Lilian Staveley — Anseio por encontrar Deus
¡Cuántos de nosotros sentimos interiormente un anhelo secreto de encontrar a Dios! Y este anhelo se acompaña por lo general de la conciencia de encontrarnos ante una barrera insuperable: no podemos encontrarlo, no podemos atravesar esa barrera ni franquearla. Tenemos fe. Somos capaces de reconocer que Él existe, pues no podemos dejar de percibir una Voluntad que domina las leyes del universo. Pero algo que está muy dentro de nosotros y a lo que no sabemos dar un nombre, algo sutil, secreto y extraño, grita con fuerza: «Pero necesito más, esto no basta; necesito encontrarlo y conocerlo personalmente. ¿Por qué no me deja hacerlo?».
Podríamos respondernos fácilmente a nosotros mismos recordando que si, en la vida de todos los días, tenemos un gran deseo de ver a un amigo, la mejor manera de hacerlo es ir en la dirección en que se lo puede encontrar: debemos considerar este hecho como algo evidente. Así pues, apliquemos esto, que decimos que es tan evidente, a Dios. Perdemos demasiado tiempo buscándolo en direcciones imposibles y con medios imposibles. No Lo encontraremos con el simple estudio de largos razonamientos, brillantes explicaciones de enunciaciones teológicas, o controversias sobre el significado de oscuros dogmas. Ni siquiera Lo encontraremos organizando conciertos de beneficencia y reformas sociales, por muy útiles que sean. Lo haremos a través de un yo completamente despojado de todos los demás intereses y pretensiones -despojado de todo salvo de un corazón humilde y que busca apasionadamente-.
Él dice al alma: «Ansíame y Me mostraré. Deséame con un gran deseo, y Me encontrarás».