Sermão da Montanha — Bem-aventuranças
Bem-aventurados os pacificadores, porque eles serão chamados filhos de Deus. (Mt 5:9)
Pedro Damasceno: UM TESOURO DO CONHECIMENTO DIVINO))
Temos que fazer esforços extenuantes quando tentamos pela primeira vez retornar ao ponto de onde caímos. Pois ressentimos abandonar nossos próprios desejos, e pensamos que podemos carregar tantos os desejos de Deus como nossos próprios — o que é impossível. Nosso Senhor Ele mesmo disse, “vim para fazer, não Minha própria vontade, mas a vontade do Pai que Me enviou” (cf. Jo 6,38), embora a vontade do Pai, Filho e Espírito Santo seja una, posto que constitui uma natureza inseparável única. Mas Ele disse isto por nosso conta e com respeito à vontade da carne. Pois se a carne é consumida e se um homem não é totalmente levado pelo Espírito de Deus, não fará a vontade de Deus a não ser que seja forçado. Mas quando a graça do Espírito rege dentro dele, então não mais tem uma vontade dele próprio, mas o que quer que faça está de acordo com a vontade de Deus. Então está em paz. Homens como tal serão chamados Filhos de Deus (cf. Mt 5,9), porque querem a vontade de seu Pai, como fez o ((Filho de Deus que também é Deus.
!
Agostinho de Hipona: SERMÃO DA MONTANHA
II-9. Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios. La perfección está en la paz, donde no hay oposición alguna, y por eso los pacíficos son llamados hijos de Dios, porque nada en ellos le hace resistencia. Y, en verdad, los hijos deben tener semejanza con el padre. Son, pues, pacíficos en sí mismos los que ordenan todos los movimientos de su alma y los sujetan a la razón, esto es, a la mente y al espíritu, y, teniendo dominados los apetitos carnales, se hacen reino de Dios. En esto mismo hay un orden tan perfecto, que aquello que en el hombre es más excelente y principal manda, sin encontrar oposición alguna, a aquella otra parte que nos es común con los animales; y aquello mismo que en el hombre sobresale, es decir, la mente y la razón, se somete a otro ser más elevado, que es la misma verdad, el unigénito Hijo de Dios. Ni se puede dominar lo inferior si uno mismo no se somete a lo superior. Tal es la paz prometida en la tierra a los hombres de buena voluntad y tal es la vida del consumado y perfecto sabio. De este reino tranquilísimo y ordenadísimo fué arrojado el príncipe de este mundo, el cual domina las almas perversas y rebeldes. Establecida y afianzada esta paz interior, sean cualesquiera las persecuciones que promueva aquel que fué echado fuera de este reino, no harán más que aumentar la gloria que es según Dios, y él no podrá derribar parte alguna de este edificio, y la ineficacia o impotencia de sus máquinas pone de manifiesto la gran solidez de esta mansión interior, y por eso continúa diciendo: Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.