Menino Jesus no Templo Rama Coomaraswamy

MENINO JESUS NO TEMPLORama Coomaraswamy

Rama Coomaraswamy
(23) La relación entre el Nombre y la Eucaristía está implícita así mismo en la Escritura, pues de la misma manera que la Eucaristía representa “el sacrificio incruento de la cruz”, así también el Nombre es, por así decir, “el sacrificio incruento de la Circuncisión”. S. Bernardo nos dice en Tu Vino Místico que, “leemos sobre la primera efusión de la sangre de Cristo en el tiempo de Su Circuncisión, cuando nuestro Señor Jesucristo recibió el Nombre de Jesús, un misterio que ya indicaba que por el derramamiento de Su sangre, Él devendría para nosotros un verdadero Jesús, un Salvador”. Un testimonio adicional de esto nos ha sido dado por la Beata María de Agreda, quien en sus visiones dice que los Angeles Miguel y Gabriel instruyeron a Nuestra Señora antes del rito de la Circuncisión, diciendo: “Señora, éste es el Nombre de tu Hijo, que está escrito en la mente de Dios por toda eternidad y que la Santísima Trinidad ha dado a tu Hijo Unigénito y Señor nuestro, como la señal de la salvación para toda la raza humana; estableciendo-Le al mismo tiempo en el trono de David. Reinará sobre él, castigará a Sus enemigos y triunfará sobre ellos, haciéndoles el escabel de Sus pies y dictando juicio sobre ellos; elevará a Sus amigos a la Gloria de Su mano derecha. Pero todo esto ha de acontecer a costa de sufrimiento y de sangre, e incluso ahora Él ha de derramarla al recibir este Nombre, puesto que es el de Salvador y Redentor; será el comienzo de Sus sufrimientos en obediencia a la voluntad del Padre Eterno” (La Ciudad de Dios). Así, Él, que es “nombrado el Verbo de Dios” lleva “un manto empapado de sangre” (Apoc. XIX). Y nosotros debemos también ser “empapados con la sangre del Cordero” si hemos de ser incluidos entre los “ciento cuarenta y cuatro mil que tienen Su Nombre y el Nombre de Su Padre escrito sobre sus frentes” (Apoc. XIV). Por esto es por lo que S. Bernardo nos instruye en el Libro de las Sentencias que “hay tres circuncisiones, la de la carne entre Judíos, la del corazón como entre los Cristianos, y la de la lengua en el perfecto”. “La de la lengua en el perfecto” nos recuerda que el Profeta Isaías sólo anunció el nacimiento Virginal y la venida del Mesías después de que sus labios hubieron sido tocados por el carbón ardiendo. También trae a la mente la afirmación de Santo Tomás de Villanueva al efecto de que “en el cielo uno repite siempre, invoca siempre, y honra siempre el Nombre Jesús… en el cielo uno conoce toda la verdad y toda la fuerza de este Nombre” (Sermón para la Fiesta de la Circuncisión). No hay que sorprenderse entonces de que S. Bernardino de Siena sintiera que la visión de S. Pablo “en el tercer cielo” era la del Nombre en gloria. Es así como un santo oriental ha dicho: “Las luces de algunas gentes preceden a sus invocaciones, mientras que las invocaciones de algunos otros preceden a sus luces. Hay el invocador que invoca a fin de que su corazón sea iluminado, y hay el invocador cuyo corazón ha sido iluminado y por lo tanto invoca” (Ibn ‘Ata’ illah).