque adoptó el papel de perseguidor y no el de perseguido; es porque pudo ser interpretado como una santificación de las costumbres paganas sin que se necesitase de un esclarecimiento y de una transfiguración. Pero ahora han llegado los tiempos en que el cristianismo va a ser nuevamente perseguido y en que se le pedirá al cristiano un heroísmo más grande, un mayor amor expiatorio, una integridad mayor en la confesión de su fe. Han llegado los tiempos en que los cristianos dejarán de ser un obstáculo en el camino del cristianismo.