Y dijo: «Un hombre se marchó». Aristóteles planeó (escribir) un libro con el propósito de hablar de todas las cosas. Ahora prestad atención a lo dicho por Aristóteles con respecto a este hombre. «Homo» significa un hombre al que está añadida una forma y ella le da un ser y una vida comunes con todas las criaturas, las racionales y las irracionales: (vida y ser) irracionales con todas las criaturas corpóreas, y racionales con los ángeles. Y él (Aristóteles) dice: Así como todas las criaturas con (sus) imágenes primigenias (ideas) y formas son aprehendidas racionalmente por los ángeles y los ángeles conocen racionalmente cada cosa en su diferenciación – lo cual le da tanto gozo al ángel que sería un milagro para quienes no lo hubieran sentido y saboreado – exactamente así conoce el hombre racionalmente la imagen y forma de cada criatura en (su) diferenciación. Esto lo atribuyó Aristóteles al hombre: que el hombre es «hombre» por el hecho de conocer todas las imágenes (primigenias) y formas; a causa de ello el hombre sería «hombre». Y esto era la suprema interpretación mediante la cual Aristóteles sabía determinar al hombre. ECKHART: SERMONES: SERMÓN XV 3
Ahora fijaos con atención en que Aristóteles se refiere a los espíritus apartados en el libro llamado Metafísica. El más insigne de los maestros que hablara jamás de las ciencias naturales, habla de esos espíritus apartados y dice que no son la forma de ninguna cosa y que reciben su ser como fluyendo inmediatamente de Dios; y de la misma manera vuelven a fluir hacia dentro y reciben la emanación inmediatamente de Dios, por encima de los ángeles, y miran el puro ser de Dios, sin diferenciación. Este ser puro (y) desnudo, lo llama Aristóteles un «qué». Esto es lo más elevado que dijo Aristóteles jamás sobre las ciencias naturales, y ningún maestro es capaz de enunciar nada más elevado a no ser que hable (inspirado) por el Espíritu Santo. Ahora digo yo que este «hombre noble» no se contenta con el ser que los ángeles aprehenden carente de forma y del que dependen inmediatamente; él se contenta tan sólo con lo Uno único. ECKHART: SERMONES: SERMÓN XV 3