Cizânia [MNNM]

Maurice Nicoll — O HOMEM NOVO
A Parábola da Cizânia
Tras haber dado la parábola del Sembrador y su interpretación, Cristo habla del reino desde otro aspecto. Primero ha dado la idea del reino en términos de seres humanos sembrados en la tierra. Luego habla acerca de la enseñanza que se siembra en estos seres humanos, aquella que puede hacer que despierten y evolucionen.

“Otra parábola les propuso, diciendo: «El reino de los cielos es semejante al hombre que siembra buena simiente en su campo; mas durmiendo los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Y como la hierba salió e hizo fruto, entonces apareció también la cizaña. Y llegándose los siervos del padre de la familia, le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena simiente en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? Y él les dijo: Un hombre enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres pues que vayamos y la cojamos? Y él dijo: No; porque cogiendo la cizaña no arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Coged primero la cizaña y atadla en manojos para quemarla; mas recoged el trigo en mi alfolí».” (Mat. XIII, 24-30.)

Esta parábola trata acerca del Verbo del reino, o sea respecto a la enseñanza que tiene que darse en la Tierra, que tiene que ser recibida, comprendida y seguida por aquella parte de la humanidad capaz de evolucionar en cualquier tiempo en particular.

La buena simiente es el Verbo del reino. El campo en que se siembra es la humanidad en la Tierra. Queda mezclada con el error, con aquellas cosas que “son escándalo”. En el griego, la palabra cizaña se refiere a una planta muy parecida al trigo cuando comienza a crecer; al principio no se la puede distinguir del trigo mismo. ¿Por qué ocurre esta mezcla de lo verdadero y lo falso? Se da también la razón: mas durmiendo los hombres. Y en el original, esta frase es aún más fuerte; dice: mientras los hombres dormían. “El reino de los cielos es semejante al hombre que siembra buena simiente en su campo; mas durmiendo los hombres vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo.” (Mat. XIII, 24-25.) Naturalmente que esto no puede significar que en una noche especial, cuando las gentes estaban acostadas y durmiendo, llegó el diablo y sembró la cizaña. Es inevitable-que se introduzca al error en la enseñanza original, y este error se convierte en algo tan explicable que no se le puede separar de la Verdad. La razón es que los hombres duermen. No pueden mantenerse despiertos a todo el significado de la enseñanza que se les está dando. Se expresan muchas cosas sobre estar dormido y mantenerse despierto; se anota esto a cada instante en los Evangelios. A menudo se dice que los discípulos dormían y esto no significa el sueño natural, el sueño físico. Y también hay muchas referencias acerca de la necesidad de estar despierto a fin de comprender el Verbo del reino. Cristo dice a menudo: “Velad”, que en el griego significa “mantenerse despierto”. Cristo dice: “Y las cosas que a vosotros digo, a todos las digo: Velad”. (Traducido significa: despierta, vigila.) Otra vez expresa: “Velad (vigilad despiertos) porque no sabéis cuando el señor de la casa vendrá… porque cuando viniere de repente no os halle durmiendo” (Marc. XIII, 35-36). Esto se refiere a un estado de alerta interior, a un mantenerse despierto en la casa del propio ser, en cierto periodo critico. Cuando el hombre duerme bajo el poder de los sentidos, bajo el poder de la vida tal cual aparece ante sus ojos, bajo el poder de todos los acontecimientos, tareas y disgustos de la existencia diaria, la enseñanza acerca de la evolución interior y del nivel superior del hombre desaparece de su mente y se presenta como algo remoto e irreal. Lo exterior se traga a lo interior. Entonces el hombre está dormido en el sentido en que lo indican los Evangelios; y aquello que comprendió cuando estuvo despierto internamente comienza a perder su sentido, a perderse de vista, o bien se mezcla con otros significados. De suerte que así podemos comprender cómo toda la enseñanza relativa a un nivel superior puede quedar alterada por completo. La parábola de la cizaña nos demuestra que un buen entendimiento puede sufrir la contaminación de un mal entendimiento al comienzo mismo de cualquier ocasión en que la enseñanza del reino superior se siembre en cualquier parte de la humanidad. Tal cual es, el hombre no puede mantenerse despierto el tiempo suficiente como para recibir y transmitir la enseñanza en su pureza original. Se mezcla con sus propios prejuicios personales, o bien altera algo que le parece que contradice alguna cosa, o deja fuera algo que para él no tiene sentido. Es en esta y en otras formas como comienzan a crecer una serie de equivocaciones y errores junto con lo que es genuino y verdadero. El trigo de la parábola es la verdadera y genuina forma de la enseñanza, y la cizaña son los errores que inevitablemente se mezclan con ella porque el hombre no puede mantenerse despierto de modo continuo en aquel orden de Verdad que viene de un nivel superior de entendimiento. De suerte que se dice que durmiendo los hombres llegó el enemigo y sembró cizaña junto al trigo. Tenemos entonces que la enseñanza que necesita conocer el hombre, y que necesita hacer, a fin de poder realizar su propio crecimiento interior y completarlo, la enseñanza a través de la cual puede alcanzar un nivel de entendimiento y de significado llamado el reino de los cielos, no puede existir en la Tierra en toda su pureza original, debido al sueño en que están sumidos los hombres. De manera forzosa queda mezclada con lo falso.

Recapitulemos: se siembra el hombre en la tierra como material para usarse en un paso más de desarrollo. Es material del reino de los cielos. Pero surgen ciertas dificultades. Toda la simiente no cae en los puntos favorables. El hombre necesita que se le proporcione conocimiento. Es preciso que se siembre en él el conocimiento acerca de cómo alcanzar este estado de desarrollo llamado el reino, pero un reino no sobre la tierra física sino sobre la tierra de la mente humana. Pero surgen nuevas dificultades. Siempre se escurre algún error en la enseñanza acerca de la evolución interior y tocante a lo que el hombre tiene que creer y pensar a fin de alcanzar un nivel superior de su propia naturaleza y comprensión. Estos errores no pueden separársele la Verdad sin correr el riesgo de dañar a la Verdad misma. De suerte que la situación no tiene remedio en la Tierra, sino únicamente al fin del mundo. Pero sobre esto hablaremos más tarde.