belleza

Como consecuencia, reencontrar su arquetipo eterno, identificarse con su propia posibilidad principial, o con su propia realidad esencial in divinis, es realizar en sí el misterio de la Virgen. Lo que constituye en efecto la Omniposibilidad universal, en tanto que «concepción» de la Divinidad, es su exención de todas las determinaciones o limitaciones que constituyen el mundo manifestado como tal en todos los grados o niveles de la existencia. Estas limitaciones deben pues ser negadas o destruidas para que el Ser –o los seres– vuelvan a encontrar o realicen la pureza, la belleza, la bondad, la pobreza que son las cualidades principiales de la Virgen en su indiferenciación primordial, o en su Inmaculada Concepción. SOBRE LA VIRGEN

Sin embargo, lo que precede no es todavía, si puede decirse así, más que el lado objetivo o exterior del simbolismo de la Virgen y de sus diferentes aspectos: Iglesia, aguas del bautismo, etc. Nos es preciso examinar ahora el lado subjetivo o interior, es decir, los aspectos de este simbolismo en la medida en que se convierte en principio de regeneración espiritual del alma. Se trata por tanto, hablando con propiedad, de una «alquimia espiritual» por la que debe ser transformada el alma individual para identificarse con el alma universal, sirviendo aquí este término neoplatónico para designar a Prakriti en tanto que sustancia plástica universal. Es normal, en efecto, que, a la manera de la Encarnación, el Espíritu Santo no pueda actuar en un alma más que si ésta participa en las cualidades de la sustancia antes mencionadas: pureza, humildad, belleza, bondad, etc., cualidades que se podrían designar con una sola palabra, la plasticidad, análoga a la «sumisión», o «movilidad» del agua que se amolda a los contornos del vaso que la contiene. Todas estas cualidades sirven para caracterizar un estado, algo que debe ser realizado ontológica o existencialmente, y que sobrepasa –incluyéndolo– el punto de vista moral. En otros términos, no se trata de realizar actos de caridad, humildad, pureza o bondad, sino de ser la caridad, la humildad, la pureza, la bondad. La nieve no realiza actos de blancura, es blanca. SOBRE LA VIRGEN

Una transformación –o alquimia– espiritual de este orden supone la acción de ritos (sacramentos) y la actualización de los contenidos de estos ritos por un método contemplativo, una especie de encantamiento destinado a flexibilizar el alma, a proporcionarle esa plasticidad de las aguas primordiales en las que se movía el Espíritu de Dios. Para alcanzar efectivamente dicha plasticidad del alma que supone la realización de las virtudes espirituales –por tanto más que morales– o «mariales» –pureza, humildad, belleza, bondad, etc.– se requieren tres condiciones: a) la transmisión de la influencia espiritual o comunicación del Espíritu Santo por ritos apropiados (sacramentos, Iglesia); b) el conocimiento doctrinal de la meta que se quiere alcanzar; y c) el método contemplativo o de encantamiento. SOBRE LA VIRGEN

La recitación de las palabras del Ave María produce y realiza en el alma las «cualidades» de la Sustancia primordial y el «contenido» del misterio de la Encarnación: Ave María – Al saludar a María, el alma reconoce la misteriosa belleza de la sustancia primordial y de sus diversas «cualidades», es decir, se identifica misteriosamente con lo que nunca ha dejado de ser eternamente en Dios, si no es por la «ilusión separativa» de la «caída». — Gratia Plena – La Sustancia primordial no debe sus «cualidades» más que a esta «gracia» que hace de ella la Inmaculada Concepción. — Dominus Tecum – El Verbo está constantemente en comunicación con la sustancia, que, sin él, no tendría realidad alguna. — Benedicta tu in mulieribus – Entre todas las sustancias «microcósmicas», la sustancia universal es llamada buena, bella, etc. — Et benedictus fructus ventris tui, Jesus – Jesús que es la Bendición y que, según las apariencias, nace de la Virgen, es llamado «ser bendito»; sin embargo, no es el Verbo eterno quien en realidad nace de la sustancia, sino ésta, y con ella todas las sustancias «separadas» las que mueren en el Verbo y resucitan en él: es el misterio de la Asunción de María. SOBRE LA VIRGEN

La virtud de la calma deriva de la Paz Divina, que está hecha de Beatitud y de Belleza infinita. La belleza tiene en todas partes y siempre, en su raíz, un aspecto de calma, de reposo existencial, de equilibrio de las posibilidades; es decir que tiene un aspecto de ilimitación y de felicidad. NOTA SOBRE LA ORACIÓN

La belleza lleva en sí todo elemento de dicha, de ahí su carácter de paz, de plenitud, de saciedad; ahora bien, la belleza está en nuestro ser mismo, nosotros vivimos de su substancia. NOTA SOBRE LA ORACIÓN

Es la perfección calma y simple, pero ilimitada y generosa, del estanque en el cual se reflejan la profundidad del cielo y su serenidad; es la belleza del nenúfar, del loto que se abre a la luz. Es el reposo en el centro, la bienaventurada sumisión a la Voluntad divina. El reposo en Dios. NOTA SOBRE LA ORACIÓN

En el exoterismo (la practica externa) la belleza apenas es un “consuelo sensible”, e incluso se la considera como una espada de doble filo, una invitación al pecado y una concesión indigna de un perfecto asceta; ello implica que el ascetismo – el renunciamiento a cuanto la Tierra puede ofrecernos de agradable – es el único camino que conduce a Dios. NOTA SOBRE LA ORACIÓN

En el esoterismo (el conocimiento interno), por el contrario, podemos ver que en realidad, y por la fuerza de las cosas, nada de lo que nos ofrece la naturaleza es en sí mismo un obstáculo espiritual; muy por el contrario, el hecho de que la naturaleza nos conceda tal “consuelo” – el hecho mismo de que sea la naturaleza la que nos lo concede y de que nosotros no inventamos nada – ése hecho prueba que el don “consolador” posee una virtualidad sacramental, ya sea que nosotros seamos capaces de captarla o no. La primera condición de esta capacidad es la elevación del carácter, insistimos, y por lo tanto también el sentido de lo sagrado; pues solamente la belleza del alma permite asimilar espiritualmente la belleza de las cosas. NOTA SOBRE LA ORACIÓN

De todo ello resulta que la belleza que se percibe en el exterior – por ejemplo la “dama” del caballero o la obra de arte sagrado – debe ser descubierta o realizada en el interior, pues nosotros amamos lo que somos y somos lo que amamos. La belleza percibida es no solamente la mensajera de un arquetipo celestial y divino, sino que también es, y por ello mismo, la proyección exterior de una cualidad universal inmanente en nosotros, y evidentemente más real que nuestro ego empírico e imperfecto, que busca a tientas su identidad. NOTA SOBRE LA ORACIÓN

«Es en el Silencio, en efecto, donde se aprenden los secretos de esta Tiniebla de la que es poco decir que brilla con la más cegadora luz en el seno de la más negra oscuridad, y que, aun permaneciendo ella misma perfectamente intangible y perfectamente invisible, colma de esplendores más bellos que la belleza, las inteligencia que saben cerrar los ojos» (San Dionisio Areopagita, Teología Mística. Este texto muestra las relaciones que existen entre las «posibilidades de no-manifestación» tales como el Silencio y la Tiniebla, así como su efecto sobre las «inteligencias que saben cerrar los ojos». Subrayaremos también la relación de lo que precedo con la doctrina palamita de la Esencia Incognoscible y de las «energías». Se ve entonces mejor como el Silencio visto desde este punto de vista sobreontológico y no manifestado, no puede presentar con el silencio del claustro y del desierto más que una relación de analogía.) SILENCIO Y EXISTENCIA