ANTONIO ORBE — AT. Apeles tampoco mencionó el bautismo del Jordán, y por análoga razón.
Entre los rigurosos gnósticos, guardan silencio sobre el misterio del Jordán los simonianos de San Ireneo, Menandro, Satornilo, Monoimo y otros.
Entre los escritos de Nag Hammadi se ha significado sobre el bautismo la Paráfrasis de Sem, aunque omitiendo los nombres de Juan y Jesús; con evidencia meridiana, el Testimonio de la verdad; indirectamente, el 2 LogSet, la Exégesis sobre el alma y otros que tendremos ocasión de citar. La mayoría de los tratados se lo callan.
Así la Hipóstasis de los arcontes, el UW (= Ursprung der Welt), el Apocryphon Iohannis, el Apocalipsis de Pedro (de Nag Hammadi), los dos Apocalipsis de Santiago y el de Adán, la epístola a Regino De resurrectione, la epístola Iacobi Apocrypha y los escritos últimamente publicados por Krause, a excepción de la Exégesis sobre el alma. A ellos hay que sumar el Evangelio según María (Sophia Iesu Christi) y el tratado anónimo (Bruce).
Sin embargo, difícilmente habrá en la vida de Jesús un misterio tan estudiado por los gnósticos, ni que presente tantísimas derivaciones hacia los demás misterios, ni que así demuestre el análisis a que habían sometido el Evangelio. Lo externo, lo fenoménico, les preocupaba poco. Algo, con todo, dejaron caer.