Averróis

FILOSOFIA MEDIEVAL – AVERRÓIS (1126-1198)

Né en 1126, ibn Rushd, alias “Averroès”, a vécu sous les règnes d’Abû Ya’qûb Yûsuf et de Yûsuf Ya’qûb al-Mansûr, les deux grands souverains de l’empire africano-berbère des Almohades où étaient politiquement fondus les restes de l’Espagne musulmane. Nommé, par le premier, qâdî de Séville en 1169, puis de Cordoue en 1182, exilé par le second en 1195, il a, entre 1168 et 1198 (date de sa mort à Marrakech, le 10 décembre), produit l’oeuvre philosophique la plus importante du Moyen âge, commentant plusieurs fois la quasi-totalité de l’oeuvre d’Aristote à une époque où les Chrétiens d’Occident commençaient à peine à se familiariser avec elle. Traduits en latin au début du XIIIe siècle, ses Commentaires sur Aristote, principalement sur la Physique, le De coelo, le De anima et la Métaphysique, ont régné sur les universités européennes jusqu’à la fin du XVIe siècle. De 1230 à 1600, c’est donc lui qui, au côté d’Aristote, a, pendant quatre siècles, incarné la rationalité philosophique dans l’Occident chrétien. D’où son formidable succès littéraire, puissamment relayé par l’imprimerie vénitienne; d’où aussi l’extraordinaire mélange de fantasmes et de polémiques qui s’est fixé sur lui: le statut d’Averroès dans le monde chrétien est aussi ambigu que celui de la philosophie, celui d’un instrument à la fois indispensable et indocile, et doublement étranger -comme philosophe, et comme arabe. Alain de Libera


Con Averroes, la situación y el discurso cambian radicalmente. Averroes quiere restaurar el peripatetismo auténtico y ejerce una severísima crítica al neoplatonismo de Avicena. Rechaza la emanación porque el emanacionismo es todavía un cripto-creacionismo y cualquier idea de creación es inadmisible para un peripatético. Además de la Inteligencia agente, separada y única, admite, ciertamente, una inteligencia humana independiente del organismo (a diferencia de Alejandro de Afrodisia), pero esa inteligencia no es el individuo. Lejos de ello, todo lo individual se identifica con lo perecedero; lo que en el individuo hay de eternizable pertenece totalmente a la Inteligencia agente, separada y única. Habrá que reconsiderar algún día la doctrina del intellectus materialis en función de lo que nos enseñan los textos ismailíes recientemente editados y que es algo muy distinto. Podemos ya darnos cuenta de hasta qué punto estamos lejos de aquí del sentimiento de la individualidad imperecedera que el filósofo o el espiritual aviceniano adquiere por el hecho mismo de su conjunción con la Inteligencia agente; y más lejos todavía, quizá, de la idea de la hecceidad eterna, el individuo absoluto, en Ibn Arabi. Finalmente, algo no menos grave: la cosmología de Averroes, en razón del peripatetismo al que se pretende rigurosamente fiel, excluye la segunda jerarquía angélica en su totalidad, la de los Ángeles-Almas celestes cuyo mundo era el de la Imaginación activa, el de la Imaginación del deseo, es decir, el lugar de los acontecimientos visionarios, de las visiones simbólicas, el mundo en el que son contempladas las personas-arquetipos a las que se refiere el sentido esotérico de las revelaciones. Puede calibrarse la magnitud de la pérdida, si se tiene en cuenta que ese mundo mediador es el mundo en el que se resuelve el conflicto que ha desgarrado a Occidente, el conflicto entre la teología y la filosofía, entre la ley y el saber, entre el simbolismo y la historia. Conflicto que va a ir en aumento con la evolución del averroísmo y la ambigüedad que pesa sobre él.

Esa ambigüedad se prolonga hasta nuestros días. Renan había hecho de Averroes un héroe del libre pensamiento, el responsable de todas las impiedades. Por reacción, otras interpretaciones tienden actualmente a hacer de él un teólogo o incluso a reconducirle al seno de la ortodoxia islámica. Quizás ambas partes han desdeñado la consideración del contexto, que aquí nos preocupa, de un aspecto esencial de su doctrina. Ciertamente, Averroes ha sido inspirado por la idea del discernimiento de los espíritus: hay personas a las que se dirige la apariencia de la letra, el zahir, y hay otras que están capacitadas para entender el sentido oculto, el batin. Averroes sabía que se desencadenarían psicosis y catástrofes sociales si se entregaba a los primeros lo que sólo los segundos pueden comprender. Esto está próximo a la «disciplina del arcano» practicada por el shiísmo ismailí y a la idea del1 profesada por el sufismo. Y lo que precisamente no se tiene en cuenta es que el ta’wil no es una creación de Averroes; para apreciar la forma en que él mismo lo utiliza, habría que compararla con la forma en que fue practicado por los esoteristas propiamente dichos. Ahora bien, el ta’wil es esencialmente comprensión simbólica, transmutación de todo lo visible en símbolos, intuición de una esencia o de una persona en una Imagen que no es ni el universal lógico, ni la especie sensible, y que es irreemplazable para significar lo que deber ser significado. Se acaba de llamar la atención sobre la catástrofe metafísica que representa, desde este punto de vista, la desaparición del mundo de las Almas celestes, mundo de las correspondencias y las Imágenes subsistentes cuyo conocimiento se lleva a cabo por el órgano de la Imaginación activa. ¿Cómo, en ausencia de este mundo, pueden percibirse los símbolos y llevar a buen fin una exégesis simbólica? (HCIbnArabi)


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  1. tawil|ta’wil