Marcion — Bom Samaritano
Antonio Orbe
Parábolas Evangélicas em São Irineu
Un autor desconocido, luego de mencionar a Marción, Mani y Bardesanes, informa:
«Decía Marción que Nuestro Señor no nació de una mujer, sino que arrebató el puesto del demiurgo y descendió y apareció por vez primera entre Jerusalén y Jericó (?), como un hijo de hombre en forma y aspecto y semejanza, mas sin nuestro cuerpo».
Los heresiólogos enseñan más bien que el Jesús marcionita bajó desde el cielo, en el año XV de Tiberio, a Cafarnaúm, y se puso a adoctrinar en la sinagoga.
¿Dónde se informó el anónimo para la aparición entre Jerusalén y Jericó ?
El fragmento, más doctrinal que histórico, refleja tal vez — por vía de símbolo — lo mismo que los valentinianos en comentario a lo 2,12 («bajó a Cafarnaúm»):
«Heracleón, en exégesis a lo de (lo 2,12) ‘luego bajó El a Cafarnaúm, dice que manifiesta el comienzo de una nueva economía. No en vano se dijo descendió. Y agrega que Cafarnaúm significa las partes últimas del mundo, esto material a donde bajó. Y, por lo impropio del lugar, dice, no se lee haya hecho ni hablado nada en la ciudad».
El descenso del Salvador a Cafarnaúm significaba el arranque de una nueva economía. Y como advierte E. Corsini, evoca la doctrina de Marción, que inicia su evangelio con la bajada de Cristo (desde el cielo) a Galilea.
Análogo simbolismo señala Heracleón en la curación del hijo del régulo, también en Cafarnaúm:
«En cuanto al hijo (del régulo) que está en Cafarnaúm (cf. lo, 4, 46), lo entiende Heracleón como quien está situado en la parte inferior de la Mesotes, hacia el mar, frontero a la materia. El hombre que allí vive — dice Heracleón — está enfermo, esto es, hállase en una condición disconforme a natura e ignorancia y en pecados».
El hijo enfermo del régulo, en Cafarnaúm, y el malherido de la parábola del buen samaritano, camino de Jericó, se prestan a la misma alegoría.
El régulo pidió a Jesús descendiese a Cafarnaúm (cf. lo 4,49) antes de que muriera su hijo. Y logró el milagro cuando venía Jesús de Judea a Galilea.
El buen samaritano descendió asimismo de Jerusalén a Jericó para remedio del malherido.
Ambos descensos concuerdan en el simbolismo toponímico, y bien pudo el anónimo siró traducir Cafarnaúm, donde, según Marción, inauguró Cristo su economía, por la comarca entre Jerusalén y Jericó (de Lc 10,30). Posiblemente ambas noticias geográficas — la ciudad marítima de Cafarnaúm y la región entre Jerusalén y Jericó — significaron, un tiempo, igual: un topos caracterizado por la enfermedad (llagas), ignorancia, pecados; y gobernado por arcontes extraños al Dios supremo, opuestos a la humana (salud).
¿Quiere eso decir que Marción retenía en su evangelio la parábola del buen samaritano?
El recurso a los maniqueos medievales pesa poco.
Mayor peso tienen algunas noticias de las Cadenas:
«Estas palabras — ‘respondiste bien’ (Lc 10,28) — van contra los (discípulos) de Valentín y Basílides y contra los de Marción. Porque también ellos tienen en su evangelio las expresiones (indicadas)».
Lc 10,28 figuraba en el Evangelio de Marción. Mas no, por haber acogido el v.28, asimilaba el hereje la parábola vinculada a él. Es gratuito acudir a los fragmentos 168 y 169 15 en su apoyo.
A juzgar por una noticia de San Cirilo Alejandrino, el simbolismo de los ‘dos denarios’ (= dos Testamentos) fue utilizado contra Manes y contra Marción.
«Dos denarios, es decir, dos Testamentos: el otorgado mediante la Ley de Moisés y los Profetas, y el dado por medio de los evangelios y las constituciones apostólicas. Ambos (Testamentos) son de un Dios único y llevan una sola imagen del supremo y único Rey — como los denarios — e imprimen y sellan el mismo carácter en nuestros corazones mediante los sagrados oráculos, ya que un solo y mismo Espíritu los ha proferido. Hable Manes y antes de él Marción, impiísimos, repartiendo éstos (los dos Testamentos) entre dioses diferentes. Porque los dos denarios son de un solo Rey, y Cristo los consignó juntos y por de igual precio al jefe del mesón».
Un argumento antimarcionita fundado en Lc 10,35 podría indirectamente significar que Marción reconocía el texto invocado.
Pero la lógica de algunos Padres, muy relativa, no permite urgir tanto.
En definitiva, faltan indicios de peso para incluir en el evangelio marcionita el hermoso símil del buen samaritano.